Cáncer de piel: la vacuna argentina para el melanoma podría estar disponible a partir de marzo
Por:
Fabiola Czubaj
Lunes 15 de
Enero 2024
Se trata de Vaccinmel y demandó más de tres décadas de desarrollo; está indicada para el tratamiento en estadios tempranos de la enfermedad, con riesgo intermedio a alto de recaída; resta la autorización de la Anmat para su comercialización
La vacuna para tratar el cáncer de piel más peligroso podría estar disponible en las instituciones de salud en marzo. Esto es de acuerdo con los tiempos que requieren en el país los pasos regulatorios para la llegada al mercado de ese desarrollo clínico inédito hasta el momento que demandó más de tres décadas de trabajo a un equipo de científicos argentinos. El laboratorio a cargo de la producción ya presentó el primer lote a la Anmat, requisito previo a que se libere un producto nuevo para su comercialización.
“Es la primera vacuna aprobada contra el melanoma cutáneo en el mundo”, afirmó José Mordoh, que lideró su desarrollo. Investigador superior del Conicet, es jefe del Laboratorio de Cancerología de la Fundación Instituto Leloir y subdirector de la carrera de Oncología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre otros cargos en instituciones que cofundó, como el Instituto Alexander Fleming y la Fundación Cáncer (FUCA).
En julio de 2021, las autoridades regulatorias autorizaron la inscripción de Vaccimel bajo condiciones especiales. Eso quiere decir que su uso deberá incluir el seguimiento de los pacientes. Está indicada para el tratamiento del melanoma cutáneo en estadios tempranos de la enfermedad (IIB, IIC y IIIA), con riesgo intermedio a alto de recaída (reaparición de células tumorales).
“No es para tratar el melanoma avanzado, ni en los pacientes que están curados con la cirugía”, aclaró Mordoh.
El tratamiento completo incluye 13 aplicaciones, en dos años. El Laboratorio Pablo Cassará está a cargo de la producción. Ya hay interés en países de la región y Australia. Aún no está definido su costo ni cómo será su cobertura.
Lo que sí anticipan es que el producto se entregará a las farmacias de instituciones de salud que se encargarán del preparado para su aplicación en los pacientes que designen los médicos tratantes. No se aplicará en consultorios particulares, según se explicó.
En los próximos meses, Mordoh con su equipo estará a cargo del entrenamiento de los profesionales (médicos y personal de farmacia de los centros de salud) en las características, la aplicación, las contraindicaciones y los efectos adversos, como ocurre con los medicamentos nuevos. Además, llevará adelante el seguimiento de los pacientes que exige la aprobación de un fármaco bajo condiciones especiales.
“Estamos ansiosos de empezar el año con la vacuna en el mercado”, expresó el investigador. Las perspectivas para los pacientes con melanoma en estadios más tempranos, con riesgo intermedio a alto de recaída (hasta un 50% de probabilidad) “son muy buenas”, por los resultados obtenidos en esos casos.
En teoría, de acuerdo con una proyección realizada antes de que se empiece a comercializar, habría unos 1703 casos nuevos del cáncer de piel por año (si se consideran todas las etapas de la enfermedad al momento del diagnóstico). Si se detectaran todos, 442 estarían en las tres etapas para los que está aprobada la vacuna (17% en IIB y IIC y 9% en IIIA). En el primer año, estiman que se podría comenzar a tratar a un centenar de pacientes. Para eso, la detección temprana del cáncer es esencial.
Complicado y apasionante
En estos más de 30 años de investigación –dentro de un programa entre la Fundación Sales y el Conicet– que llevaron al desarrollo de este tratamiento, Mordoh y su equipo aprendieron qué era el melanoma y compartieron información con otros equipos en el exterior. Él fue pionero en el país, y uno de los primeros en el mundo, en utilizar la inmunoterapia para tratar el cáncer. Al principio, con anticuerpos monoclonales y, en los años 80, con la idea de una vacuna.
“Fue un camino bastante interesante –repasó en diálogo con LA NACIÓN–. Un terreno totalmente virgen porque no había mucho que se conociera sobre el melanoma. De mucha soledad al principio porque los oncólogos ni siquiera pensaban en la inmunoterapia y muchos menos en el uso de vacunas. Ahora, diría que por suerte todo cambió, con gran interés por la investigación y el desarrollo en el mundo de terapias orientadas al sistema inmunológico para tratar enfermedades.”
El trabajo con su equipo apuntó a lo largo de los años a comprender la interrelación del sistema inmunológico con el tumor.
“Siempre que miraba en el microscopio un linfocito al lado de una célula tumoral era ver a David contra Goliat. Pero, al final, logramos demostrar que muchos David pueden contra un Goliat que parecía invencible –continuó Mordoh–. Y aún no entendemos del todo cómo sucede eso: sabemos que funciona, pero cuando sepamos más, seguramente podremos avanzar más rápido en los tratamientos y, también, con otros tumores. Muchos experimentos se hacen en modelos, pero no es lo mismo: es similar, pero no idéntico a lo que pasa en los seres humanos porque somos todos diferentes, cada uno con su sistema inmunológico, con el que se logra más o menos respuesta.”
