Intrigas vaticanas: un exalto funcionario clama justicia y denuncia que el Papa fue engañado

Lunes 01 de Julio 2024

Libero Milone, el primer revisor general de la Santa Sede, presentará una apelación contra la Santa Sede, a la que acusa por millonarios daños a él y a su brazo derecho, que murió el año pasado y que dejó un video escalofriante
El 19 de junio de 2017, hace siete años, la vida cambió dramáticamente para Libero Milone. Dos años después de haberse convertido en el primer revisor general de la historia de la Santa Sede, este experto contable con vasta experiencia internacional y currículum intachable fue expulsado y obligado a renunciar por la que él llama “la vieja guardia” del Vaticano. Milone denuncia que esta le armó una “cama” y lo identificó como “un enemigo” porque, cumpliendo con su rol, estaba sacando a flote gigantescas irregularidades y oscuros negocios millonarios a la sombra de la cúpula de San Pedro.
 
“Lo engañaron al Papa, fabricaron información falsa según la cual yo había espiado a cardenales y cometido otros crímenes de los que nunca hubo ni documentación, ni pruebas y arruinaron mi carrera y mi buen nombre para siempre: al margen de la violencia y el maltrato que sufrí de parte de la Gendarmería vaticana cuando me interrogó y allanó mi oficina durante más de diez horas ese 19 de junio, nunca más pude volver a trabajar y mi reputación quedó dañada. ¿Y por qué? Sólo porque hice de manera correcta mi trabajo, que, según el mandato del Papa, era el de hacer limpieza en las finanzas del Vaticano, pero eso fue imposible porque me lo impidieron”, afirmó Milone ante un reducido grupo de periodistas -entre los cuales, LA NACION-, en la oficina de sus abogados de la elegante via dei Monti Parioli de esta capital.
 
En una audiencia prevista para este miércoles, 3 de julio, sus letrados apelarán una sentencia de enero pasado del tribunal del Vaticano, que rechazó un pedido de indemnización por daños a la Santa Sede de más de 9 millones de euros. Se trata de una causa civil presentada por Milone después de cinco años de haber intentado una mediación con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, no sólo por ese escandaloso despido, sino también, porque esa expulsión, que involucró también a su segundo, Ferruccio Panicco, terminó anticipando su muerte por un cáncer de próstata.
 
Milone, de 75 años, mostró y dio acceso a un escalofriante video grabado por Panicco pocos días antes de morir, el 21 de junio de 2023. En estas imágenes este revisor adjunto, de 63 años y ya muy deteriorado, denuncia que, como el Vaticano, que también lo trató en forma violenta y lo obligó a renunciar, nunca le devolvió la documentación médica secuestrada que guardaba en su oficina sobre su enfermedad, esto demoró su tratamiento y aceleró su final. “Pediría a los responsables de todo esto que intervengan para un resarcimiento porque ha habido daños, que son claramente evidentes y que nunca han sido reparados. Les pido a todos, a su eminencia el cardenal Parolin (Pietro, secretario de Estado), pero también a Su Santidad, el papa Francisco, que puedan ponerle fin a esta injusticia hacia mí, hacia el doctor Milone y hacia nuestras familias”, clama.
 
Luego de 40 años de carrera que lo llevaron a ser director mundial de recursos humanos de Deloitte & Touche, Milone, experto contable reconocido en todo el mundo, que trabajó en otras grandes empresas como Wind, Fiat, Telecom, entre otras, aceptó en junio de 2015 ser el primer auditor general de la Santa Sede. La figura del auditor general había sido creada por Francisco en 2014, cuando también instituyó la Secretaría para la Economía. El titular de este nuevo cargo de control depende directamente del Papa y tiene el poder de involucrarse, con el fin de auditar balances y cuentas, allí donde lo crea necesario en el Estado de la Ciudad del Vaticano.
 
“Me vinieron a buscar de una gran empresa internacional, aunque yo nunca busqué este trabajo, no me interesaba”, evocó Milone, que destacó que poco después de asumir, su PC fue violada, en un primer misterioso mini escándalo. Pese a ello, comenzó a hacer su trabajo de auditor con entusiasmo en un mundo para él desconocido, donde, según cayó en la cuenta, jamás se habían aplicado las reglas más básicas de control, sino donde reinaba una “deliberada desorganización”. Enseguida, junto al ya fallecido cardenal australiano George Pell, entonces prefecto de la Secretaría para la Economía, encontró enormes resistencias y obstrucción a la hora de pedir cuentas, balances e información para cumplir con su mandato de limpieza y control. Algo que, inevitablemente, hizo que tanto él, como el cardenal Pell, fueran identificados como “enemigos a eliminar” por la “vieja guardia”.
 
