El primer ministro de Japón anunció su renuncia, golpeado por escándalos y una baja popularidad
Miércoles 14 de
Agosto 2024
Fumio Kishida dejará el cargo y el liderazgo de su partido después de casi tres años marcados por un aumento del costo de vida y el rearme de las fuerzas niponas
TOKIO.- El primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunció el miércoles que renuncia a la reelección como líder de su partido y, en consecuencia, a seguir al frente del gobierno de la cuarta economía mundial, sucumbiendo al descontento de la opinión pública por los escándalos políticos y el aumento del costo de vida que empañaron sus tres años de mandato.
Su Partido Liberal Democrático (PLD), la formación conservadora que ha gobernado Japón casi sin interrupción desde 1945, elegirá en septiembre a su nuevo presidente que, siguiendo la tradición nipona, asumirá también las riendas del gobierno.
En el poder desde octubre de 2021, el primer ministro de 67 años, cuya imagen ha quedado lastrada por la inflación y escándalos político-financieros en su partido, anunció en una rueda de prensa a seguir en la presidencia de la formación.
“Es necesario demostrar al pueblo que el PLD está cambiando y que el partido es un nuevo PLD”, dijo en su conferencia en Tokio. “Para esto, son importantes unas elecciones transparentes y abiertas, y un debate libre y vigoroso. El primer paso más obvio para demostrar que el PLD va a cambiar es que yo me haga a un lado”, argumentó.
“He tomado esta dura decisión pensando en el público, con la firme voluntad de impulsar la reforma política”, dijo.
Los índices de popularidad de Kishida cayeron en picada hasta un 25% después de que asumiera el cargo en 2021 tras las revelaciones sobre los vínculos del PLD con la controvertida Iglesia de la Unificación. Su aprobación volvió a resentirse cuando salió a la luz un fondo ilícito de donaciones políticas no registradas realizadas en actos de recaudación de fondos del PLD. También se enfrentó al descontento de la opinión pública cuando los salarios no pudieron seguir el ritmo del aumento del costo de la vida y Japón se sacudió finalmente años de presión deflacionista.
En noviembre anunció un paquete de estímulo de más de 100.000 millones de dólares para revitalizar la economía, pero eso no remedió el malestar tanto entre los votantes como en su propio partido.
Además de la inflación, novedosa para muchos japoneses tras décadas de estancamiento y deflación, el crecimiento económico se ralentizó y el yen se desplomó, encareciendo todavía más los productos importados.
Criticado internamente, Kishida, que escapó a un ataque con una bomba casera el año pasado, ha gozado de buena imagen entre los países occidentales por su firme apoyo a Ucrania desde la invasión rusa y su inversión en defensa tras décadas de estricto pacifismo en Japón.
Kishida podría haber gobernado teóricamente hasta 2025, pero en el archipiélago asiático crecían las especulaciones de un posible anticipo electoral para intentar apuntalar su posición.
Muchos dirigentes del PLD consideraban que la formación, que acumula tres derrotas en comicios locales este año, podría salir muy mal parada de unas elecciones anticipadas, informó la cadena NHK.
“Un primer ministro en funciones del PLD no puede presentarse a las elecciones presidenciales del partido a menos que tenga asegurada la victoria”, afirma Koichi Nakano, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Sophia. “Es como los yokozunas grandes campeones de sumo. No sólo se gana, sino que hay que ganar con elegancia”.
Durante su mandato como el octavo líder japonés más longevo de la posguerra, Kishida rompió con la política económica anterior al evitar la economía de goteo impulsada por los beneficios corporativos para centrarse en aumentar los ingresos de los hogares, incluyendo aumentos salariales y promoviendo la propiedad compartida.
Sacó a Japón de la pandemia del Covid-19 con un gasto de estímulo masivo y también nombró al académico Kazuo Ueda gobernador del Banco de Japón (BoJ) para guiar al país fuera del estímulo monetario radical de su predecesor. En julio, el BoJ subió inesperadamente los tipos de interés a medida que se afianzaba la inflación, lo que contribuyó a la inestabilidad del mercado bursátil y provocó una fuerte subida del yen.
