El ciberacoso, una tendencia que crece en redes sociales
Martes 21 de
Abril 2015
Twitter y Facebook son la caja de resonancia de esta práctica. Allí comparten fotos de chicos desnudos y en poses sugerentes. Especialistas advierten sobre la peligrosidad que esto conlleva.
Una nueva y preocupante tendencia viene ganando adeptos entre adolescentes de la ciudad de Paraná. Fotos que fueron registradas en el ámbito privado luego tomaron estado público principalmente a través de las redes sociales.
Los que se apropiaron del espacio son adolescentes que canalizaron la necesidad de mostrarse en un foro administrado por una persona anónima. Las imágenes de alto contenido erótico y pornográfico invaden por estos días diferentes soportes digitales sin ningún tipo de control: la situación fue alertada a UNO por sus lectores a través de mensajes. Llegar hasta el material no demandó mucho esfuerzo ni tiempo, solamente disponer de una cuenta de Twitter. Una vez dentro de ella es posible acceder (sin ningún tipo de filtro ni restricción) a imágenes de jóvenes desnudas -en su mayoría-, aunque también aparecen varones exhibiendo sus partes íntimas.
Cada fotografía posteada está acompañada de un mensaje en tono agresivo revelando información privada y lo más grave es que se publica la identidad de la persona.
Los “protagonistas” de esta nueva modalidad que los expertos denominan ciberacoso o grooming son jóvenes que en muchos casos desconocen la peligrosidad que representa tamaña exposición. No caben dudas de que la divulgación de las fotos le confiere mayor cantidad de seguidores a la cuenta, pero no se quedan atrás los “chismes” o “escraches” que los usuarios publican brindando datos personales y hasta lugares físicos donde suceden los supuestos hechos, tales como escuelas, clubes, entre otros.
Límites desdibujados
“Para los chicos la presión del grupo para ver quién conquista más chicas lleva a que en algún momento empiecen a desparramar esas cosas que empieza en la intimidad, en una relación de pareja o algo parecido: para estimularse se empiezan a mandar fotos y después a eso lo hacen circular”, indicó a UNO sobre el tema la psicóloga Fernanda Spessot.
La profesional instó a reflexionar sobre un tema que conlleva un peligro del que no se toma conciencia. “El tema del grooming, de la prostitución infantil, de la trata de persona, de la pedofilia, representan un delito. Muchas veces toman como anzuelo estas fotos robadas”, alertó. Y señaló que lo que empieza como un juego para mostrarse ante los demás excede todos los límites.
“El uso de contenido erótico, sexual, de adultos, utilizando figuras de menores es pedofilia”, sentenció.
En su abordaje de la problemática también expuso la falta de conocimiento que tienen los jóvenes en diferentes aspectos. “Los límites ya no existen, entre lo que es delito, entre lo que es intimidad, entre privacidad y público, parecería ser que se desdibujó por completo. Y en cuestiones que tienen que ver con la sexualidad habla mucho de la falta de educación sexual. Hay una hiperestimulación, o hiperexposición en todos lados, desde lo que vemos por la tele hasta lo que vemos en las revistas. Y por otro lado, son cabecitas que están en crecimiento, que lo manejan como pueden y de acuerdo a sus características. Un adolescente por definición va a hacer lo que hace el resto”, agregó.
Llenar un vacío legal
El término grooming es relativamente nuevo. Se trata de un anglicismo, proveniente del vocablo groom y refiere a la preparación o acicalamiento de algo. Su utilización comenzó a hacerse más frecuente en la literatura “dedicada al estudio criminológico y psicológico de los delincuentes sexuales para describir los comportamientos del ‘depredador sexual’ llevados a cabo en la primera fase del abuso”, describe un artículo elaborado por el Defensor de Pobres y Menores, Pablo Barbirotto.
La utilización de las nuevas tecnologías en perjuicio de la integridad de niños, niñas o adolescentes configura un espacio donde todavía casi nada está regulado. “Existe un vacío legislativo grande al respecto”, remarcó a UNO el funcionario judicial. Atento a los pocos instrumentos que existían para combatir un flagelo que crece en sintonía con la expansión de la web, la Justicia avanzó en medidas para prevenir y sancionar este tipo de conductas. En el mismo escrito Barbirotto planteó que el ciberhostigamiento o grooming no configura “un nuevo delito derivado de la revolución tecnológica (Internet, mensajes de texto) sino una forma evolucionada de cometer un delito preexistente, es una técnica actualizada con la que los pedófilos tratan de contactar con sus potenciales víctimas”.