Comprender todo eso es, para él, “complicado y apasionante” a la vez.
El melanoma posee antígenos (proteínas de un agente extraño que causa enfermedad y que el sistema inmune debe reconocer para poder eliminarlo) que son distintos a los de las células normales del organismo. Como las células tumorales desarrollan mecanismos para bloquear el sistema inmunológico, pasan inadvertidas. El esquema de 13 dosis le enseña al organismo a reconocer distintos antígenos tumorales a través de “un repertorio” de clones de linfocitos.
“El cuerpo empieza a tener muchos clones, que comienzan a reconocer distintos antígenos de melanoma: en más del 60% de los pacientes, esos clones alcanzan para que la enfermedad no se repita (recaída). Tenemos pacientes que se consideran clínicamente curados –precisó Mordoh–. Pero están aquellos con células tumorales más impredecibles a pesar de todos los tratamientos.”
Herramienta
Explicó que, aun cuando se trata de una enfermedad sobre la que conocen más y que mejoró la prevención mediante el uso de pantalla solar o evitar la exposición al sol en horas pico, el melanoma puede aparecer en una persona que se controla los lunares y toma esas precauciones.
“Si eso ocurre, es posible tratarlo tempranamente con cirugía –dijo–. Si eso no ocurrió o no aparece en la piel (en un 20% de los casos puede formarse en ganglios), el manejo clínico es más complicado. Ahí es donde la vacuna pasa a ser una herramienta muy importante para que [el cáncer] no progrese al pulmón, el hígado o el cerebro porque ya la pelea se pone más difícil.”
En algunos pacientes, el melanoma cutáneo desarrolla resistencia a los tratamientos disponibles. Los investigadores determinaron que el uso combinado de la vacuna con los anticuerpos monoclonales es una estrategia promisoria. En un estudio, cuyos resultados están por publicarse, compararon el porcentaje de respuesta completa en pacientes con esos medicamentos.
En uno de cada siete pacientes tratados con anticuerpos monoclonales, detectaron que el tumor desaparece (no se detecta) por unos meses; en el resto, la enfermedad se detiene, pero no se alcanza la respuesta completa al tratamiento. “Pero comprobamos que llega al 100% en pacientes vacunados que tuvieron una recaída y recibieron tratamiento con anticuerpos monoclonales”, anticipó Mordoh sobre lo que van a seguir investigando.
“La vacuna pone a disposición en el organismo clones de linfocitos de memoria, que se mantienen silenciosos durante años. Cuando reaparece el tumor, con anticuerpos monoclonales se activaría algunos de esos clones –amplió el científico–. Estamos estudiando cómo el sistema inmunológico detecta esa actividad, que sabemos que ocurre.”
“Es la primera vacuna aprobada contra el melanoma cutáneo en el mundo”, afirmó José Mordoh, que lideró su desarrollo. Investigador superior del Conicet, es jefe del Laboratorio de Cancerología de la Fundación Instituto Leloir y subdirector de la carrera de Oncología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre otros cargos en instituciones que cofundó, como el Instituto Alexander Fleming y la Fundación Cáncer (FUCA).
En julio de 2021, las autoridades regulatorias autorizaron la inscripción de Vaccimel bajo condiciones especiales. Eso quiere decir que su uso deberá incluir el seguimiento de los pacientes. Está indicada para el tratamiento del melanoma cutáneo en estadios tempranos de la enfermedad (IIB, IIC y IIIA), con riesgo intermedio a alto de recaída (reaparición de células tumorales).
“No es para tratar el melanoma avanzado, ni en los pacientes que están curados con la cirugía”, aclaró Mordoh.
El tratamiento completo incluye 13 aplicaciones, en dos años. El Laboratorio Pablo Cassará está a cargo de la producción. Ya hay interés en países de la región y Australia. Aún no está definido su costo ni cómo será su cobertura.
Lo que sí anticipan es que el producto se entregará a las farmacias de instituciones de salud que se encargarán del preparado para su aplicación en los pacientes que designen los médicos tratantes. No se aplicará en consultorios particulares, según se explicó.
En los próximos meses, Mordoh con su equipo estará a cargo del entrenamiento de los profesionales (médicos y personal de farmacia de los centros de salud) en las características, la aplicación, las contraindicaciones y los efectos adversos, como ocurre con los medicamentos nuevos. Además, llevará adelante el seguimiento de los pacientes que exige la aprobación de un fármaco bajo condiciones especiales.
“Estamos ansiosos de empezar el año con la vacuna en el mercado”, expresó el investigador. Las perspectivas para los pacientes con melanoma en estadios más tempranos, con riesgo intermedio a alto de recaída (hasta un 50% de probabilidad) “son muy buenas”, por los resultados obtenidos en esos casos.
