La IA y el impacto laboral, ¿los robots competirán por tu trabajo?
Viernes 24 de
Enero 2025
La doble cara de la inteligencia artificial. Oportunidades y desafíos en un mundo cada vez más automatizado.
Cada vez son más las tareas que pueden asumir los ordenadores y que no precisan de la intervención de trabajadores humanos. Para algunos analistas, la revolución tecnológica que se avecina nos librará de las tareas más pesadas, promoverá nuestra faceta creativa y permitirá que disfrutemos más y mejor de nuestro tiempo. Para otros, nos encontramos en la antesala de una crisis global sin precedentes, propiciada por una desaforada automatización, en la que se perderán cientos de millones de empleos de todo tipo y se acrecentarán las diferencias sociales.
Aunque hace ya tiempo que los líderes de las principales potencias económicas piden asesoramiento sobre los efectos y las consecuencias que tendrá para nuestra sociedad la inteligencia artificial (IA) y su implementación en todo tipo de procesos, la irrupción de este asunto en la calle, en las tertulias de amigos y las conversaciones familiares es bastante reciente. Una de las principales preguntas que nos hacemos alrededor de unas cervezas es esta: ¿llegarán los robots a quitarnos el trabajo?
Pero, según distintos estudios, el interrogante capital quizá debería ser el siguiente: ¿cuándo los robots harán todo nuestro trabajo?
La revolución robótica: ¿un futuro prometedor o una amenaza inminente?"
Estamos en los albores de una nueva revolución, y esta situación, la de encontrarse caminando irremisiblemente hacia algo de consecuencias desconocidas, siempre produce desasosiego. Desde la Revolución Industrial, la población mundial no se enfrentaba a un proceso que se sabe cómo comienza –de hecho, ya estamos experimentando algunos de los efectos de la implantación de la automatización– pero no cómo acaba.
Aun así, parece que, en principio, deberíamos ser optimistas en nuestras expectativas. Es posible que los robots acaben ocupando casi la totalidad de los actuales perfiles laborales, pero ello no significa necesariamente que los humanos vayamos a quedarnos sin medios para afrontar nuestro día a día
En la actualidad, la inteligencia artificial se centra en áreas como simuladores estratégicos, traducción de idiomas, vehículos autónomos y reconocimiento de imágenes. También está detrás de muchos servicios comerciales, caso de la planificación de viajes, los sistemas de recomendación para las compras online y los anuncios personalizados que aparecen mientras navegamos por internet.
Además, está encontrando aplicaciones importantes en el diagnóstico médico, la educación y la investigación. Puede decirse que, hasta ahora, esta tecnología nos ha traído beneficios sociales y ha contribuido a revitalizar la economía.
Pero esta solo es la primera fase en su desarrollo. La inteligencia artificial que hoy nos ayuda en distintas tareas se conoce como IA algorítmica. A medio plazo, la denominada IA autónoma será capaz de comportarse como nosotros y presentará, al menos, nuestras mismas habilidades cognitivas. Eso sí, analizará datos y tomará decisiones con una precisión, rapidez y seguridad muy superiores.
No obstante, aún tardará en llegar. Y además lo hará de manera gradual. Cuando se inventó la máquina de vapor, los más imaginativos ya adivinaban un futuro en el que nos desplazaríamos en artilugios que nos transportarían velozmente de un lugar a otro. Sin embargo, pese a que podía ser más o menos evidente que tal cosa acabaría sucediendo, el carro de caballos siguió existiendo durante mucho tiempo y, con él, los carreteros, los leñadores, los criadores y cuidadores de equinos, los herreros, los veterinarios, los fabricantes de aperos y sillas de montar… De hecho, estas actividades todavía perduran en nuestros días, aunque en mucha menor medida que en el siglo XIX. Lo mismo ocurrirá cuando se vaya implementando la IA.
