“Soy el más calificado para ganar”: Joe Biden tuvo un desliz, pero se mostró sólido y defendió su candidatura presidencial

Por: Rafael Mathus Ruiz
Viernes 12 de Julio 2024

El mandatario cerró la cumbre de la OTAN con una muy esperada conferencia de prensa en la que intentó despejar las dudas sobre su vitalidad para liderar la campaña por la reelección; antes, tuvo un lapsus al llamar “Putin” a Zelensky
Acorralado, con su candidatura cuestionada como nunca, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se paró detrás del atril para un evento poco habitual en su gestión: una conferencia de prensa en solitario. Biden cerró este jueves la cumbre de los líderes de la OTAN, quienes se encerraron durante dos días en Washington para fortalecer el bloque occidental y blindar a Ucrania de la amenaza de Rusia y Vladimir Putin. Pero el tema en mente de todos era otro: si Biden logrará salvar su campaña, y sobrevivir la rebelión a cielo abierto en el Partido Demócrata para bajarlo de la pelea por la Casa Blanca.
 
“No estoy en esto por mi legado. Estoy en esto para completar el trabajo que empecé”, insistió Biden, desoyendo, una vez más, las presiones de los demócratas para que dé un paso al costado al responder preguntas de los periodistas, casi todas enfocadas en su futuro político, y no en la cumbre a la que Biden, el anfitrión, le ponía punto final.
 
“Estoy determinado a competir”; dijo sobre el final, y prometió mostrarse más en campaña. “Tengo que terminar este trabajo, tengo que terminar este trabajo. Hay tanto en juego”, remarcó.
 
Más enérgico y firme, Biden habló y respondió preguntas por casi una hora al cierre de un día largo con dos sesiones de trabajo, una bilateral y un acto con Volodimir Zelensky y otros líderes. Volvió a afirmar que es “la persona más calificada para hacer el trabajo” –algo que muchos demócratas descreen–, defendió de manera enfática los logros de su gestión, dijo que la cumbre de la OTAN había sido un éxito, una prueba de su liderazgo, prometió fortalecer la alianza y defender a Kiev, y también aprovechó para desviarse a la campaña: atacó a Donald Trump, mencionó la caída de la inflación –un dato favorable, fuera de la temática de la conferencia–, y ató el futuro de la OTAN y del mundo al desenlace de la elección.
 
“Cada norteamericano se tiene que preguntar. ¿Estamos más seguros con la OTAN? ¿Usted está más seguro? ¿Su familia está más segura?”, preguntó.
 
A tono con la discusión política, Biden respondió preguntas sobre la vicepresidenta Kamala Harris, si cree que puede ganarle a Trump si llega a ser candidata –ya circulan encuestas que la miden al frente de una nueva fórmula–, y si cree que está capacitada para ser presidente.
 
“Ella está calificada para ser presidente. Es por eso que la elegí”, respondió.
 
Biden se confundió en otra respuesta y llamó a Harris “vicepresidente Trump”. No fue el único lapsus del día. Antes de su conferencia, Biden tuvo otro gaffe que empañó aún más su ya muy complicada semana: luego de un discurso sobre el respaldo del bloque a Ucrania, se confundió al presentar al presidente Volodimir Zelensky al llamarlo “presidente Putin”.
 
Gaffe con Zelensky
 
Al finalizar su discurso en la presentación del “Compacto de Ucrania”, un grupo de 19 países y la Unión Europea (UE) que han negociado y firmado acuerdos bilaterales de seguridad con Ucrania, Biden dijo: “Y ahora quiero pasar al presidente de Ucrania, que tiene tanto coraje como determinación. Señoras y señores, el presidente Putin”. Biden se dio vuelta para dejar el podio, pero se dio cuenta rápidamente del pifie, volvió al atril y se corrigió: “¿Presidente Putin? ¡Va a vencer al presidente Putin! Presidente Zelensky. Estoy tan enfocado en derrotar a Putin, tenemos que preocuparnos por eso”, dijo.
 
“Soy mejor”, le dijo Zelensky. “Mucho mejor”, le respondió el presidente norteamericano.
 
La semana había comenzado con un nuevo intento de Biden por asfixiar la presión y el fuego amigo para que dé un paso al costado, y permita que los demócratas elijan otro candidato, más joven, para enfrentar a Trump. Y cerró con Biden mucho más acorralado, bajo una presión agobiante que transformó a la conferencia de prensa en un nuevo round en la pelea diaria por su supervivencia política. La cumbre de la OTAN pasó casi desapercibida en medio de la crisis de la candidatura del mandatario.
 
