Contaminación del aire: dos estudios analizaron nuevas consecuencias en la salud humana
Domingo 02 de
Junio 2024
Por un lado, expertos del Reino Unido investigaron los riegos en la salud mental tras la exposición a partículas contaminantes durante el embarazo y los primeros años de vida. Además, una revisión planteó posibles efectos en el sistema digestivo.
En el escenario de desafíos que enfrenta el planeta a nivel climático, la contaminación del aire se destaca como uno persistente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la contaminación del aire (tanto el exterior como el de interiores) es la presencia en él de agentes químicos, físicos o biológicos que alteran las características naturales de la atmósfera”.
“Los aparatos domésticos de combustión, los vehículos de motor, las instalaciones industriales y los incendios forestales son fuentes habituales de contaminación de aire. Los más preocupantes para la salud pública son las partículas en suspensión, el monóxido de carbono, el ozono, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. Los efectos combinados de la contaminación del aire ambiente y la del aire doméstico se asocian a 6,7 millones de muertes prematuras cada año”, dice la OMS.
Antes que nada, cabe hacer un repaso sobre el concepto de contaminación del aire. Timoteo Marchini, investigador del Conicet en el Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL) e investigador en el Departamento de Cardiología del Hospital Universitario de Friburgo, Alemania.
“La contaminación del aire está compuesta por dos grandes grupos de contaminantes: los gases y el material particulado. Los gases, por lo general, son dióxido de carbono, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno y ozono, y se encuentran especialmente relacionados con alteraciones respiratorias y daños en el pulmón. Los contaminantes que, desde el punto de vista epidemiológico, son de mayor riesgo para la salud son el material particulado, que son partículas sólidas suspendidas en el aire que respiramos”, introdujo Marchini.
En ese sentido, recientemente, dos estudios científicos analizaron el impacto de esta problemática en la salud mental a partir de la exposición prenatal y en el sistema digestivo.
Al tiempo que detalló: “Estas partículas provienen principalmente de la combustión de combustibles fósiles para el transporte, la industria y la obtención de energía, y se clasifican generalmente según su tamaño. Las más importantes son las partículas finas, conocidas como PM 2.5, que son todas las partículas menores a 2,5 micrómetros de diámetro. Esto es importante porque son lo suficientemente pequeñas como para penetrar profundamente en el pulmón hasta los alveolos pulmonares”.
“En los alveolos pulmonares hay unas células llamadas macrófagos alveolares, que se encargan de fagocitar y digerir estas partículas. Como son totalmente artificiales, estas células nunca llegan a digerir completamente las partículas, y se cargan de ellas, generando una respuesta inflamatoria sobredimensionada. Esta inflamación se circunscribe primero al pulmón y luego a la circulación sistémica de la sangre, impactando en distintos órganos como el corazón, los vasos sanguíneos y el tejido adiposo. Ese es el principal mecanismo a través del cual la contaminación produce efectos adversos sobre la salud”, dijo Marchini.
Contaminación del aire y salud mental.
En un estudio publicado en JAMA Network Open, investigadores de la Universidad de Bristol, King’s College London, University College London y la Universidad de Cardiff han revelado que la exposición prenatal a la contaminación del aire está relacionada con el desarrollo de problemas de salud mental en la adolescencia. Este descubrimiento añade una nueva dimensión a la comprensión de cómo las condiciones ambientales durante el embarazo pueden tener efectos duraderos en la salud mental de los niños según los autores.
Los expertos explicaron que la contaminación del aire, compuesta por gases tóxicos y partículas, puede afectar la salud mental a través de diversas vías. Entre ellas, destacaron la posible alteración de la barrera hematoencefálica, la promoción de la neuroinflamación y el estrés oxidativo, y la entrada directa de partículas en el cerebro que podrían dañar el tejido.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de la Universidad de Bristol utilizó datos del Estudio Longitudinal Avon de Padres e Hijos (ALSPAC), también conocido como el estudio de los Niños de los 90. Este proyecto ha seguido a más de 14,000 mujeres embarazadas y sus hijos desde 1991 y 1992, proporcionando una base de datos extensa para analizar las asociaciones a largo plazo entre la exposición ambiental temprana y la salud mental.