La salida de Kishida podría significar un endurecimiento de las condiciones fiscales y monetarias, dependiendo del candidato, dijo Shoki Omori, estratega jefe de la sección de Japón de Mizuho Securities en Tokio.
El mandato de Kishida también ha estado marcado por un entorno de seguridad cambiante que ha llevado a Japón a revisar su política tradicionalmente pacifista. Presentó el mayor despliegue militar de Japón desde la Segunda Guerra Mundial, con el compromiso de duplicar el gasto en defensa para disuadir a la vecina China de perseguir sus ambiciones territoriales en Asia Oriental mediante la fuerza militar.
Alentado por Washington, el primer ministro se comprometió a duplicar para 2027 su gasto de defensa al 2% del PIB recomendado por la OTAN, aunque no forme parte de la alianza.
Con un “firme liderazgo”, Kishida “ayudó a construir un entramado de alianzas de seguridad en toda la región del Indo-Pacífico que perdurará al paso del tiempo”, lo alabó el embajador estadounidense Rahm Emanuel.
A instancias de Washington, Kishida también reparó las tensas relaciones entre Japón y Corea del Sur, permitiendo a ambos países y a su aliado mutuo, Estados Unidos, intensificar la cooperación en materia de seguridad contra la amenaza de los programas de misiles y armas nucleares de Corea del Norte.
El sucesor de Kishida al frente del PLD se enfrentará a la tarea de restaurar la confianza del público en el partido y hacer frente al aumento del costo de la vida, la escalada de las tensiones geopolíticas con China y el posible regreso de Donald Trump como presidente de Estados Unidos el año que viene.
El exministro de Defensa Shigeru Ishiba ya se postuló como posible sustituto de Kishida, afirmando que le gustaría “cumplir con su deber” si obtuviera el apoyo suficiente, según informó la cadena pública NHK. Otros nombres que se barajan como posibles aspirantes son los de la ministra de Asuntos Exteriores, Yoko Kamikawa, el ministro de Asuntos Digitales, Taro Kono, el exministro de Medio Ambiente, Shinjiro Koizumi, y el ministro de Seguridad Económica,
Los expertos afirman que el PLD tendrá que elegir una cara nueva que rompa con los escándalos si quiere sobrevivir a unas elecciones generales previstas para el tercer trimestre de 2025.
Su Partido Liberal Democrático (PLD), la formación conservadora que ha gobernado Japón casi sin interrupción desde 1945, elegirá en septiembre a su nuevo presidente que, siguiendo la tradición nipona, asumirá también las riendas del gobierno.
En el poder desde octubre de 2021, el primer ministro de 67 años, cuya imagen ha quedado lastrada por la inflación y escándalos político-financieros en su partido, anunció en una rueda de prensa a seguir en la presidencia de la formación.
“Es necesario demostrar al pueblo que el PLD está cambiando y que el partido es un nuevo PLD”, dijo en su conferencia en Tokio. “Para esto, son importantes unas elecciones transparentes y abiertas, y un debate libre y vigoroso. El primer paso más obvio para demostrar que el PLD va a cambiar es que yo me haga a un lado”, argumentó.
“He tomado esta dura decisión pensando en el público, con la firme voluntad de impulsar la reforma política”, dijo.
Los índices de popularidad de Kishida cayeron en picada hasta un 25% después de que asumiera el cargo en 2021 tras las revelaciones sobre los vínculos del PLD con la controvertida Iglesia de la Unificación. Su aprobación volvió a resentirse cuando salió a la luz un fondo ilícito de donaciones políticas no registradas realizadas en actos de recaudación de fondos del PLD. También se enfrentó al descontento de la opinión pública cuando los salarios no pudieron seguir el ritmo del aumento del costo de la vida y Japón se sacudió finalmente años de presión deflacionista.
En noviembre anunció un paquete de estímulo de más de 100.000 millones de dólares para revitalizar la economía, pero eso no remedió el malestar tanto entre los votantes como en su propio partido.