En teoría, de acuerdo con una proyección realizada antes de que se empiece a comercializar, habría unos 1703 casos nuevos del cáncer de piel por año (si se consideran todas las etapas de la enfermedad al momento del diagnóstico). Si se detectaran todos, 442 estarían en las tres etapas para los que está aprobada la vacuna (17% en IIB y IIC y 9% en IIIA). En el primer año, estiman que se podría comenzar a tratar a un centenar de pacientes. Para eso, la detección temprana del cáncer es esencial.
Complicado y apasionante
En estos más de 30 años de investigación –dentro de un programa entre la Fundación Sales y el Conicet– que llevaron al desarrollo de este tratamiento, Mordoh y su equipo aprendieron qué era el melanoma y compartieron información con otros equipos en el exterior. Él fue pionero en el país, y uno de los primeros en el mundo, en utilizar la inmunoterapia para tratar el cáncer. Al principio, con anticuerpos monoclonales y, en los años 80, con la idea de una vacuna.
“Fue un camino bastante interesante –repasó en diálogo con LA NACIÓN–. Un terreno totalmente virgen porque no había mucho que se conociera sobre el melanoma. De mucha soledad al principio porque los oncólogos ni siquiera pensaban en la inmunoterapia y muchos menos en el uso de vacunas. Ahora, diría que por suerte todo cambió, con gran interés por la investigación y el desarrollo en el mundo de terapias orientadas al sistema inmunológico para tratar enfermedades.”
El trabajo con su equipo apuntó a lo largo de los años a comprender la interrelación del sistema inmunológico con el tumor.
“Siempre que miraba en el microscopio un linfocito al lado de una célula tumoral era ver a David contra Goliat. Pero, al final, logramos demostrar que muchos David pueden contra un Goliat que parecía invencible –continuó Mordoh–. Y aún no entendemos del todo cómo sucede eso: sabemos que funciona, pero cuando sepamos más, seguramente podremos avanzar más rápido en los tratamientos y, también, con otros tumores. Muchos experimentos se hacen en modelos, pero no es lo mismo: es similar, pero no idéntico a lo que pasa en los seres humanos porque somos todos diferentes, cada uno con su sistema inmunológico, con el que se logra más o menos respuesta.”
Comprender todo eso es, para él, “complicado y apasionante” a la vez.
El melanoma posee antígenos (proteínas de un agente extraño que causa enfermedad y que el sistema inmune debe reconocer para poder eliminarlo) que son distintos a los de las células normales del organismo. Como las células tumorales desarrollan mecanismos para bloquear el sistema inmunológico, pasan inadvertidas. El esquema de 13 dosis le enseña al organismo a reconocer distintos antígenos tumorales a través de “un repertorio” de clones de linfocitos.
“El cuerpo empieza a tener muchos clones, que comienzan a reconocer distintos antígenos de melanoma: en más del 60% de los pacientes, esos clones alcanzan para que la enfermedad no se repita (recaída). Tenemos pacientes que se consideran clínicamente curados –precisó Mordoh–. Pero están aquellos con células tumorales más impredecibles a pesar de todos los tratamientos.”
Herramienta
Explicó que, aun cuando se trata de una enfermedad sobre la que conocen más y que mejoró la prevención mediante el uso de pantalla solar o evitar la exposición al sol en horas pico, el melanoma puede aparecer en una persona que se controla los lunares y toma esas precauciones.
“Si eso ocurre, es posible tratarlo tempranamente con cirugía –dijo–. Si eso no ocurrió o no aparece en la piel (en un 20% de los casos puede formarse en ganglios), el manejo clínico es más complicado. Ahí es donde la vacuna pasa a ser una herramienta muy importante para que [el cáncer] no progrese al pulmón, el hígado o el cerebro porque ya la pelea se pone más difícil.”
En algunos pacientes, el melanoma cutáneo desarrolla resistencia a los tratamientos disponibles. Los investigadores determinaron que el uso combinado de la vacuna con los anticuerpos monoclonales es una estrategia promisoria. En un estudio, cuyos resultados están por publicarse, compararon el porcentaje de respuesta completa en pacientes con esos medicamentos.
En uno de cada siete pacientes tratados con anticuerpos monoclonales, detectaron que el tumor desaparece (no se detecta) por unos meses; en el resto, la enfermedad se detiene, pero no se alcanza la respuesta completa al tratamiento. “Pero comprobamos que llega al 100% en pacientes vacunados que tuvieron una recaída y recibieron tratamiento con anticuerpos monoclonales”, anticipó Mordoh sobre lo que van a seguir investigando.
“La vacuna pone a disposición en el organismo clones de linfocitos de memoria, que se mantienen silenciosos durante años. Cuando reaparece el tumor, con anticuerpos monoclonales se activaría algunos de esos clones –amplió el científico–. Estamos estudiando cómo el sistema inmunológico detecta esa actividad, que sabemos que ocurre.”