Cuando el Cuco vive en el teléfono
Miércoles 03 de
Mayo 2017
Acoso y abuso, riesgos derivados del uso de móviles para los chicos.
En 2014, la experta en seguridad informática Jesse Weinberger editó un libro titulado El Hombre de la Bolsa existe, y está en el bolsillo de tu hijo. El volumen, que lamentablemente no tiene edición en español, es un buen tratado para padres cuyos niños ya tienen un smartphone.
Un momento: ¿dijo niños con teléfono celular? Sí. La realidad es que, sea para “tener siempre una comunicación directa” con los hijos o mal usado como “chupete electrónico” porque “así no tengo que prestarle el mío”, la edad de ingreso al cambio rotundo que implica un teléfono conectado a internet ha bajado en el mundo occidental casi hasta los 10 años. Y eso preocupa incluso a personajes públicos como Bill Gates.
El fundador de Microsoft dijo hace un par de semanas que no permitió a ninguno de sus tres hijos (que hoy tienen 14, 17 y 20 años) tener celular hasta después de cumplidos los 14, y que incluso después de esa edad se las arregló para limitar el tiempo que pasaban prestando atención a la pantallita. Dicho por el multimillonario que hizo su fortuna gracias al avance de las tecnologías de información y comunicación, es para prestarle atención.
Riesgos
Pero más allá de quiénes sostengan el argumento, es importante emplear un mínimo de sentido común y estar informados, incluso a riesgo de quedar “anticuados” y sin temor a que los chicos se enojen por un límite bien puesto. Problemas de socialización serios derivados de la construcción de vínculos exclusivamente virtuales (a una edad en que dichas habilidades están en plena gestación); de motricidad fina; de ansiedad, insomnio y falta de descanso, además de precocidad en contracturas de cervicales e irritación ocular son algunos de los problemas a los que se exponen los niños que tienen vía libre en el uso del dispositivo. Y ni siquiera son los más graves.
“Es que si no lo hacés, después matan a tus papás”. El comentario es real y es de una nena de 9 años, de Córdoba, a la que le llegó por WhatsApp un video sobre el presunto juego de la ballena azul. La mayoría de los padres parecen no entender que el acoso, el sexting, el abuso y el acceso al material pornográfico que circula libremente por la web están al alcance de cualquier teléfono con conectividad de datos (sea 3G, 4G o wifi). De hecho, en Estados Unidos la edad promedio en que un niño tiene su primer contacto visual con la pornografía ha bajado a los 8 años.
Y no vale ser escéptico y comparar este fenómeno con el de la generación que creció a la luz de otra pantalla, la del televisor: al menos, en la “caja boba” los contenidos estaban limitados a los canales de cable y no había interactividad que pudiera llevar al pequeño espectador a una situación de riesgo inmediata a manos de extraños. La puerta que abrimos para tener una linea abierta con los más chicos puede ser demasiado grande si nos desentendemos.
Como señala Weinberger, tal vez una buena práctica para padres e hijos sea firmar un contrato de uso del teléfono (hay un modelo en inglés). Si suena exagerado, pensar cuánto es “demasiada” seguridad cuando se trata de los niños.
Un momento: ¿dijo niños con teléfono celular? Sí. La realidad es que, sea para “tener siempre una comunicación directa” con los hijos o mal usado como “chupete electrónico” porque “así no tengo que prestarle el mío”, la edad de ingreso al cambio rotundo que implica un teléfono conectado a internet ha bajado en el mundo occidental casi hasta los 10 años. Y eso preocupa incluso a personajes públicos como Bill Gates.
El fundador de Microsoft dijo hace un par de semanas que no permitió a ninguno de sus tres hijos (que hoy tienen 14, 17 y 20 años) tener celular hasta después de cumplidos los 14, y que incluso después de esa edad se las arregló para limitar el tiempo que pasaban prestando atención a la pantallita. Dicho por el multimillonario que hizo su fortuna gracias al avance de las tecnologías de información y comunicación, es para prestarle atención.
Riesgos
Pero más allá de quiénes sostengan el argumento, es importante emplear un mínimo de sentido común y estar informados, incluso a riesgo de quedar “anticuados” y sin temor a que los chicos se enojen por un límite bien puesto. Problemas de socialización serios derivados de la construcción de vínculos exclusivamente virtuales (a una edad en que dichas habilidades están en plena gestación); de motricidad fina; de ansiedad, insomnio y falta de descanso, además de precocidad en contracturas de cervicales e irritación ocular son algunos de los problemas a los que se exponen los niños que tienen vía libre en el uso del dispositivo. Y ni siquiera son los más graves.
“Es que si no lo hacés, después matan a tus papás”. El comentario es real y es de una nena de 9 años, de Córdoba, a la que le llegó por WhatsApp un video sobre el presunto juego de la ballena azul. La mayoría de los padres parecen no entender que el acoso, el sexting, el abuso y el acceso al material pornográfico que circula libremente por la web están al alcance de cualquier teléfono con conectividad de datos (sea 3G, 4G o wifi). De hecho, en Estados Unidos la edad promedio en que un niño tiene su primer contacto visual con la pornografía ha bajado a los 8 años.
Y no vale ser escéptico y comparar este fenómeno con el de la generación que creció a la luz de otra pantalla, la del televisor: al menos, en la “caja boba” los contenidos estaban limitados a los canales de cable y no había interactividad que pudiera llevar al pequeño espectador a una situación de riesgo inmediata a manos de extraños. La puerta que abrimos para tener una linea abierta con los más chicos puede ser demasiado grande si nos desentendemos.
Como señala Weinberger, tal vez una buena práctica para padres e hijos sea firmar un contrato de uso del teléfono (hay un modelo en inglés). Si suena exagerado, pensar cuánto es “demasiada” seguridad cuando se trata de los niños.
Con información de
lavoz