Milone respondía directamente al Papa, con quien, al principio, se reunía regularmente, cada tres o cuatro semanas. “Pero, misteriosamente, a partir del 1 de abril de 2016, no tuve más acceso. Su entorno me bloqueó y nunca más pude verlo, pese a mis cartas y pedidos”, indicó. Y no fue casual: en ese momento estaba descubriendo la punta de un iceberg de impunidad, irregularidades y negocios oscuros en diversas oficinas pontificias, que iban desde la Secretaría de Estado entonces dominada por el sustituto y ex cardenal Angelo Becciu (condenado en diciembre pasado en primer grado por corrupción y desmanejos en una fallida inversión inmobiliaria en Londres), a la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), manejada entonces por el cardenal Domenico Calcagno, próximo al cuestionado cardenal Tarcisio Bertone, muy influyente en el anterior pontificado, y a diversos otros dicasterios. Milone metió sus narices incluso en ingentes desvíos de dinero que implicaban el hospital pediátrico Bambin Gesú del Vaticano y cardenales, así como al ex poderoso comandante de la Gendarmería, Domenico Giani y al conocido abogado estadounidense Jeffrey Lena, defensor de la Santa Sede en el escándalo de abusos, que habría cobrado unos 2,5 millones de dólares de las arcas del Vaticano entre 2012 y 2016.
 
“Porque cumplimos nuestro mandato de hacer limpieza, nos expulsaron. Fuimos identificados como enemigos porque hicimos las cosas bien”, comentó Milone, que recordó que fue el cardenal Becciu quien le anunció el 19 de junio de 2017 que “el Papa había perdido la confianza” en él. Y que fue Giani, después, quien en forma violenta le pidió que confesara, le anunció que había una investigación penal en su contra por espionaje y peculado, lo amenazó con un arresto si no firmaba una carta de renuncia con una fecha equivocada y que allanó la oficina secuestrándole celular, IPad y todas sus pertenencias. “Curiosamente, al día siguiente, cuando recuperé mi celular, tuve un llamado del cardenal Parolin que me preguntaba qué había pasado”, evocó Milone, que está convencido de que la “vieja guardia” le tendió una cama, inventando pruebas y acusaciones falsas para deshacerse de él, “un intruso” y que, al Papa, lo engañaron. “Al Santo Padre nunca le contaron la verdadera historia, creo que él actuó de buena fe al ver un documento inventado que me incriminaba. Pero yo nunca espié a nadie, sino que confundieron lo que es una auditoría con espionaje”, aseguró. “Le escribí siete veces al Papa pidiéndole que me recibiera, para poderle explicar, pero evidentemente jamás le hicieron llegar mis cartas. De poder verlo, le advertiría al Papa que con su objetivo de limpieza está pasando lo opuesto y si quiero que todo esto se sepa es para ayudar al bien de la Iglesia católica, cuyas finanzas no están para nada bien”, agregó.
 
El actual revisor general de la Santa Sede “ad interim” es Alessandro Cassinis Righini, que en su momento fue llamado por Milone para ser uno de sus adjuntos. Sus abogados sospechan que podría haber sido cómplice de la “vieja guardia” en el plan urdido para eliminarlo.
 
Al cumplirse el 19 de junio pasado el séptimo aniversario de esa expulsión que “devastó” su vida y aceleró la muerte de Panicco y al prepararse para apelar un fallo que desestimó su pedido de indemnización por un motivo absurdo, es decir, que Becciu actuó como “ciudadano privado”, Milone dejó en claro que no bajará los brazos.
 
“No hice nada malo, soy una persona honesta, hice lo que me pidieron, seguí las reglas y voy a seguir luchando para que haya justicia”, clamó. En verdad escéptico en cuanto a que pueda prosperar su reclamo ante la Santa Sede, que impuso “un muro de goma” a su causa porque, según alertó, podría convertirse en una “caja de Pandora”, advirtió, finalmente, que está listo a ir más allá. Y a presentar su reclamo en contra del Vaticano ante una instancia superior: la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Con información de La Nación

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