El uso de pantallas produce retrasos en el lenguaje de los niños: cuáles son las razones, según los expertos
Jueves 13 de
Julio 2023
Según un estudio de la Universidad de Leicester, el 60% de los niños no logran los hitos del desarrollo del habla, y la pandemia empeoró esta situación. Por qué los especialistas, junto con Unicef y la OMS, llaman a evitar los dispositivos antes de los tres años
El uso de pantallas en la primera infancia trae aparejados problemas en la adquisición del lenguaje. Según los especialistas, las cifras son alarmantes y señalan que el 60% de los niños no logran los hitos del desarrollo de la comunicación verbal antes de los tres años y eso se observa con más énfasis a nivel mundial desde la pandemia.
Así lo advirtió hoy la neuropsicóloga pediátrica certificada por la Universidad de Harvard en Protección de Derechos de los Niños Carina Castro Fumero. “Antes veíamos que por el uso de las pantallas los niños presentaban un mínimo retraso o que su comprensión y expresión estaba alterada, pero post pandemia los números son alarmantes”, reflexionó la experta, quien destacó que “tanto Unicef como la OMS llamaron a estar alertas y pidieron nuevos lineamientos de control y supervisión”. “Antes se recomendaba que antes de los dos años no se exponga a los niños a las pantallas; ahora piden que se extienda hasta antes de los tres”, aseguró.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus primeras recomendaciones sobre el uso de pantallas en la primera infancia, instaba a que los niños de menos de un año no debían ser expuestos a ningún tipo de dispositivo electrónico. Además, aseguran que los niños de dos a cuatro años tampoco deberían tener más de una hora por día de lo que llaman “tiempo de pantalla sedentario”, que incluye juegos de computadora o televisión.
Al respecto, Castro Fumero explicó, en diálogo con Radio Mitre, que “antes de los tres años es cuando se logran los hitos del lenguaje; el niño aprende a hablar a través de la observación del otro. Cuando observa a otro adulto hablar se activan en el cerebro del niño unas neuronas que se llaman ‘neuronas espejo’ que lo van preparando para hablar. Es por eso que antes de los dos años 11 meses y 30 días, o sea, antes de los tres años cumplidos los niños no deberían de estar expuestos a ningún tipo de pantalla y deberían de estar expuestos a la vida, al mundo, a adultos que les hablen, a la interacción, a ir a un centro de cuidado donde no existan pantallas; ese sería el escenario ideal y es lo que recomienda la OMS”.
Sonia Almada es licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO), y en una nota reciente para Infobae citó una publicación de la Academia Americana de Pediatría (AAP), que revisó toda la evidencia existente sobre el impacto de los medios digitales en los niños, esto incluía televisión, videos y tecnologías móviles/interactivas y el potencial beneficio educativo y los problemas relacionados a la salud en niños pequeños (0 a 5 años).
“Las conclusiones fueron que los niños y niñas menores de dos años necesitan exploración práctica e interacción social con cuidadores de confianza para desarrollar sus habilidades cognitivas, de lenguaje, motrices y socioemocionales”, destacó la especialista, y ahondó: “Esto significa poder jugar con juguetes y diversos materiales, como plastilina o masa sensorial, diferentes texturas y aromas, trasvasamiento de líquidos e interacción con la comida. La interacción social se refiere a los vínculos que entablan los bebés y niños pequeños con los adultos a su alrededor y con otros niños y niñas”.
“Los estudios continúan mostrando asociaciones entre la exposición prolongada en la primera infancia y retrasos cognitivos del lenguaje y sociales/emocionales”, enfatizó Almada.
Y tras precisar que “a los dos años un niño debe decir entre 20 y 30 palabras”, la experta de Harvard destacó que “hay niños que llegan a los tres años y no hablan, hablan mal o pronuncian mal”. “Parece que no comprenden lo que se les dice —sostuvo—. Y cuando se miden los hitos del desarrollo nos damos cuenta que no los están logrando ni a los dos, ni a los tres años, e incluso hay niños de cinco años en terapia del lenguaje”.
Consultada acerca de las aplicaciones que muchos padres ofrecen a los hijos creyendo que son educativas, en el sentido de que presentan a los pequeños los colores, números, o palabras en diferentes idiomas, Castro Fumero opinó: “Existe un amplio consenso de que ninguna de estas apps efectivamente estimulan lo que dicen que estimulan. O sea, enseñan de manera automática los números y los colores, pero los niños el lenguaje lo aprenden desde varios lugares, no sólo por repetir, sino que tiene que ver con interiorizar, tiene que ver con sentir, tiene que ver con conexiones neuronales que se hacen en varias zonas del cerebro; no es sólo ver y repetir, por lo que el automatismo que proponen estas apps hacen que ese niño se pierda la oportunidad de estimular sus neuronas y generar buenos cimientos del desarrollo del lenguaje”.