En un reciente informe que tiene en cuenta veintisiete países de la OCDE, más Rusia y Singapur, los expertos de la consultora PricewaterhouseCoopers afirman que esta no tendrá un impacto significativo en el mercado laboral hasta más allá de 2030. Por ejemplo, en los inicios de la década de 2020, solo un 3 % de los empleos en España pudo verse amenazado por la automatización. Sin embargo, pocos años después, ese porcentaje aumentará rápidamente, hasta el 21 %, y alcanzará el 34 % a partir de 2030. Y esto es, como quien dice, pasado mañana. Será entonces cuando se iniciará la mencionada fase autónoma de la IA: esta empezará a hacerse cargo de tareas que exigen ciertas destrezas manuales y la resolución de problemas en el acto.
La economía y la política, en su sentido más amplio, determinarán hasta qué punto se pondrán en práctica las soluciones que ofrece esta tecnología. De este modo, en los países donde tiene un mayor peso la industria, un sector en el que es más fácil automatizar los procesos, el porcentaje de puestos de trabajo en riesgo será mayor.
Se calcula que será el 44 % en Eslovaquia; el 39 % en Italia; y el 37 % en Alemania. En otros países, donde la actividad está más concentrada en el sector servicios, como en Francia y el Reino Unido, la proporción de trabajos en peligro será del 37 % y el 30 %, respectivamente. En el norte de Europa, el fenómeno será más moderado: en Finlandia, rondará el 22 %, y en Suecia y en Noruega, el 25 %.
En España, el impacto de la implantación de la inteligencia artificial autónoma se dejará notar más en los varones, con un 39 % de posibles afectados frente a un 28 % de mujeres. Asimismo, mientras que el 14 % de los universitarios estaría en riesgo de perder el trabajo por causa de la automatización, esta podría llevarse por delante el del 44 % de las personas sin estudios o con una formación básica.
Nuestras vidas cambiarán, y es probable que todo ello suceda en el transcurso de la actual generación. Desde este momento, disponemos de algo más de una década para ir conformando nuestro perfil laboral y adquirir unas habilidades que nos den cierta ventaja a la hora de defender nuestro puesto de trabajo ante la eficiencia robótica. Los principales estudios coinciden en destacar tres ámbitos en los que la IA aún tardará en alcanzarnos: la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico y la creatividad.
¿Aliado o enemigo en el mercado laboral?
Aunque hace ya tiempo que los líderes de las principales potencias económicas piden asesoramiento sobre los efectos y las consecuencias que tendrá para nuestra sociedad la inteligencia artificial (IA) y su implementación en todo tipo de procesos, la irrupción de este asunto en la calle, en las tertulias de amigos y las conversaciones familiares es bastante reciente. Una de las principales preguntas que nos hacemos alrededor de unas cervezas es esta: ¿llegarán los robots a quitarnos el trabajo?
Pero, según distintos estudios, el interrogante capital quizá debería ser el siguiente: ¿cuándo los robots harán todo nuestro trabajo?
La revolución robótica: ¿un futuro prometedor o una amenaza inminente?"
Estamos en los albores de una nueva revolución, y esta situación, la de encontrarse caminando irremisiblemente hacia algo de consecuencias desconocidas, siempre produce desasosiego. Desde la Revolución Industrial, la población mundial no se enfrentaba a un proceso que se sabe cómo comienza –de hecho, ya estamos experimentando algunos de los efectos de la implantación de la automatización– pero no cómo acaba.
Aun así, parece que, en principio, deberíamos ser optimistas en nuestras expectativas. Es posible que los robots acaben ocupando casi la totalidad de los actuales perfiles laborales, pero ello no significa necesariamente que los humanos vayamos a quedarnos sin medios para afrontar nuestro día a día
La velocidad del cambio tecnológico
En la actualidad, la inteligencia artificial se centra en áreas como simuladores estratégicos, traducción de idiomas, vehículos autónomos y reconocimiento de imágenes. También está detrás de muchos servicios comerciales, caso de la planificación de viajes, los sistemas de recomendación para las compras online y los anuncios personalizados que aparecen mientras navegamos por internet.
