"La salud pública está sin capacidad de respuesta"
Viernes 09 de
Septiembre 2016
Con una demanda cuatro veces mayor que cuando fueron creados, los hospitales están desbordados. Para Gonzalo Basile, referente de la ONG internacional, salud y educación siguen siendo “las trincheras desde donde se defiende a la población”.
Largas colas a la madrugada para conseguir un turno o hacerse un estudio; cientos de pacientes en los pasillos y salas de espera; demoras y postergaciones con las cirugías programadas; falta de medicamentos y vacunas. Estos problemas no son exclusivos de los hospitales y centros de salud santafesinos, sino que afectan a todo el sistema público de salud de la Argentina.
“Si bien el 10 % del PBI está dirigido a salud, de ese porcentaje sólo el 2 % está destinado a los 15 ó 20 millones de personas excluidas del sistema de salud privado. Argentina sigue contando con una infraestructura de la época de Ramón Carrillo, con 1.600 hospitales y 6.000 unidades de atención, pero con una demanda cuatro veces mayor. Hoy entre el 40 y el 43 % de la población recurre a la salud pública, por eso está sobredemandada, sin capacidad de respuesta y, por lo tanto, desatiende las estrategias de prevención y promoción”, planteó Gonzalo Basile, coordinador de Médicos del Mundo de América Latina y el Caribe.
Proveniente del campo de las ciencias sociales y con un doctorado en salud, Basile preside la ONG que tiene como pilar la medicina social. “La cuestión social y las desigualdades en salud siguen siendo muy importantes. En Médicos del Mundo abordamos problemáticas que van desde la violencia de género e infancias en riesgo hasta epidemias de zika y chikunguya. Trabajamos principalmente con dos poblaciones: las urbanas excluidas socialmente (personas en situación de calle, infancia, adicciones, migraciones, emergencias y desastres, cambio climático que repercute en lo epidemiológico) y las rurales (pueblos indígenas originarios y afrodescendientes)”, describió.
— ¿Cuál es la situación de Argentina en materia de salud en comparación con el resto de Latinoamérica?
— Argentina sigue teniendo deudas pendientes con su sistema de salud, con una marcada división entre lo público y lo privado, y la estratificación de su población, que se traduce en las posibilidades de acceso y calidad de la salud. Esa diferencia genera patrones de enfermedades y muerte diferentes: por un lado existen grupos sociales con baja esperanza de vida, una alta tasa de mortalidad materno-infantil y que se siguen muriendo por enfermedades infecto-contagiosas; y, por otro, una población con mayor esperanza de vida, baja mortalidad materno-infantil y cuyas causas de muerte están relacionadas con problemas cardiovasculares u oncológicos.
— ¿Qué otros problemas existen?
— El segundo gran problema es que tenemos una muy baja gestión del riesgo. En el marco del cambio climático y de emergencias y desastres, esto impacta en los comportamientos epidemiológicos, por ejemplo, el dengue. Hasta hace unos años, el dengue era un problema de las provincias del norte, pero con el cambio climático la barrera se fue corriendo hasta llegar a La Pampa y la epidemia de este año duplicó a la de 2009.
— Hasta aquí brindó un diagnóstico de la salud pública en Argentina. ¿De qué manera podrían generarse cambios?
— Garantizar el derecho a la salud sin importar la caracterización social es una deuda de la democracia. Considero que hay tres nudos a abordar:
1) Una reforma política del Estado y de la justicia fiscal, con una consiguiente distribución de la inversión pública. El sistema fiscal que tenemos es muy regresivo: proporcionalmente, aporta más quien paga el 21 % de IVA por el consumo directo de un producto que alguien que genera una gran rentabilidad. Este punto es clave porque podemos pensar en un millón de propuestas para mejorar el sistema de salud, pero la cuestión es cómo vamos a financiarlas.
2) Un reordenamiento de un sistema de salud caótico e inequitativo para apostar a una igualdad ciudadana. Si el Estado está fragmentado (cuenta con hospitales públicos, una obra social nacional para los jubilados y varias provinciales, un programa de salud para quienes no tienen cobertura, programas municipales, etc.), no podemos tener un sistema integrado y universal, que es a lo que deberíamos aspirar: un único sistema de salud.
3) Pensar que la salud está vinculada a la calidad de vida, lo que implica una interdependencia de derechos. Si logramos sumar salud a la protección social, a las jubilaciones y pensiones, y a la cuestión de ambiente/vivienda, podremos salir de la línea de la pobreza para empezar a pensar la línea de la igualdad.
— En los barrios, los centros de salud -al igual que las escuelas- son la boca de entrada de problemáticas cada vez más variadas y complejas: violencia (de género, familiar, incidentes con armas), adicciones, bajo rendimiento escolar. ¿Considera que se le exige demasiado al campo de la salud?
— A salud se le demanda porque está en el centro de la escena y atiende los daños sociales que genera esta sociedad. Las instituciones públicas de salud y educación siguen siendo las trincheras desde donde se defiende a la población y quedan en el fuego cruzado entre la demanda y la financiación. La pregunta que debemos hacernos es cuánto preparamos a nuestros equipos de salud para abordar cuestiones tan diversas y específicas como la violencia o las adicciones. Si se le pregunta a un médico cuánto de estos temas vio durante su formación, seguramente la respuesta sea nada o muy poco.
Invitado
Gonzalo Basile visitó la ciudad, invitado por el Colegio de Médicos de Santa Fe, para disertar en el ciclo “Jueves Culturales”. “La idea de estas charlas es corrernos de la concepción hegemónica de medicina y traspasar los aspectos estrictamente médicos”, explicó Arturo Serrano, a cargo de Educación de Posgrado de la entidad.
“En este caso, Basile nos brindará una perspectiva social latinoamericana sobre problemas subyacentes con los que convivimos a diario y terminamos naturalizando”, precisó.
Médicos del Mundo
Es una asociación independiente que busca hacer efectivo el derecho a la salud para todas las personas, especialmente para las que viven en situación de pobreza, inequidad de género y exclusión social.
Conformada por médicos, antropólogos, psicólogos, epidemiólogos, enfermeros, profesionales de las ciencias sociales y voluntarios, esta ONG ayuda a las víctimas de catástrofes naturales, hambrunas, enfermedades, conflictos armados o violencia política.
Con información de
ellitoral