El lunes, Biden había enviado una carta al Congreso en la que pidió a los legisladores que se sumen para derrotar a Trump, y les dijo que estaba “firmemente determinado” a seguir en carrera. Luego, Biden dio una improvisada entrevista al programa “Morning Joe”, que también fue criticada, para insistir en su postura.
 
“La conclusión acá es que no nos vamos a ninguna parte; yo no me voy a ninguna parte”, dijo.
 
La crisis parecía comenzar a ceder. No duró. Todos los intentos de Biden y su campaña para dejar atrás el calamitoso debate con Trump –que a esta altura ya alteró la campaña presidencial como ningún otro debate en la historia– resultaron infructuosos, inútiles a la hora de aplacar la ofensiva desatada por el pánico entre los demócratas a una estrepitosa derrota en las próximas elecciones, o, peor aún, recalentaron la interna y empeoraron la crisis. Con el correr de los días, los llamados para que Biden reconsidere su decisión se multiplicaron y la presión creció.
 
Nancy Pelosi, aliada histórica de Biden, arrojó más dudas sobre el futuro del presidente al afirmar que debía tomar una decisión, pese a que Biden ya había dejado en claro cuál era su decisión.
 
“Quiero que haga lo que decida hacer. Y así es como es. Lo que él decida, lo aceptaremos”, apuntó.
 
Mientras Biden recibía a los líderes de la OTAN, la rebelión demócrata contra sumó más voces. El domingo, cinco congresistas habían pedido que se bajara. Antes de la conferencia, ya eran 14. Varios congresistas esperaban a ver el desempeño de Biden para decidir si pedían públicamente o no un paso al costado. Otros ni siquiera esperaron. Hillary Scholten, demócrata de Michigan, uno de los estados “pendulares” que decidirá el futuro del país, dijo este jueves en un mensaje en sus redes que, “por el bien de nuestra democracia”, Biden debía pasar la posta a un nuevo candidato. Biden estaba por esas horas reunido con los otros 31 líderes de la OTAN.
 
El líder demócrata en la Cámara baja, Hakeem Jeffries, otro aliado de Biden que le dio su respaldo tras el debate, y que ha forcejeado en los últimos días para contener la cada vez más ancha grieta interna por la candidatura, dijo que planeaba una reunión con la cúpula para decidir “el próximo paso”, la enésima señal de que la conversación sobre el futuro de Biden y los demócratas seguía abierta.
 
A la rosca partidaria se sumaba un inagotable goteo de titulares explosivos en los medios que estiraba el calvario de Biden y su campaña, y, también, el de los demócratas.
 
“Demócratas poderosos furiosos porque se ocultó el declive de Biden”, leia una apertura de CNN. The New York Times publicó un artículo, desmentido rápidamente por la Casa Blanca, que reportaba dudas instaladas ya dentro del círculo de Biden: “Algunos asesores de Biden están discutiendo cómo convencerlo de que se corra”. Andrew Bates, uno de los voceros de la Casa Blanca, retuiteó la nota con una desmentida: “Inequívocamente, esto no es cierto. El equipo del presidente Biden lo respalda firmemente”, afirmó. “Biden enfrenta su punto más bajo desde el debate”, decía Politico antes de la conferencia. The Washington Post publicó una encuesta que mostraba pocos movimientos en el respaldo a Biden o Trump, pero mostró que el 67% del país quiere que Biden se baje.
 
La corrosiva interna y la cobertura mediática a la que parecían sometidos Biden, su campaña y los demócratas tapaba no solo a la campaña rival de Donald Trump –contrario al plan original demócrata de ponerlo en el centro de la discusión–, sino también a las buenas noticias: Estados Unidos tuvo en junio una deflación mensual del 0,1%, el primer gran alivio desde la pandemia del coronavirus en el costo de vida. Pero esa noticia pasó largamente ignorada en medio del ruido político.
 
Por todo esto, la conferencia de prensa, la 37º de la presidencia de Biden, y la primera en solitario desde noviembre del año anterior, se había convertido en el último test de un presidente que, por su vejez, parece condenado a rendir examen todos los días sobre su salud mental, y su fortaleza para cargar con la presidencia de la primera potencia global.
 
“Creo que soy el más calificado para gobernar, y el más calificado para ganar. Otros pueden ganarle a Trump, pero tienen que empezar de cero”, cerró.

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