La amenaza inminente de la Antártida
Lunes 01 de
Abril 2024
Un gran deshielo tendrá consecuencias inesperadas para el resto del mundo
el ártico y la Antártida son, apropiadamente, polos opuestos. El primero es un océano rodeado de continentes, el segundo un continente rodeado por un océano. En uno, comunidades de indígenas y colonos; en el otro, sólo transitorios, durante una temporada o dos. Las potencias con armas nucleares se han enfrentado en todo el Ártico desde la Guerra Fría; En el mismo conflicto se creó un régimen de gobernanza de colaboración científica pacífica para la Antártida que es más utópico en su concepción que cualquier otro acuerdo en los anales de la diplomacia. El norte tiene la majestuosidad de los osos polares, el sur el patetismo de los pingüinos. Los dos están unidos para enfrentar una profunda agitación debido al calentamiento global. Pero en comparación con los cambios que afectan al Ártico, los que amenazan a la Antártida están muy subestimados.
En parte, esa falta de atención se debe a la lejanía de la Antártida; la base más grande allí, la estadounidense McMurdo, está a casi 4.000 kilómetros de la ciudad más cercana (Christchurch, en Nueva Zelanda). Las visitas las realizan en su mayor parte únicamente científicos, aventureros y personal de apoyo. En parte también hay un aparente estancamiento. El cambio en la Antártida no es como el de Alaska, donde el derretimiento del permafrost deforma carreteras y derriba edificios; o en Siberia, donde el humo de la tundra en llamas pinta los cielos y quema los pulmones. De hecho, durante mucho tiempo los científicos tendieron a considerar que la Antártida era relativamente estable, al menos a corto y mediano plazo. Sí, sus capas de hielo contienen agua suficiente para elevar el nivel del mar 60 metros, pero cualquier colapso tardaría siglos.
En parte, esa falta de atención se debe a la lejanía de la Antártida; la base más grande allí, la estadounidense McMurdo, está a casi 4.000 kilómetros de la ciudad más cercana (Christchurch, en Nueva Zelanda). Las visitas las realizan en su mayor parte únicamente científicos, aventureros y personal de apoyo. En parte también hay un aparente estancamiento. El cambio en la Antártida no es como el de Alaska, donde el derretimiento del permafrost deforma carreteras y derriba edificios; o en Siberia, donde el humo de la tundra en llamas pinta los cielos y quema los pulmones. De hecho, durante mucho tiempo los científicos tendieron a considerar que la Antártida era relativamente estable, al menos a corto y mediano plazo. Sí, sus capas de hielo contienen agua suficiente para elevar el nivel del mar 60 metros, pero cualquier colapso tardaría siglos.