Una sola obsesión, déficit cero; y que el resto se acomode
Por:
Gustavo Bazzan
Martes 17 de
Septiembre 2024
Para Milei el presupuesto es equilibrio fiscal, y no mucho más. Las variables que acompañan al mensaje que llegó al Congreso parecen tenerlo sin cuidado, mientras no se gaste más que lo que ingresa.
Quienes estuvieron cerca del Presidente Javier Milei elaborando el mensaje de presentación del Presupuesto 2025 sabían de sobra que a la Casa Rosada le importaba poco ahondar en detalles sobre las miles de variables y partidas que se juegan cada vez que se discute cómo se va a repartir la plata.
El único punto de interés que quería marcar Milei era el de equilibrio fiscal total, es decir que los ingresos que se obtengan en 2025 tienen que alcanzar para pagar los gastos, más los intereses de la deuda, cuestión de que no falte ni un solo peso ni haya que salir a pedirlo prestado.
Bajo esa premisa, a Milei posiblemente lo tenga sin cuidado cuál va a ser el crecimiento del PBI, o el tipo de cambio al final del año que viene, la inflación o el resultado de la balanza comercial, por decir algo. Es posible que tampoco le interese especular en qué momento se abrirá el cepo.
En la cabeza de Milei, la lógica que funciona es esta: si hay equilibrio fiscal el resto de las cosas se van a acomodar, para bien, solas. En otras palabras, si hay equilibrio fiscal, todo lo demás importa poco. O dicho de otra manera, Milei cree que el equilibrio fiscal, innegociable, desde ya, ordenará a toda la economía.
Busca ponerse por encima de las previsibles batallas campales que se desatarán en las comisiones de presupuesto de Diputados y Senadores. Allí los funcionarios irán a explicar dentro de lo posible cómo alcanzarán la meta planteada por Milei, la oposición dirá que tales proyecciones son puros dibujos, intentarán aumentar partidas para determinados gastos y lo más probable es que se encuentren con la negativa de los funcionarios, si el aumento para la partida X no está acompañado por su correspondiente financiamiento, que deberá surgir del recorte de la partida Y.
Si la oposición impone sus votos, el final es previsible: impugnación o veto presidencial.
Para los funcionarios, es esencial insistir en lo que ellos llaman “compromiso fiscal”. Es lo que vienen mostrando hace nueve meses: recorte del gasto más allá de las protestas. Desde diciembre avanzaron con motosierra y licuadora, y por allí pasaron las partidas discrecionales a las provincias, el gasto previsional, los subsidios, las paritarias de los empleados estatales, las partidas para la obra pública.
Y se ve además que las encuestas siguen diciéndoles a Milei y su equipo que una buena parte de la sociedad aún tolera esa melodía. Tal vez esa tolerancia explique el aparente bajo interés -en términos de rating televisivo- que registró la cadena nacional que ocupó una hora de la noche del domingo. Para lo que fueron los últimos presupuestos, pareciera que el contenido radicalmente distinto del discurso de Milei no despertó gran interés fuera de círculo rojo. ¿Apoyo tácito?
Pero es cierto también que los mercados, que guste o no votan todos los días, aprobaron -al menos este lunes- el menú que exhibió el Gobierno.
Resta el test de la calle. Milei llegó a septiembre con la sensación de que la actividad económica tocó piso en algún momento del segundo trimestre. Y aunque la salida en V pasó al olvido, la esperanza oficial es que a partir de ahora los datos positivos deberían superar a los negativos. La impresión es que la recuperación no será pareja y los datos de consumo masivo siguen siendo preocupantes. Milei está convencido de que el déficit 0 es más importante que todo esto.
El único punto de interés que quería marcar Milei era el de equilibrio fiscal total, es decir que los ingresos que se obtengan en 2025 tienen que alcanzar para pagar los gastos, más los intereses de la deuda, cuestión de que no falte ni un solo peso ni haya que salir a pedirlo prestado.
Bajo esa premisa, a Milei posiblemente lo tenga sin cuidado cuál va a ser el crecimiento del PBI, o el tipo de cambio al final del año que viene, la inflación o el resultado de la balanza comercial, por decir algo. Es posible que tampoco le interese especular en qué momento se abrirá el cepo.
En la cabeza de Milei, la lógica que funciona es esta: si hay equilibrio fiscal el resto de las cosas se van a acomodar, para bien, solas. En otras palabras, si hay equilibrio fiscal, todo lo demás importa poco. O dicho de otra manera, Milei cree que el equilibrio fiscal, innegociable, desde ya, ordenará a toda la economía.
Busca ponerse por encima de las previsibles batallas campales que se desatarán en las comisiones de presupuesto de Diputados y Senadores. Allí los funcionarios irán a explicar dentro de lo posible cómo alcanzarán la meta planteada por Milei, la oposición dirá que tales proyecciones son puros dibujos, intentarán aumentar partidas para determinados gastos y lo más probable es que se encuentren con la negativa de los funcionarios, si el aumento para la partida X no está acompañado por su correspondiente financiamiento, que deberá surgir del recorte de la partida Y.
Si la oposición impone sus votos, el final es previsible: impugnación o veto presidencial.
Para los funcionarios, es esencial insistir en lo que ellos llaman “compromiso fiscal”. Es lo que vienen mostrando hace nueve meses: recorte del gasto más allá de las protestas. Desde diciembre avanzaron con motosierra y licuadora, y por allí pasaron las partidas discrecionales a las provincias, el gasto previsional, los subsidios, las paritarias de los empleados estatales, las partidas para la obra pública.
Y se ve además que las encuestas siguen diciéndoles a Milei y su equipo que una buena parte de la sociedad aún tolera esa melodía. Tal vez esa tolerancia explique el aparente bajo interés -en términos de rating televisivo- que registró la cadena nacional que ocupó una hora de la noche del domingo. Para lo que fueron los últimos presupuestos, pareciera que el contenido radicalmente distinto del discurso de Milei no despertó gran interés fuera de círculo rojo. ¿Apoyo tácito?
Pero es cierto también que los mercados, que guste o no votan todos los días, aprobaron -al menos este lunes- el menú que exhibió el Gobierno.
Resta el test de la calle. Milei llegó a septiembre con la sensación de que la actividad económica tocó piso en algún momento del segundo trimestre. Y aunque la salida en V pasó al olvido, la esperanza oficial es que a partir de ahora los datos positivos deberían superar a los negativos. La impresión es que la recuperación no será pareja y los datos de consumo masivo siguen siendo preocupantes. Milei está convencido de que el déficit 0 es más importante que todo esto.