Críticas de los bancos internacionales y de un ex funcionario del Tesoro de EEUU a la dolarización que propone Milei
Por:
Martín Kanenguiser
Jueves 17 de
Agosto 2023
El think tank que reúne a las principales entidades financieras del mundo consideró que se trata de una idea “terrible” y Mark Sobel, representante de Obama en el FMI, opinó que suena atractiva pero que no resolverá los problemas serios del país
Las críticas a la idea de dolarizar la economía argentina que promueve el candidato presidencial Javier Milei comenzaron a multiplicarse en Estados Unidos.
Por un lado, Robin Brooks, el economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, según su sigla en inglés, que agrupa a los bancos internacionales), sostuvo que se trata de una “idea terrible”.
“La dolarización es una idea terrible; la última vez que se intentó esto terminó en una gran devaluación que lo descarta para siempre como un objetivo de política. El peso está, incluso con la devaluación reciente, muy sustancialmente sobrevaluado, solo mire su nivel frente a Brasil y Turquía”, indicó el economista jefe del IIF.
Poco antes, el analista del IIF para América latina, Martín Castellano, sostuvo que “la devaluación del peso argentino en el mercado oficial no ha reducido la diferencia con la cotización paralela”.
“Incluso en un período de transición, se necesitan medidas articuladas y consistentes para contener el traspaso de la inflación y mejorar las cuentas externas. De lo contrario, la presión del tipo de cambio seguirá siendo alta”, sostuvo.
Su colega Sergi Lanau, también del IIF, expresó: “La tasa cambiaria paralela de Argentina subió ayer hasta 215%. Todavía lejos de los picos de julio de 2022 y finales de 2020, pero aumentando rápidamente. El riesgo ha aumentado, pero aún creemos que Argentina llega a las elecciones sin implosionar por completo”.
Además, advirtió que “el traspaso del tipo de cambio de Argentina se encuentra entre los más altos de los mercados emergentes. Por lo tanto, la cifra de inflación de 6,3% mensual en julio es totalmente anticuada en medio de la fuerte depreciación del peso en agosto. Una comunicación clara y una hoja de ruta, aunque solo sea por un período de tres meses, podrían ayudar a aliviar la presión cambiaria”.
El IIF expresó en un informe la semana pasada que “tras largas conversaciones, Argentina y el FMI han llegado recientemente a un acuerdo que aplaza las decisiones difíciles hasta después de las elecciones”.
“Una expansión insostenible de la demanda debido a políticas fiscales y monetarias laxas ha provocado un gran déficit externo este año, que estimamos en 16.000 millones de dólares”, afirmaron.
“En general, a pesar de una transición inherentemente inestable, esperamos que el resultado de las elecciones primarias alivie la expectativa de un giro político pro-mercado en 2024″, aclaró el informe.
En primer término, “una victoria de la oposición mayor de lo esperado (por ejemplo, con un margen de cerca de 10 puntos porcentuales) que la sitúe al borde de la victoria en la primera vuelta de octubre daría más margen para hacer correcciones políticas, mejorando las condiciones financieras (escenario B; probabilidad del 30%)”.
Consolidación fiscal
Por otra parte, Brooks expresó su apoyo a un artículo del ex represente de Estados Unidos en el directorio del FMI durante el gobierno de Barack Obama, Mark Sobel.
“Con la ‘sorprendente’ victoria de Javier Milei en las elecciones primarias de Argentina, los inversores mundiales se centran ahora en sus propuestas de política económica, muy poco ortodoxas, de fuerte austeridad fiscal, liberalización y dolarización y, por extensión, de abolición del banco central”, indicó el experto en finanzas internacionales.
“Independientemente de quién gane la presidencia, Milei tiene razón al pedir una consolidación fiscal masiva para frenar el exceso de endeudamiento y liberalizar la economía para impulsar la productividad. Pero la dolarización sería una apuesta demasiado arriesgada. No hay soluciones milagrosas para los problemas del país, sólo trabajo duro”, aclaró el director del Official Monetary and Financial Institutions Forum.
“La Argentina lleva mucho tiempo sufriendo ciclos de gasto excesivo en un contexto de bajo ahorro. Este ciclo se hace evidente de nuevo en las desastrosas condiciones económicas actuales. El exceso de endeudamiento interno es financiado por el banco central, provocando una inflación elevada o hiperinflación”, afirmó.
“El endeudamiento externo a gran escala se hace insostenible, provocando default en serie. Los controles de capital y las múltiples prácticas cambiarias socavan aún más la competitividad”, expresó.
“Se trata de problemas fundamentales que las políticas fiscales, monetarias y estructurales deben solucionar. Dolarizar la economía es atractivo a primera vista”, indicó.