La figura del grooming fue introducida en 2013 al Código Penal, en el marco de un paquete de leyes que se implementaron junto al trabajo infantil y el acoso escolar. “A partir de que se pueda individualizar al autor, sí hay distintos tipos de penalidades. Pero no hemos tenido ningún tipo de denuncia al respecto”, indicó el letrado.
El defensor consignó que en caso de detectarse una maniobra de este tipo se debe elevar una denuncia al Ministerio Público Fiscal. “Son difíciles de poder localizar los posibles autores del hecho. La verdad que no tengo experiencia en este tipo de hecho, porque nunca me ha tocado intervenir. No hay una Fiscalía en delitos informáticos. Si supiéramos de la persona que realiza esto, hasta podríamos actuar de oficio”, reveló.
Durante su alocución agregó: “Las únicas actuaciones que hemos tenido es con familiares que se han presentando en la Defensoría ante situaciones que podrían ocurrir en Facebook, por alguna cuestión de discriminación o maltrato”.
A su turno, el fiscal auxiliar de Género, Martín Abraham, deslizó: “No se ha dado ningún tipo de estas situaciones”. De darse una denuncia que demande la actuación de los fiscales, Abraham detalló cómo sería el procedimiento: “Primero se solicita a Inteligencia Criminal que intervenga para establecer de dónde viene esa página y tratar de localizar a quien está publicando eso”.
Especificó que otra de las maneras de identificar al titular de esa cuenta es a través de su IP. Lograr esos datos depende de la tarea del área especializada en informática de la Policía. “Son cuentas que se pueden crear con datos ficticios, sin perjuicio de eso, y por intermedio del testimonio de las presuntas víctimas se puede llegar a lograr otro dato para ordenar un allanamiento y secuestrar las máquinas. Y ahí sí se puede cotejar con la cuenta, todo depende la situación cómo se dé y en particular qué es lo que llega. Hoy con estos tipos de sitios por Internet no es muy fácil”, admitió.
“Tendríamos que analizarlo, pero no sé si esto encuadraría como instancia privada, pero me atrevería a decir que podemos actuar de oficio. Pero por tratarse de menores el Ministerio Pupilar estaría facultado para realizar una denuncia. Eso es habitual, por los menos en los casos de abuso sexual, donde los padres no han actuado. Es un delito no muy común, pero habría que estudiarlo y verlo bien. Habría que estudiar si es competencia provincial o es competencia federal, esa es otra cuestión”, subrayó.
Rastrear en las sombras
Poder rastrear el accionar de las personas involucradas en este tipo maniobras resulta casi siempre una misión imposible. Porque se mueven en forma clandestina y con pocos conocimientos pueden crear un sitio web o una cuenta en las diferentes redes sociales. Con el diagnóstico coincidió el subcomisario Gabriel Ferro, jefe de la división Técnicas Especiales y Desarrollo Informático, dependiente de Inteligencia Criminal de la Policía de Entre Ríos. “A pedido de los fiscales realizamos pericias informáticas, buscamos en las bases de datos y con la mayor cantidad de información se puede avanzar en allanamientos y secuestros”, informó el especialista.
Ferro admitió tener conocimiento de la red social en cuestión, que sería un desprendimiento de un conocido chat donde se puede concertar citas y que se expandió con sitios “mellizos” en Facebook. Explicó que la división no ha tenido que intervenir por denuncias de publicación de fotos de menores desnudos, aunque recibieron exposiciones por fotografías modificadas que luego son posteadas en Facebook. “Habría que analizar cómo se obtiene la fotografía. Suele suceder que una chica compartió la foto con el novio y este se la pasó a un amigo, así empieza todo”, indicó el funcionario. Descartó que el material se consiga ingresando a una máquina de un tercero, pero se considera clave “determinar su origen” siguiendo el circuito que recorrieron las mismas. Otra forma de avanzar en el esclarecimiento de esta operatoria es solicitando datos a la empresa donde se registra la cuenta, en este caso Twitter. “Demoran un tiempo considerable en responder un pedido formal. Nosotros actuamos ingresando a sitios web especializados para comunicarnos con los responsables legales de la compañía. En Estados Unidos los abogados de la firma evalúan la situación y después de dos meses envían una contestación”, acotó.