“¿Entonces, qué pasa con esos niños más adelante a sus cuatro, cinco o seis años?”, se preguntó Castro Fumero. Y respondió: “Como no aprendieron correctamente el lenguaje, comprensión y expresión son niños que tienen baja comprensión lectora, dificultad en expresar correctamente sus sentimientos, sus pensamientos, dificultad para consolidar la segunda etapa de la adquisición del lenguaje, por así decirlo, que implica la mayor expresión y comprensión que se va adquiriendo el resto de los años”.
Los efectos de la pandemia
Según una encuesta de Parents Together, una organización dirigida por padres con más de 2 millones de miembros, la gran mayoría de los adultos están preocupados por un aumento masivo en el tiempo de pantalla de sus hijos. Casi la mitad de los hijos de los encuestados (48%) pasó durante el confinamiento de 2020 y parte de 2021 más de seis horas al día en línea, un aumento de casi el 500% desde antes de la crisis.
Y como si fuera poco, sucede lo que los especialistas llamaron “apilamiento de pantalla”, esto es, el uso de varios dispositivos —celular, televisión, computadora— en simultáneo, un hábito cada vez más habitual entre los más chicos. Un estudio de investigadores de la Universidad de Leicester publicado en Acta Pediátrica reveló que el 59% de las niñas usan dos o más pantallas al mismo tiempo durante los días de semana luego del colegio. Y esta cifra alcanzó el 65% en las noches de los días de semana. En tanto más de dos tercios (el 68%) usaba dos o más pantallas al mismo tiempo los fines de semana.
Consultada sobre cuáles fueron los efectos negativos de la pandemia en los chicos, la experta de Harvard señaló que “afectó significativamente la parte del lenguaje”. “Además, se vio que está afectado significativamente lo que tiene que ver con las habilidades sociales, y que los niños que han estado excesivamente aislados tienen un aumento de un neurotransmisor que cambia su ADN y los vuelve más violentos —describió—. Entonces estamos viendo niños más violentos, más irritables, más agresivos, y todo por ese exceso de aislamiento porque el ser humano tiene un cerebro social.
“Se observa un aumento de la cantidad de trastornos mentales de un 48% en menores de 14 años y principalmente son trastornos de ansiedad depresión y suicidio en la adolescencia”, alertó Castro Fumero, para quien lo más grave es que “la curva es ascendente, o sea, no es que ya una vez pasada la pandemia las cifras se estabilizaron y volvieron a los valores previos a 2020; los números siguen en aumento porque tanto a nivel gubernamental como de cada familia no se está dando la contención a los niños porque no saben cómo hacerlo”.
¿Nada de pantallas incluye televisores?
“Incluso televisores”, sentenció la experta, y remarcó: “Cuando hablamos de pantallas son todas”.
Es que según explicó, “las pantallas están diseñadas para generar adicción porque producen altos niveles de dopamina”. Y para dejarlo en claro ejemplificó: “Cuando un niño está empezando a hablar y dice ‘mamá’ y la mamá lo felicita, produce dopamina; cuando está empezando a caminar y su papá lo ve y le aplaude, produce dopamina, pero son pequeñas dosis de dopamina sana, para el sano desarrollo de su cerebro. Ahora, las pantallas setean un nivel de dopamina muy alto —mucho más alto que la sana producción— porque el niño se siente bien, se entretiene de una forma rápida, y este es el principio del circuito de adicciones”.
“Lo que recomiendan los especialistas es que antes de los ocho años, si los padres ya sienten que hay algún tipo de enganche, adicción u obsesión con este tema, lo que se debe hacer es eliminarlo de la vida del niño —aconsejó—. Claro que lo va a pedir, pero el adulto de alguna forma debe canalizar este pedido de manera distinta y acompañar y validar las emociones del menor en ese momento (porque claro que se va a enojar y va a llorar).
Los padres no sólo tienen que tener la información de esto, tienen que estar emocionalmente dispuestos a hacer esto”.En ese sentido, Castro Fumero reconoció que “las pantallas solucionan la crianza”. “Son por excelencia la nana más económica y más eficiente. O sea, en cualquier momento la encendemos y el niño se quedó inmóvil y nos permite todo”, apuntó, al tiempo que explicó que esto sucede “porque cuando un niño entrena su cerebro para la atención desde muy temprana edad con actividades como colorear, jugar con masas, etc eso en el cerebro produce ondas Alfa, mientras que cuando están frente a la pantalla generan ondas Beta, que son más suaves, de lentitud, de hipnosis; por eso cuando se les saca la pantalla se irritan, porque se los está sacando de un estado de completo trance y no está entrenando la atención”.