Los investigadores encontraron que aumentos relativamente pequeños en las partículas finas (PM 2.5) durante el embarazo y la infancia se asociaron con un mayor riesgo de experiencias psicóticas y síntomas de depresión en la adolescencia y la adultez temprana. Por cada aumento de 0.72 microgramos por metro cúbico en la exposición a PM 2.5, hubo un incremento del 11% en las probabilidades de sufrir experiencias psicóticas y un 10% en las probabilidades de desarrollar depresión de acuerdo a lo que revelaron.
“Se cree que los bebés y los niños son especialmente vulnerables a la contaminación del aire, pero los datos longitudinales de alta resolución sobre la contaminación que abarcan los primeros años de la vida humana son escasos. En segundo lugar, relativamente pocos estudios han examinado la asociación de la contaminación del aire con los problemas de salud mental de los jóvenes, a pesar de que la juventud es un período crítico para la intervención. (...) Nuestro objetivo era mejorar la comprensión de este tema”, escribieron los investigadores.
La doctora Joanne Newbury, una de las autoras, destacó la importancia de estos hallazgos. “Nuestros resultados se suman a un creciente conjunto de evidencia que sugiere que la contaminación del aire tiene un impacto perjudicial en la salud mental. Este es un problema significativo, ya que la contaminación del aire es una exposición común y las tasas de problemas de salud mental están aumentando globalmente”, señaló.
“Nuestros hallazgos se suman a un creciente conjunto de evidencia (de diferentes poblaciones, ubicaciones y utilizando diferentes diseños de estudio) que sugiere un impacto perjudicial de la contaminación del aire (y potencialmente de la contaminación acústica) en la salud mental. Esta es una preocupación importante, porque la contaminación del aire es ahora una exposición muy común y las tasas de problemas de salud mental están aumentando a nivel mundial”, planteó Newbury.
Y sumó: “Dado que la contaminación también es una exposición prevenible, las intervenciones para reducir la exposición, como las zonas de bajas emisiones, podrían potencialmente mejorar salud mental. Las intervenciones dirigidas a grupos vulnerables, incluidas las mujeres embarazadas y los niños, también podrían brindar una oportunidad para reducir más rápidamente la exposición”.
“Los aparatos domésticos de combustión, los vehículos de motor, las instalaciones industriales y los incendios forestales son fuentes habituales de contaminación de aire. Los más preocupantes para la salud pública son las partículas en suspensión, el monóxido de carbono, el ozono, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. Los efectos combinados de la contaminación del aire ambiente y la del aire doméstico se asocian a 6,7 millones de muertes prematuras cada año”, dice la OMS.
Antes que nada, cabe hacer un repaso sobre el concepto de contaminación del aire. Timoteo Marchini, investigador del Conicet en el Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL) e investigador en el Departamento de Cardiología del Hospital Universitario de Friburgo, Alemania.
“La contaminación del aire está compuesta por dos grandes grupos de contaminantes: los gases y el material particulado. Los gases, por lo general, son dióxido de carbono, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno y ozono, y se encuentran especialmente relacionados con alteraciones respiratorias y daños en el pulmón. Los contaminantes que, desde el punto de vista epidemiológico, son de mayor riesgo para la salud son el material particulado, que son partículas sólidas suspendidas en el aire que respiramos”, introdujo Marchini.
En ese sentido, recientemente, dos estudios científicos analizaron el impacto de esta problemática en la salud mental a partir de la exposición prenatal y en el sistema digestivo.
Al tiempo que detalló: “Estas partículas provienen principalmente de la combustión de combustibles fósiles para el transporte, la industria y la obtención de energía, y se clasifican generalmente según su tamaño. Las más importantes son las partículas finas, conocidas como PM 2.5, que son todas las partículas menores a 2,5 micrómetros de diámetro. Esto es importante porque son lo suficientemente pequeñas como para penetrar profundamente en el pulmón hasta los alveolos pulmonares”.