Además de la inflación, novedosa para muchos japoneses tras décadas de estancamiento y deflación, el crecimiento económico se ralentizó y el yen se desplomó, encareciendo todavía más los productos importados.
Criticado internamente, Kishida, que escapó a un ataque con una bomba casera el año pasado, ha gozado de buena imagen entre los países occidentales por su firme apoyo a Ucrania desde la invasión rusa y su inversión en defensa tras décadas de estricto pacifismo en Japón.
Kishida podría haber gobernado teóricamente hasta 2025, pero en el archipiélago asiático crecían las especulaciones de un posible anticipo electoral para intentar apuntalar su posición.
Muchos dirigentes del PLD consideraban que la formación, que acumula tres derrotas en comicios locales este año, podría salir muy mal parada de unas elecciones anticipadas, informó la cadena NHK.
“Un primer ministro en funciones del PLD no puede presentarse a las elecciones presidenciales del partido a menos que tenga asegurada la victoria”, afirma Koichi Nakano, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Sophia. “Es como los yokozunas grandes campeones de sumo. No sólo se gana, sino que hay que ganar con elegancia”.
Durante su mandato como el octavo líder japonés más longevo de la posguerra, Kishida rompió con la política económica anterior al evitar la economía de goteo impulsada por los beneficios corporativos para centrarse en aumentar los ingresos de los hogares, incluyendo aumentos salariales y promoviendo la propiedad compartida.
Sacó a Japón de la pandemia del Covid-19 con un gasto de estímulo masivo y también nombró al académico Kazuo Ueda gobernador del Banco de Japón (BoJ) para guiar al país fuera del estímulo monetario radical de su predecesor. En julio, el BoJ subió inesperadamente los tipos de interés a medida que se afianzaba la inflación, lo que contribuyó a la inestabilidad del mercado bursátil y provocó una fuerte subida del yen.
La salida de Kishida podría significar un endurecimiento de las condiciones fiscales y monetarias, dependiendo del candidato, dijo Shoki Omori, estratega jefe de la sección de Japón de Mizuho Securities en Tokio.
El mandato de Kishida también ha estado marcado por un entorno de seguridad cambiante que ha llevado a Japón a revisar su política tradicionalmente pacifista. Presentó el mayor despliegue militar de Japón desde la Segunda Guerra Mundial, con el compromiso de duplicar el gasto en defensa para disuadir a la vecina China de perseguir sus ambiciones territoriales en Asia Oriental mediante la fuerza militar.
Alentado por Washington, el primer ministro se comprometió a duplicar para 2027 su gasto de defensa al 2% del PIB recomendado por la OTAN, aunque no forme parte de la alianza.
Con un “firme liderazgo”, Kishida “ayudó a construir un entramado de alianzas de seguridad en toda la región del Indo-Pacífico que perdurará al paso del tiempo”, lo alabó el embajador estadounidense Rahm Emanuel.
A instancias de Washington, Kishida también reparó las tensas relaciones entre Japón y Corea del Sur, permitiendo a ambos países y a su aliado mutuo, Estados Unidos, intensificar la cooperación en materia de seguridad contra la amenaza de los programas de misiles y armas nucleares de Corea del Norte.
El sucesor de Kishida al frente del PLD se enfrentará a la tarea de restaurar la confianza del público en el partido y hacer frente al aumento del costo de la vida, la escalada de las tensiones geopolíticas con China y el posible regreso de Donald Trump como presidente de Estados Unidos el año que viene.
El exministro de Defensa Shigeru Ishiba ya se postuló como posible sustituto de Kishida, afirmando que le gustaría “cumplir con su deber” si obtuviera el apoyo suficiente, según informó la cadena pública NHK. Otros nombres que se barajan como posibles aspirantes son los de la ministra de Asuntos Exteriores, Yoko Kamikawa, el ministro de Asuntos Digitales, Taro Kono, el exministro de Medio Ambiente, Shinjiro Koizumi, y el ministro de Seguridad Económica,
Los expertos afirman que el PLD tendrá que elegir una cara nueva que rompa con los escándalos si quiere sobrevivir a unas elecciones generales previstas para el tercer trimestre de 2025.
Con información de
La Nación