Además, está encontrando aplicaciones importantes en el diagnóstico médico, la educación y la investigación. Puede decirse que, hasta ahora, esta tecnología nos ha traído beneficios sociales y ha contribuido a revitalizar la economía.
Pero esta solo es la primera fase en su desarrollo. La inteligencia artificial que hoy nos ayuda en distintas tareas se conoce como IA algorítmica. A medio plazo, la denominada IA autónoma será capaz de comportarse como nosotros y presentará, al menos, nuestras mismas habilidades cognitivas. Eso sí, analizará datos y tomará decisiones con una precisión, rapidez y seguridad muy superiores.
De la IA algorítmica a la IA autónoma
No obstante, aún tardará en llegar. Y además lo hará de manera gradual. Cuando se inventó la máquina de vapor, los más imaginativos ya adivinaban un futuro en el que nos desplazaríamos en artilugios que nos transportarían velozmente de un lugar a otro. Sin embargo, pese a que podía ser más o menos evidente que tal cosa acabaría sucediendo, el carro de caballos siguió existiendo durante mucho tiempo y, con él, los carreteros, los leñadores, los criadores y cuidadores de equinos, los herreros, los veterinarios, los fabricantes de aperos y sillas de montar… De hecho, estas actividades todavía perduran en nuestros días, aunque en mucha menor medida que en el siglo XIX. Lo mismo ocurrirá cuando se vaya implementando la IA.
Impacto después del 2030
En un reciente informe que tiene en cuenta veintisiete países de la OCDE, más Rusia y Singapur, los expertos de la consultora PricewaterhouseCoopers afirman que esta no tendrá un impacto significativo en el mercado laboral hasta más allá de 2030. Por ejemplo, en los inicios de la década de 2020, solo un 3 % de los empleos en España pudo verse amenazado por la automatización. Sin embargo, pocos años después, ese porcentaje aumentará rápidamente, hasta el 21 %, y alcanzará el 34 % a partir de 2030. Y esto es, como quien dice, pasado mañana. Será entonces cuando se iniciará la mencionada fase autónoma de la IA: esta empezará a hacerse cargo de tareas que exigen ciertas destrezas manuales y la resolución de problemas en el acto.
La economía y la política, en su sentido más amplio, determinarán hasta qué punto se pondrán en práctica las soluciones que ofrece esta tecnología. De este modo, en los países donde tiene un mayor peso la industria, un sector en el que es más fácil automatizar los procesos, el porcentaje de puestos de trabajo en riesgo será mayor.
Se calcula que será el 44 % en Eslovaquia; el 39 % en Italia; y el 37 % en Alemania. En otros países, donde la actividad está más concentrada en el sector servicios, como en Francia y el Reino Unido, la proporción de trabajos en peligro será del 37 % y el 30 %, respectivamente. En el norte de Europa, el fenómeno será más moderado: en Finlandia, rondará el 22 %, y en Suecia y en Noruega, el 25 %.
El posible impacto en España
En España, el impacto de la implantación de la inteligencia artificial autónoma se dejará notar más en los varones, con un 39 % de posibles afectados frente a un 28 % de mujeres. Asimismo, mientras que el 14 % de los universitarios estaría en riesgo de perder el trabajo por causa de la automatización, esta podría llevarse por delante el del 44 % de las personas sin estudios o con una formación básica.
Nuestras vidas cambiarán, y es probable que todo ello suceda en el transcurso de la actual generación. Desde este momento, disponemos de algo más de una década para ir conformando nuestro perfil laboral y adquirir unas habilidades que nos den cierta ventaja a la hora de defender nuestro puesto de trabajo ante la eficiencia robótica. Los principales estudios coinciden en destacar tres ámbitos en los que la IA aún tardará en alcanzarnos: la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico y la creatividad.
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