“En los alveolos pulmonares hay unas células llamadas macrófagos alveolares, que se encargan de fagocitar y digerir estas partículas. Como son totalmente artificiales, estas células nunca llegan a digerir completamente las partículas, y se cargan de ellas, generando una respuesta inflamatoria sobredimensionada. Esta inflamación se circunscribe primero al pulmón y luego a la circulación sistémica de la sangre, impactando en distintos órganos como el corazón, los vasos sanguíneos y el tejido adiposo. Ese es el principal mecanismo a través del cual la contaminación produce efectos adversos sobre la salud”, dijo Marchini.
Contaminación del aire y salud mental.
En un estudio publicado en JAMA Network Open, investigadores de la Universidad de Bristol, King’s College London, University College London y la Universidad de Cardiff han revelado que la exposición prenatal a la contaminación del aire está relacionada con el desarrollo de problemas de salud mental en la adolescencia. Este descubrimiento añade una nueva dimensión a la comprensión de cómo las condiciones ambientales durante el embarazo pueden tener efectos duraderos en la salud mental de los niños según los autores.
Los expertos explicaron que la contaminación del aire, compuesta por gases tóxicos y partículas, puede afectar la salud mental a través de diversas vías. Entre ellas, destacaron la posible alteración de la barrera hematoencefálica, la promoción de la neuroinflamación y el estrés oxidativo, y la entrada directa de partículas en el cerebro que podrían dañar el tejido.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de la Universidad de Bristol utilizó datos del Estudio Longitudinal Avon de Padres e Hijos (ALSPAC), también conocido como el estudio de los Niños de los 90. Este proyecto ha seguido a más de 14,000 mujeres embarazadas y sus hijos desde 1991 y 1992, proporcionando una base de datos extensa para analizar las asociaciones a largo plazo entre la exposición ambiental temprana y la salud mental.
Los investigadores encontraron que aumentos relativamente pequeños en las partículas finas (PM 2.5) durante el embarazo y la infancia se asociaron con un mayor riesgo de experiencias psicóticas y síntomas de depresión en la adolescencia y la adultez temprana. Por cada aumento de 0.72 microgramos por metro cúbico en la exposición a PM 2.5, hubo un incremento del 11% en las probabilidades de sufrir experiencias psicóticas y un 10% en las probabilidades de desarrollar depresión de acuerdo a lo que revelaron.
“Se cree que los bebés y los niños son especialmente vulnerables a la contaminación del aire, pero los datos longitudinales de alta resolución sobre la contaminación que abarcan los primeros años de la vida humana son escasos. En segundo lugar, relativamente pocos estudios han examinado la asociación de la contaminación del aire con los problemas de salud mental de los jóvenes, a pesar de que la juventud es un período crítico para la intervención. (...) Nuestro objetivo era mejorar la comprensión de este tema”, escribieron los investigadores.
La doctora Joanne Newbury, una de las autoras, destacó la importancia de estos hallazgos. “Nuestros resultados se suman a un creciente conjunto de evidencia que sugiere que la contaminación del aire tiene un impacto perjudicial en la salud mental. Este es un problema significativo, ya que la contaminación del aire es una exposición común y las tasas de problemas de salud mental están aumentando globalmente”, señaló.
“Nuestros hallazgos se suman a un creciente conjunto de evidencia (de diferentes poblaciones, ubicaciones y utilizando diferentes diseños de estudio) que sugiere un impacto perjudicial de la contaminación del aire (y potencialmente de la contaminación acústica) en la salud mental. Esta es una preocupación importante, porque la contaminación del aire es ahora una exposición muy común y las tasas de problemas de salud mental están aumentando a nivel mundial”, planteó Newbury.
Y sumó: “Dado que la contaminación también es una exposición prevenible, las intervenciones para reducir la exposición, como las zonas de bajas emisiones, podrían potencialmente mejorar salud mental. Las intervenciones dirigidas a grupos vulnerables, incluidas las mujeres embarazadas y los niños, también podrían brindar una oportunidad para reducir más rápidamente la exposición”.