Va Yogur, Carpincho negro y Patito Lambetain
Domingo 08 de
Abril 2018
Por:
LA LECHUZA OLY
Las lechuzas estábamos aburridas, así que a Richard se le ocurrió contar una historia irreal, que no existe, pero que ni el mentor de la Casa de Papel podría superar si se abocara al tema un buen guionista.
—Cuentan que Carpincho negro, roedor de mayor tamaño y peso del sur, roía muy bien, pero no árboles, sino el queso de la social obra destinada a todos los habitantes. A aquella aportaban los miembros partidarios del “verde” y “azul” paisaje, para cuidar la vida, hacerla saludable.
Carpincho tenía mucho tiempo, no trabajaba. Se llenaba cual glotón del queso de esa “particular” obra destinada a la comunidad. Su hobby era pasar los días vituperando sobre lo que hacían los demás- relataba un Richard misterioso.
—Patito Lambetain, bajo los efectos del adiestramiento del hipopótamo Perddo Va Yogur (tildado de tortuga trucha por su prominente caparazón anterior), también comía del derivado de la leche hasta saciarse, y más.
Los tres invertían millones anualmente para silenciar las voces del lugar, un pueblo muy chiquito perteneciente al Estado Corriente Federalista, donde funcionada la obra llamada Sado Peque Arafue.
Va yogur, emulaba a “El Profesor” de la serie española de éxito mundial. Aunque aparecieron ciertos propaladores de verdades y empezaron a revelar oscuridades. Traídas a la realidad, podría decirse que no le envidiarían nada a Balcedo.
El hipopótamo de largo descanso y recreo se consumía la mayor parte y cara del lacticinio: el exportado a la capital del Estado. Cuestión que había sido detectada en silencio por elevadas autoridades. La úlcera reviviría con semejantes noticias.
Ante este desvelamiento, enojado, Va Yogur, emoción seguida por Carpincho negro y Patito Lambetain, envió desde su propio móvil un “libelo digital trucho”, con apenas un par de notas, con relatos calumniosos, creado bajo sus directas órdenes.
El resultado, fue el efecto contrario. Sindicalistas y periodistas amigos llamaban al “loco” para contarle y pasarle capturas de pantalla. “Tortuga Trucha”, de voz tipo tenor avejentada, empezaba a caminar un tobogán, venía en caída libre con la gavilla de perpetradores.
—Pará –dije-, es una tontería esta historia de fantasía.
—Dejame contar que esta historia ficticia, entra en su trama más complicada cuando aparecieron ruidos internos; la social obra productora de queso se empujaba al ojo de la tormenta.
Tipo La Casa de Papel, el queso estaba siendo desviado a fines espurios, ilícitos y un grupo importante de miembros estaban armando presentaciones. Más allá de la debida nota tomada por autoridades superiores.
Caería la noche más sombría. Pues, subalternos de la elaboración tenían miedo de quedar pegados al desaguisado y empezaron a preguntar “qué hacer”.
Carpincho negro, el más joven y menos educado de los atracadores locales, estaba muy comprometido y comprometía a toda la organización.
Era vox populi, que sentado sobre su parte del quesito pasaba horas con su “móvil en mano”, royendo y royendo abiertamente, exteriorizando burdamente a toda la “organización” emprendida hace tiempo con diligencia “aprendida”. Parecía aquel Máximo que Lanata había teatralizado en PPT.
—¿Quién divulgó en la historia lo que hace esta “banda”? –pregunté.
Siguió relatando Richard: —Un loco, el arcano 22, que nadie manejaba. Y que tenía mucha info para volcar. Le adjudicanban ser marioneta, pero en realidad jugaba solo con su grupo de amigos. Como cualquiera que busca la verdad y defiende a los pobres aportantes que le están robando el queso.
La “banda” buscó conseguir espacios de mando en aquella sociedad, inmunidades, sabían que se les venía fea. Repartían muchas “cascaras” del queso, la parte más barata, para posicionarse. “De cuarta”, la estrategia.
