El peronismo sindical y su regla histórica: apoyará al que gane
Pero los alineamientos políticos de hoy están lejos de aquellos de esas décadas de oro del peronismo, en donde existía un candidato fuerte y sindicatos encolumnados monolíticamente detrás de él. Tampoco existe la reciprocidad de otras épocas, en que los políticos les reconocían a los dirigentes gremiales un lugar de privilegio en sus gobiernos, en sus decisiones y en sus listas de candidatos. En estas elecciones, la magra existencia de postulantes de extracción obrera hará que la bancada parlamentaria del sector sea una de las más reducidas de las últimas décadas, muy lejos de aquel récord de 47 legisladores de origen sindical que se registró en 1983.
Scioli fue ganando consenso. Cuando se perfilaba como el candidato que no quería Cristina Kirchner, no muchos lo avalaban porque equivalía a una declaración de guerra hacia el Gobierno. Entre los primeros se destacaron el kirchnerista Sergio Romero, de los docentes de UDA, y el moyanista Omar Plaini, que se volcó al sciolismo dentro de una CGT Azopardo de sesgo opositor. El que siempre mantuvo una gran relación con el gobernador, pero no lo blanqueó de inmediato, fue Antonio Caló. Gracias a la bendición de Cristina a Scioli, la Mesa Sindical reúne a más de 90 sindicatos, casi todos de la CGT oficialista.
Algunos llegaron más tarde, como el taxista Omar Viviani, que fue el máximo promotor de la candidatura de Sergio Urribarri (y también de las frustradas postulaciones de Julián Domínguez y de Diego Bossio, algo que sus rivales aprovechan para cargarle la fama de “yeta”). Otro sciolista tardío es Sergio Sasia, de la Unión Ferroviaria, que apostó por Florencio Randazzo.
Scioli conquistó más adherentes gremiales no sólo a partir de las encuestas que lo ubicaban primero en intención de voto, sino también gracias a sus promesas de defender el modelo sindical, respetar las “paritarias libres” y garantizar la distribución de los fondos de las obras sociales (en realidad, Macri y Massa asumieron el mismo compromiso en sus contactos con los sindicalistas).
El candidato de Cambiemos ya tenía el apoyo de Gerónimo “Momo” Venegas, titular de UATRE, que le aportó el andamiaje de su partido nacional, Fe, pero en las últimas semanas consiguió que Hugo Moyano le concediera gestos de respaldo: lo trató de “compañero” en un acto en el que trabajadores camioneros fueron distinguidos por el gobierno porteño y se animó a concurrir a la inauguración del monumento a Perón. Aun así, el líder de la CGT Azopardo insiste en que no sabe por quién va a votar y hace 48 horas, en broma, confesó que ni siquiera sabe si lo hará por su hijo Facundo, primero en la lista de candidatos a diputado por UNA en la provincia de Buenos Aires.
Massa fue el que tuvo más sindicalistas de su lado en su mejor momento político, cuando ganó la provincia de Buenos Aires, en 2013, e incluso cosechó apoyos transversales de las tres CGT y de un gremio de la CTA oficialista (ATE Zona Norte), pero el avance del sciolismo lo debilitó en este rubro. Las diferencias con el candidato de UNA hicieron que se distanciaran Luis Barrionuevo, Carlos West Ocampo y Héctor Daer. Aun así, las listas del massismo son las que más tienen más dirigentes gremiales y en los puestos con más chances de acceder a una banca.