“La economía argentina ya está significativamente dolarizada, ya que hay poca confianza en el peso, y la dolarización total no parece un paso demasiado lejos. Se quitaría discrecionalidad a los funcionarios, dado su historial de fracasos”, explicó.
“En principio, la dolarización requiere que el Gobierno se tome en serio la cuestión fiscal y se asegure de que ya no hay financiación monetaria. En teoría, la inflación debería disminuir brusca y sosteniblemente, con la credibilidad del país ligada a la política monetaria estadounidense”, aclaró.
“Pero la dolarización es una estrategia ‘sin salida’ potencialmente peligrosa. Podría sembrar la semilla de una gran contracción y un colapso, al tiempo que desvía la atención del duro trabajo de arreglar la economía”, indicó.
“Con la dolarización, el crecimiento de Argentina dependerá de un superávit por cuenta corriente y de la entrada de capitales. Esto puede ser factible con un fuerte crecimiento mundial, altos precios de las materias primas, inversiones atractivas, un sólido estado de derecho y una moneda infravalorada”, detalló.
“Pero la experiencia de Argentina en la década de 1990 y principios de la de 2000 es una advertencia extrema. Con el plan de convertibilidad, en los años 90 se lograron avances impresionantes para acabar con la hiperinflación y restablecer el crecimiento. Pero a lo largo de la década, los déficits fiscales y la deuda no se controlaron”, recordó.
“Sobre todo a raíz de las crisis mexicana y asiática, y luego de la brasileña de 1999, así como de la fortaleza del dólar y la caída en picado de los precios de las materias primas, Argentina perdió competitividad exterior. El crecimiento se desplomó y el desempleo y el déficit por cuenta corriente se dispararon”, sostuvo.
“La Argentina fue incapaz de financiar sus déficits exteriores y perdió el acceso a los mercados. Debido a los grandes pasivos externos denominados en dólares, los inversores vendieron los papeles argentinos, los tipos de interés subieron de forma insostenible, se impusieron fuertes controles de capital y el plan de convertibilidad se vino abajo en medio de una enorme crisis económica, social y política”, explicó.
Convertibilidad y dolarización
“El plan de convertibilidad era una caja de conversión, no una dolarización total. Sin embargo, aunque resultó beneficioso para la inflación argentina, no estaba suficientemente respaldado por políticas macroeconómicas de apoyo y carecía de resistencia frente a las perturbaciones, lo que contribuyó en gran medida a la falta de sostenibilidad y al colapso del crecimiento. La dolarización se enfrentaría a los mismos retos y riesgos”, indicó el ex funcionario del Tesoro de EEUU.
Además, aclaró que “la dolarización también plantea enormes problemas técnicos: se necesitan dólares para respaldar la dolarización, pero las reservas netas argentinas son actualmente negativas. Las autoridades financieras pierden significativamente toda capacidad de actuar como prestamista de última instancia, lo que sólo puede aumentar la vulnerabilidad del sistema financiero”.
“Los vínculos entre las economías argentina y estadounidense son pequeños. Argentina necesita una amplia consolidación fiscal para detener el ciclo perpetuo de endeudamiento excesivo, hiperinflación, morosidad e inestabilidad. Necesita frenar la creación de reservas monetarias”.
“Por doloroso que sea, es necesario para lograr la sostenibilidad y la transición a un futuro mejor. Argentina también necesita una liberalización amplia y secuenciada: no le sirven los tipos de cambio múltiples, los controles de capital y otras restricciones. Es imprescindible contar con bancos fuertes. Este es el trabajo duro que hay que hacer”, opinó.
“Una estabilización basada en la dolarización podría reducir la inflación más rápidamente que simplemente morder la bala fiscal, detener la creación de crédito y conservar la flexibilidad monetaria. Pero la falta de una política de salida de la dolarización bien podría conducir a una contracción económica mucho más grave y al colapso, como ocurrió tras el plan de convertibilidad, que con la preservación de un papel para la flexibilidad monetaria”, explicó.
“En cualquier caso, la estabilidad macroeconómica y monetaria no se logrará simplemente introduciendo un nuevo régimen monetario. Más bien, la estabilidad sólo puede lograrse haciendo realmente el trabajo duro”, dijo Sobel.
“Dada la triste historia económica de Argentina, uno puede ser muy escéptico en cuanto a que los funcionarios tengan la voluntad política de asumir la responsabilidad y hacer el trabajo duro, en lugar de culpar al Fondo Monetario Internacional de los males del país. Tal vez un optimista pueda armarse de valor y creer que esta vez es diferente. El pueblo argentino merece algo más que la excelencia en el campo de fútbol”, concluyó.