Empezaban a verse extraños hechos delictivos, robos por ejemplo, alrededor del tridente. Quisieron pasar por víctimas, ante lo que eran claras acciones perpetradas por nuevos apetentes de la obra que querían sus lugares.
Al final parecía que es cierto, todo es un problema de educación.
(Continuará)
En fin, nada.
La Lechuza Oly.
Carpincho tenía mucho tiempo, no trabajaba. Se llenaba cual glotón del queso de esa “particular” obra destinada a la comunidad. Su hobby era pasar los días vituperando sobre lo que hacían los demás- relataba un Richard misterioso.
—Patito Lambetain, bajo los efectos del adiestramiento del hipopótamo Perddo Va Yogur (tildado de tortuga trucha por su prominente caparazón anterior), también comía del derivado de la leche hasta saciarse, y más.
Los tres invertían millones anualmente para silenciar las voces del lugar, un pueblo muy chiquito perteneciente al Estado Corriente Federalista, donde funcionada la obra llamada Sado Peque Arafue.
Va yogur, emulaba a “El Profesor” de la serie española de éxito mundial. Aunque aparecieron ciertos propaladores de verdades y empezaron a revelar oscuridades. Traídas a la realidad, podría decirse que no le envidiarían nada a Balcedo.
El hipopótamo de largo descanso y recreo se consumía la mayor parte y cara del lacticinio: el exportado a la capital del Estado. Cuestión que había sido detectada en silencio por elevadas autoridades. La úlcera reviviría con semejantes noticias.
Ante este desvelamiento, enojado, Va Yogur, emoción seguida por Carpincho negro y Patito Lambetain, envió desde su propio móvil un “libelo digital trucho”, con apenas un par de notas, con relatos calumniosos, creado bajo sus directas órdenes.
El resultado, fue el efecto contrario. Sindicalistas y periodistas amigos llamaban al “loco” para contarle y pasarle capturas de pantalla. “Tortuga Trucha”, de voz tipo tenor avejentada, empezaba a caminar un tobogán, venía en caída libre con la gavilla de perpetradores.
—Pará –dije-, es una tontería esta historia de fantasía.
—Dejame contar que esta historia ficticia, entra en su trama más complicada cuando aparecieron ruidos internos; la social obra productora de queso se empujaba al ojo de la tormenta.
Tipo La Casa de Papel, el queso estaba siendo desviado a fines espurios, ilícitos y un grupo importante de miembros estaban armando presentaciones. Más allá de la debida nota tomada por autoridades superiores.
Caería la noche más sombría. Pues, subalternos de la elaboración tenían miedo de quedar pegados al desaguisado y empezaron a preguntar “qué hacer”.
Carpincho negro, el más joven y menos educado de los atracadores locales, estaba muy comprometido y comprometía a toda la organización.
Era vox populi, que sentado sobre su parte del quesito pasaba horas con su “móvil en mano”, royendo y royendo abiertamente, exteriorizando burdamente a toda la “organización” emprendida hace tiempo con diligencia “aprendida”. Parecía aquel Máximo que Lanata había teatralizado en PPT.
—¿Quién divulgó en la historia lo que hace esta “banda”? –pregunté.
Siguió relatando Richard: —Un loco, el arcano 22, que nadie manejaba. Y que tenía mucha info para volcar. Le adjudicanban ser marioneta, pero en realidad jugaba solo con su grupo de amigos. Como cualquiera que busca la verdad y defiende a los pobres aportantes que le están robando el queso.
La “banda” buscó conseguir espacios de mando en aquella sociedad, inmunidades, sabían que se les venía fea. Repartían muchas “cascaras” del queso, la parte más barata, para posicionarse. “De cuarta”, la estrategia.
Empezaban a verse extraños hechos delictivos, robos por ejemplo, alrededor del tridente. Quisieron pasar por víctimas, ante lo que eran claras acciones perpetradas por nuevos apetentes de la obra que querían sus lugares.
Al final parecía que es cierto, todo es un problema de educación.
(Continuará)
En fin, nada.
La Lechuza Oly.