Así lo advirtió hoy la neuropsicóloga pediátrica certificada por la Universidad de Harvard en Protección de Derechos de los Niños Carina Castro Fumero. “Antes veíamos que por el uso de las pantallas los niños presentaban un mínimo retraso o que su comprensión y expresión estaba alterada, pero post pandemia los números son alarmantes”, reflexionó la experta, quien destacó que “tanto Unicef como la OMS llamaron a estar alertas y pidieron nuevos lineamientos de control y supervisión”. “Antes se recomendaba que antes de los dos años no se exponga a los niños a las pantallas; ahora piden que se extienda hasta antes de los tres”, aseguró.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus primeras recomendaciones sobre el uso de pantallas en la primera infancia, instaba a que los niños de menos de un año no debían ser expuestos a ningún tipo de dispositivo electrónico. Además, aseguran que los niños de dos a cuatro años tampoco deberían tener más de una hora por día de lo que llaman “tiempo de pantalla sedentario”, que incluye juegos de computadora o televisión.
Al respecto, Castro Fumero explicó, en diálogo con Radio Mitre, que “antes de los tres años es cuando se logran los hitos del lenguaje; el niño aprende a hablar a través de la observación del otro. Cuando observa a otro adulto hablar se activan en el cerebro del niño unas neuronas que se llaman ‘neuronas espejo’ que lo van preparando para hablar. Es por eso que antes de los dos años 11 meses y 30 días, o sea, antes de los tres años cumplidos los niños no deberían de estar expuestos a ningún tipo de pantalla y deberían de estar expuestos a la vida, al mundo, a adultos que les hablen, a la interacción, a ir a un centro de cuidado donde no existan pantallas; ese sería el escenario ideal y es lo que recomienda la OMS”.
Sonia Almada es licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO), y en una nota reciente para Infobae citó una publicación de la Academia Americana de Pediatría (AAP), que revisó toda la evidencia existente sobre el impacto de los medios digitales en los niños, esto incluía televisión, videos y tecnologías móviles/interactivas y el potencial beneficio educativo y los problemas relacionados a la salud en niños pequeños (0 a 5 años).
“Las conclusiones fueron que los niños y niñas menores de dos años necesitan exploración práctica e interacción social con cuidadores de confianza para desarrollar sus habilidades cognitivas, de lenguaje, motrices y socioemocionales”, destacó la especialista, y ahondó: “Esto significa poder jugar con juguetes y diversos materiales, como plastilina o masa sensorial, diferentes texturas y aromas, trasvasamiento de líquidos e interacción con la comida. La interacción social se refiere a los vínculos que entablan los bebés y niños pequeños con los adultos a su alrededor y con otros niños y niñas”.
“Los estudios continúan mostrando asociaciones entre la exposición prolongada en la primera infancia y retrasos cognitivos del lenguaje y sociales/emocionales”, enfatizó Almada.
Y tras precisar que “a los dos años un niño debe decir entre 20 y 30 palabras”, la experta de Harvard destacó que “hay niños que llegan a los tres años y no hablan, hablan mal o pronuncian mal”. “Parece que no comprenden lo que se les dice —sostuvo—. Y cuando se miden los hitos del desarrollo nos damos cuenta que no los están logrando ni a los dos, ni a los tres años, e incluso hay niños de cinco años en terapia del lenguaje”.
Consultada acerca de las aplicaciones que muchos padres ofrecen a los hijos creyendo que son educativas, en el sentido de que presentan a los pequeños los colores, números, o palabras en diferentes idiomas, Castro Fumero opinó: “Existe un amplio consenso de que ninguna de estas apps efectivamente estimulan lo que dicen que estimulan. O sea, enseñan de manera automática los números y los colores, pero los niños el lenguaje lo aprenden desde varios lugares, no sólo por repetir, sino que tiene que ver con interiorizar, tiene que ver con sentir, tiene que ver con conexiones neuronales que se hacen en varias zonas del cerebro; no es sólo ver y repetir, por lo que el automatismo que proponen estas apps hacen que ese niño se pierda la oportunidad de estimular sus neuronas y generar buenos cimientos del desarrollo del lenguaje”.