El gobierno de Carlos Menem intentó avanzar en una dolarización luego de la devaluación de Brasil de fines de 1999, tras varias charlas que mantuvo el equipo de Roque Fernández con sus pares del Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos que fracasaron. Luego, Menem quiso hacerlo en forma unilateral pero no encontró apoyo ni siquiera en su ministro y se encontraba en el tramo final de su segundo mandato.
Por un lado, Robin Brooks, el economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, según su sigla en inglés, que agrupa a los bancos internacionales), sostuvo que se trata de una “idea terrible”.
“La dolarización es una idea terrible; la última vez que se intentó esto terminó en una gran devaluación que lo descarta para siempre como un objetivo de política. El peso está, incluso con la devaluación reciente, muy sustancialmente sobrevaluado, solo mire su nivel frente a Brasil y Turquía”, indicó el economista jefe del IIF.
Poco antes, el analista del IIF para América latina, Martín Castellano, sostuvo que “la devaluación del peso argentino en el mercado oficial no ha reducido la diferencia con la cotización paralela”.
“Incluso en un período de transición, se necesitan medidas articuladas y consistentes para contener el traspaso de la inflación y mejorar las cuentas externas. De lo contrario, la presión del tipo de cambio seguirá siendo alta”, sostuvo.
Su colega Sergi Lanau, también del IIF, expresó: “La tasa cambiaria paralela de Argentina subió ayer hasta 215%. Todavía lejos de los picos de julio de 2022 y finales de 2020, pero aumentando rápidamente. El riesgo ha aumentado, pero aún creemos que Argentina llega a las elecciones sin implosionar por completo”.
Además, advirtió que “el traspaso del tipo de cambio de Argentina se encuentra entre los más altos de los mercados emergentes. Por lo tanto, la cifra de inflación de 6,3% mensual en julio es totalmente anticuada en medio de la fuerte depreciación del peso en agosto. Una comunicación clara y una hoja de ruta, aunque solo sea por un período de tres meses, podrían ayudar a aliviar la presión cambiaria”.
El IIF expresó en un informe la semana pasada que “tras largas conversaciones, Argentina y el FMI han llegado recientemente a un acuerdo que aplaza las decisiones difíciles hasta después de las elecciones”.
“Una expansión insostenible de la demanda debido a políticas fiscales y monetarias laxas ha provocado un gran déficit externo este año, que estimamos en 16.000 millones de dólares”, afirmaron.
“En general, a pesar de una transición inherentemente inestable, esperamos que el resultado de las elecciones primarias alivie la expectativa de un giro político pro-mercado en 2024″, aclaró el informe.
En primer término, “una victoria de la oposición mayor de lo esperado (por ejemplo, con un margen de cerca de 10 puntos porcentuales) que la sitúe al borde de la victoria en la primera vuelta de octubre daría más margen para hacer correcciones políticas, mejorando las condiciones financieras (escenario B; probabilidad del 30%)”.
Consolidación fiscal
Por otra parte, Brooks expresó su apoyo a un artículo del ex represente de Estados Unidos en el directorio del FMI durante el gobierno de Barack Obama, Mark Sobel.
“Con la ‘sorprendente’ victoria de Javier Milei en las elecciones primarias de Argentina, los inversores mundiales se centran ahora en sus propuestas de política económica, muy poco ortodoxas, de fuerte austeridad fiscal, liberalización y dolarización y, por extensión, de abolición del banco central”, indicó el experto en finanzas internacionales.
“Independientemente de quién gane la presidencia, Milei tiene razón al pedir una consolidación fiscal masiva para frenar el exceso de endeudamiento y liberalizar la economía para impulsar la productividad. Pero la dolarización sería una apuesta demasiado arriesgada. No hay soluciones milagrosas para los problemas del país, sólo trabajo duro”, aclaró el director del Official Monetary and Financial Institutions Forum.
“La Argentina lleva mucho tiempo sufriendo ciclos de gasto excesivo en un contexto de bajo ahorro. Este ciclo se hace evidente de nuevo en las desastrosas condiciones económicas actuales. El exceso de endeudamiento interno es financiado por el banco central, provocando una inflación elevada o hiperinflación”, afirmó.
“El endeudamiento externo a gran escala se hace insostenible, provocando default en serie. Los controles de capital y las múltiples prácticas cambiarias socavan aún más la competitividad”, expresó.
“Se trata de problemas fundamentales que las políticas fiscales, monetarias y estructurales deben solucionar. Dolarizar la economía es atractivo a primera vista”, indicó.
“La economía argentina ya está significativamente dolarizada, ya que hay poca confianza en el peso, y la dolarización total no parece un paso demasiado lejos. Se quitaría discrecionalidad a los funcionarios, dado su historial de fracasos”, explicó.