Una investigación de estas características puede conducir a desenmascarar redes de pedófilos que generalmente distribuyen imágenes desde el exterior. Este modo de operar es conocido por el especialista de la División Informática, quien sostiene que se logra dar con ellos “cuando envían la fotografía y queda registrado el IP”.
En base a su experiencia “los pedófilos son personas que cuentan con mucho conocimiento en la materia y saben fraguar direcciones IP. El material es obtenido de sitios web de Rumania, Alemania, entre otros países que son bastantes laxos para controlar esta actividad”.
“La pericia a una computadora puede demorar entre dos o tres meses, sobre todo si es una máquina de las que se usan actualmente con discos tan grandes y tanta información: buscamos archivo por archivo, si existen videos incriminatorios; el ocultamiento va a depender de la capacidad de la persona que está cometiendo el delito”, precisó.
Adolescentes víctimas de los espacios virtuales
Los adolescentes se adueñan de estos espacios virtuales, de las pantallas, como si fueran propios, desconociendo que publican material que atenta contra su integridad sexual. De hecho no magnifican el real peligro que implica exhibir fotografías de contenido pornográfico ni la utilización que van a hacer terceros de esa imagen que ya escapa de cualquier tipo de control. Ellos sienten ese nicho como un lugar de pertenencia, de identificación, donde se pueden comunicar libremente, pero a expensas de dañar la reputación de otro. Emplean un lenguaje con códigos propios que los alienta a exceder algunos límites.
El “escrache” como diversión
Un usuario tuiteó en febrero: “La mayoría que se hacen las santas terminan en ( …) en bola jajajaja”. Precisamente, varios de los adolescentes que ingresan a dejar sus comentarios reniegan del material que sus pares de la misma generación alientan a compartir. Todo esto sucede sin que ningún organismo del Estado haya intervenido para acabar con una modalidad tan peligrosa para los adolescentes como atractiva para las redes de pedófilos que operan amparados por el anonimato.
Sexting, la peligrosa tendencia en el mundo
El sexting es un problema mundial. En 2014 una adolescente de 13 años tenía un novio desde hacía dos meses de otro liceo de Uruguay. De vez en cuando se veían afuera del centro educativo. Una noche él le pidió a ella que le envíe una foto desnuda. Ella acató su pedido y se la envió. Horas más tarde esa fotografía apareció en los teléfonos de muchos compañeros de su generación. Al día siguiente sus compañeras la miraban y se reían. Algunas se burlaban de ella con algún comentario. Una amiga le contó que estaban circulando esas fotos y el caso terminó en la dirección del centro educativo. Este es solo un evento de “sexting” entre adolescentes uruguayos, que El País pudo constatar.
Esta palabra, mezcla de la palabra sexo y mensajes de texto, consiste en el envío de material con contenido erótico. Según psicólogos, comenzó a utilizarse más desde que comenzaron a popularizarse las aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp y Snapchat.
“Hay mayor consultas por este tema porque se ha vuelto bastante común”, señaló a El País Roberto Balaguer, psicólogo especializado en nuevas tecnologías.
Muchos padres, médicos, psiquiatras y psicólogos se preguntan porqué se envían este tipo de mensajes entre adolescentes. Según Balaguer se hacen por dos motivos: uno es por coqueteo (una forma de aproximación) y la otra por ser un “reforzador de la intimidad”.
En una investigación realizada en 2009, financiada por el Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados de Estados Unidos, afirman que se hace “porque alguien se lo pide”, “por diversión”, “para impresionar a alguien” o “para sentirse bien (autoafirmación)”.
Las personas que consumen las páginas de los chicos son pedófilos, ya que a nivel mundial se ha detectado que muchos hombres mayores siguen estas publicaciones.
Con información de
unoentrerios