“¿Entonces, qué pasa con esos niños más adelante a sus cuatro, cinco o seis años?”, se preguntó Castro Fumero. Y respondió: “Como no aprendieron correctamente el lenguaje, comprensión y expresión son niños que tienen baja comprensión lectora, dificultad en expresar correctamente sus sentimientos, sus pensamientos, dificultad para consolidar la segunda etapa de la adquisición del lenguaje, por así decirlo, que implica la mayor expresión y comprensión que se va adquiriendo el resto de los años”.
Los efectos de la pandemia
Según una encuesta de Parents Together, una organización dirigida por padres con más de 2 millones de miembros, la gran mayoría de los adultos están preocupados por un aumento masivo en el tiempo de pantalla de sus hijos. Casi la mitad de los hijos de los encuestados (48%) pasó durante el confinamiento de 2020 y parte de 2021 más de seis horas al día en línea, un aumento de casi el 500% desde antes de la crisis.
Y como si fuera poco, sucede lo que los especialistas llamaron “apilamiento de pantalla”, esto es, el uso de varios dispositivos —celular, televisión, computadora— en simultáneo, un hábito cada vez más habitual entre los más chicos. Un estudio de investigadores de la Universidad de Leicester publicado en Acta Pediátrica reveló que el 59% de las niñas usan dos o más pantallas al mismo tiempo durante los días de semana luego del colegio. Y esta cifra alcanzó el 65% en las noches de los días de semana. En tanto más de dos tercios (el 68%) usaba dos o más pantallas al mismo tiempo los fines de semana.
Consultada sobre cuáles fueron los efectos negativos de la pandemia en los chicos, la experta de Harvard señaló que “afectó significativamente la parte del lenguaje”. “Además, se vio que está afectado significativamente lo que tiene que ver con las habilidades sociales, y que los niños que han estado excesivamente aislados tienen un aumento de un neurotransmisor que cambia su ADN y los vuelve más violentos —describió—. Entonces estamos viendo niños más violentos, más irritables, más agresivos, y todo por ese exceso de aislamiento porque el ser humano tiene un cerebro social.
“Se observa un aumento de la cantidad de trastornos mentales de un 48% en menores de 14 años y principalmente son trastornos de ansiedad depresión y suicidio en la adolescencia”, alertó Castro Fumero, para quien lo más grave es que “la curva es ascendente, o sea, no es que ya una vez pasada la pandemia las cifras se estabilizaron y volvieron a los valores previos a 2020; los números siguen en aumento porque tanto a nivel gubernamental como de cada familia no se está dando la contención a los niños porque no saben cómo hacerlo”.
¿Nada de pantallas incluye televisores?
“Incluso televisores”, sentenció la experta, y remarcó: “Cuando hablamos de pantallas son todas”.
Es que según explicó, “las pantallas están diseñadas para generar adicción porque producen altos niveles de dopamina”. Y para dejarlo en claro ejemplificó: “Cuando un niño está empezando a hablar y dice ‘mamá’ y la mamá lo felicita, produce dopamina; cuando está empezando a caminar y su papá lo ve y le aplaude, produce dopamina, pero son pequeñas dosis de dopamina sana, para el sano desarrollo de su cerebro. Ahora, las pantallas setean un nivel de dopamina muy alto —mucho más alto que la sana producción— porque el niño se siente bien, se entretiene de una forma rápida, y este es el principio del circuito de adicciones”.
“Lo que recomiendan los especialistas es que antes de los ocho años, si los padres ya sienten que hay algún tipo de enganche, adicción u obsesión con este tema, lo que se debe hacer es eliminarlo de la vida del niño —aconsejó—. Claro que lo va a pedir, pero el adulto de alguna forma debe canalizar este pedido de manera distinta y acompañar y validar las emociones del menor en ese momento (porque claro que se va a enojar y va a llorar).
Los padres no sólo tienen que tener la información de esto, tienen que estar emocionalmente dispuestos a hacer esto”.En ese sentido, Castro Fumero reconoció que “las pantallas solucionan la crianza”. “Son por excelencia la nana más económica y más eficiente. O sea, en cualquier momento la encendemos y el niño se quedó inmóvil y nos permite todo”, apuntó, al tiempo que explicó que esto sucede “porque cuando un niño entrena su cerebro para la atención desde muy temprana edad con actividades como colorear, jugar con masas, etc eso en el cerebro produce ondas Alfa, mientras que cuando están frente a la pantalla generan ondas Beta, que son más suaves, de lentitud, de hipnosis; por eso cuando se les saca la pantalla se irritan, porque se los está sacando de un estado de completo trance y no está entrenando la atención”.
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Infobae