“En principio, la dolarización requiere que el Gobierno se tome en serio la cuestión fiscal y se asegure de que ya no hay financiación monetaria. En teoría, la inflación debería disminuir brusca y sosteniblemente, con la credibilidad del país ligada a la política monetaria estadounidense”, aclaró.
“Pero la dolarización es una estrategia ‘sin salida’ potencialmente peligrosa. Podría sembrar la semilla de una gran contracción y un colapso, al tiempo que desvía la atención del duro trabajo de arreglar la economía”, indicó.
“Con la dolarización, el crecimiento de Argentina dependerá de un superávit por cuenta corriente y de la entrada de capitales. Esto puede ser factible con un fuerte crecimiento mundial, altos precios de las materias primas, inversiones atractivas, un sólido estado de derecho y una moneda infravalorada”, detalló.
“Pero la experiencia de Argentina en la década de 1990 y principios de la de 2000 es una advertencia extrema. Con el plan de convertibilidad, en los años 90 se lograron avances impresionantes para acabar con la hiperinflación y restablecer el crecimiento. Pero a lo largo de la década, los déficits fiscales y la deuda no se controlaron”, recordó.
“Sobre todo a raíz de las crisis mexicana y asiática, y luego de la brasileña de 1999, así como de la fortaleza del dólar y la caída en picado de los precios de las materias primas, Argentina perdió competitividad exterior. El crecimiento se desplomó y el desempleo y el déficit por cuenta corriente se dispararon”, sostuvo.
“La Argentina fue incapaz de financiar sus déficits exteriores y perdió el acceso a los mercados. Debido a los grandes pasivos externos denominados en dólares, los inversores vendieron los papeles argentinos, los tipos de interés subieron de forma insostenible, se impusieron fuertes controles de capital y el plan de convertibilidad se vino abajo en medio de una enorme crisis económica, social y política”, explicó.
Convertibilidad y dolarización
“El plan de convertibilidad era una caja de conversión, no una dolarización total. Sin embargo, aunque resultó beneficioso para la inflación argentina, no estaba suficientemente respaldado por políticas macroeconómicas de apoyo y carecía de resistencia frente a las perturbaciones, lo que contribuyó en gran medida a la falta de sostenibilidad y al colapso del crecimiento. La dolarización se enfrentaría a los mismos retos y riesgos”, indicó el ex funcionario del Tesoro de EEUU.
Además, aclaró que “la dolarización también plantea enormes problemas técnicos: se necesitan dólares para respaldar la dolarización, pero las reservas netas argentinas son actualmente negativas. Las autoridades financieras pierden significativamente toda capacidad de actuar como prestamista de última instancia, lo que sólo puede aumentar la vulnerabilidad del sistema financiero”.
“Los vínculos entre las economías argentina y estadounidense son pequeños. Argentina necesita una amplia consolidación fiscal para detener el ciclo perpetuo de endeudamiento excesivo, hiperinflación, morosidad e inestabilidad. Necesita frenar la creación de reservas monetarias”.
“Por doloroso que sea, es necesario para lograr la sostenibilidad y la transición a un futuro mejor. Argentina también necesita una liberalización amplia y secuenciada: no le sirven los tipos de cambio múltiples, los controles de capital y otras restricciones. Es imprescindible contar con bancos fuertes. Este es el trabajo duro que hay que hacer”, opinó.
“Una estabilización basada en la dolarización podría reducir la inflación más rápidamente que simplemente morder la bala fiscal, detener la creación de crédito y conservar la flexibilidad monetaria. Pero la falta de una política de salida de la dolarización bien podría conducir a una contracción económica mucho más grave y al colapso, como ocurrió tras el plan de convertibilidad, que con la preservación de un papel para la flexibilidad monetaria”, explicó.
“En cualquier caso, la estabilidad macroeconómica y monetaria no se logrará simplemente introduciendo un nuevo régimen monetario. Más bien, la estabilidad sólo puede lograrse haciendo realmente el trabajo duro”, dijo Sobel.
“Dada la triste historia económica de Argentina, uno puede ser muy escéptico en cuanto a que los funcionarios tengan la voluntad política de asumir la responsabilidad y hacer el trabajo duro, en lugar de culpar al Fondo Monetario Internacional de los males del país. Tal vez un optimista pueda armarse de valor y creer que esta vez es diferente. El pueblo argentino merece algo más que la excelencia en el campo de fútbol”, concluyó.
El gobierno de Carlos Menem intentó avanzar en una dolarización luego de la devaluación de Brasil de fines de 1999, tras varias charlas que mantuvo el equipo de Roque Fernández con sus pares del Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos que fracasaron. Luego, Menem quiso hacerlo en forma unilateral pero no encontró apoyo ni siquiera en su ministro y se encontraba en el tramo final de su segundo mandato.