Los dirigentes de hoy: individuos incapaces de pensar
Por:
Alejandro Katz
Miércoles 07 de
Febrero 2024
El autor analiza el lenguaje de los legisladores y la diferencia "abismal" que hay entre los responsables parlamentarios de LLA con Pichetto, Martínez, De Loredo, Carrió, Stolbizer o Fein.
El jefe de bloque de LLA, Oscar Zago, dijo en televisión, después del escándalo en la Cámara de Diputados que hizo que un proyecto de ley aprobado en general volviera a comisiones:
“Volvimos a comisión porque queremos creer que los diputados van a volver a sentarse a discutir y a dar la oportunidad de vuelta de tener una ley”. En diálogo con LN+ puntualizó: “No está todo en fojas cero. Volvemos, es volver atrás. Pero peor era seguir continuando y tener una ley totalmente negativa”.
Una frase, tres veces, "volver". Un párrafo, cinco veces. Detalle patético: “seguir continuando”.
“Una parte no menor de este espectáculo grotesco es que el oficialismo y la oposición tienen una lucha encarnizada contra el uso del lenguaje”, me escribe NK desde Barcelona, en respuesta a mi mensaje.
Hace más de veinte, más de veinticinco años, Gregorio Weinberg me visitaba regularmente en mi despacho del FCE. Dos temas lo obsesionaban, causándole ambos por igual tristeza e ira: el estado del país, que atribuía a una clase dirigente tan mediocre como venal, y la pobreza léxical de la juventud: "Sin lenguaje no hay pensamiento", repetía una y otra vez, citando estudios que mostraban que los jóvenes utilizaban menos de 250 palabras, es decir, estaban prácticamente en un estadio prelingüístico.
Dada la deserción de los partidos de uno de sus roles tradicionales, que consistía en ser gatekeepers de la carrera profesional de sus militantes, garantizando a la vez coherencia política y solvencia intelectual, esos jóvenes son los dirigentes de hoy: individuos incapaces de pensar.
Cuadros mediocres hay por eso en todos lados, pero entre Pichetto, Martínez, De Loredo, Carrió, Stolbizer o Fein y los responsables parlamentarios de LLA hay un abismo, que está presente en todo el gobierno, de Zago a Martín Menem, a Pettovello, a Bullrich y, por supuesto, a los hermanos Milei. Están estructuralmente imposibilitados para pensar.
“Volvimos a comisión porque queremos creer que los diputados van a volver a sentarse a discutir y a dar la oportunidad de vuelta de tener una ley”. En diálogo con LN+ puntualizó: “No está todo en fojas cero. Volvemos, es volver atrás. Pero peor era seguir continuando y tener una ley totalmente negativa”.
Una frase, tres veces, "volver". Un párrafo, cinco veces. Detalle patético: “seguir continuando”.
“Una parte no menor de este espectáculo grotesco es que el oficialismo y la oposición tienen una lucha encarnizada contra el uso del lenguaje”, me escribe NK desde Barcelona, en respuesta a mi mensaje.
Hace más de veinte, más de veinticinco años, Gregorio Weinberg me visitaba regularmente en mi despacho del FCE. Dos temas lo obsesionaban, causándole ambos por igual tristeza e ira: el estado del país, que atribuía a una clase dirigente tan mediocre como venal, y la pobreza léxical de la juventud: "Sin lenguaje no hay pensamiento", repetía una y otra vez, citando estudios que mostraban que los jóvenes utilizaban menos de 250 palabras, es decir, estaban prácticamente en un estadio prelingüístico.
Dada la deserción de los partidos de uno de sus roles tradicionales, que consistía en ser gatekeepers de la carrera profesional de sus militantes, garantizando a la vez coherencia política y solvencia intelectual, esos jóvenes son los dirigentes de hoy: individuos incapaces de pensar.
Cuadros mediocres hay por eso en todos lados, pero entre Pichetto, Martínez, De Loredo, Carrió, Stolbizer o Fein y los responsables parlamentarios de LLA hay un abismo, que está presente en todo el gobierno, de Zago a Martín Menem, a Pettovello, a Bullrich y, por supuesto, a los hermanos Milei. Están estructuralmente imposibilitados para pensar.