Por "The Economist"
La venta en corto: un viejo truco que ayuda a alertar sobre el fraude en el mercado de valores
Miércoles 15 de
Febrero 2023
Desde los principios de la bolsa que las personas han usado la estrategia de invertir a la baja
Si bien no es el truco más viejo en el comercio de acciones, tampoco está muy lejos. En 1602, la compañía Dutch East India fue la primera en vender parte de los capitales de las empresas al público. Cuatro años después, Isaac le Maire, un exdirector enojado, se había unido junto a un sindicato que vendía acciones sin aún poseerlas para entregas futuras y, luego, difundieron rumores sobre la compañía para reducir el precio. En el momento en que vencía el plazo de la liquidación de las acciones, el sindicato podía comprarlas en el mercado por menos de lo que las había vendido originalmente, lo que les generaba una ganancia. Al enterarse de esto, la compañía holandesa gritó la falta. Dijeron que estas prácticas eran “infames” y “perjudiciales para los inversores y, en particular, para las viudas y huérfanos” que tenían acciones en la empresa. ¿Qué es la venta en corto? ¿Es una maldición o una bendición?
En la actualidad, los vendedores en corto (short-sellers en inglés) también conocidos como inversores a la baja, quienes especulan a que los precios de los activos bajen en lugar de subir, vieron cómo mitigaron sus prácticas más audaces. Por ejemplo, los rumores de Le Maire se considerarían como manipulación ilegal del mercado, y las regulaciones implementadas después de la crisis financiera de 2007-2009 harían que tengan que pedir prestadas las acciones antes de venderlas. Sin embargo, los inversores a la baja buscan empresas cuyas acciones creen que están sobrevaluadas, ya sea por la exuberancia del mercado o por un fraude total. Los que tienen éxito describen su trabajo como las de un periodista de investigación que durante meses o años rastrea documentos y habla con fuentes para descubrir malas conductas que otros no han detectado.
Después de haber realizado las apuestas, algunos publican “informes breves”, donde presentan evidencia con la esperanza de que otros inversores vendan y provoquen una caída en el precio de las acciones que tienen como objetivo. Un ejemplo de ello es Hindenburg Research, que el 24 de enero de 2023 acusó al Grupo Adani, un conglomerado gigante indio dirigido por uno de los magnates más ricos del mundo, de manipulación de acciones y fraude. (Adani Group negó las acusaciones, y emitió una refutación de 413 páginas que calificó al informe de Hindenburg como “todas mentiras”). En cuestión de días, las empresas del grupo presenciaron cómo se borraban más de USD100 mil millones de su valor, y una de ellas se vio obligada a cancelar una venta de acciones y debió devolver a sus inversores USD2.5 mil millones.
Es difícil argumentar que están equivocados a aquellos que pasan sus días tratando de descubrir la malversación corporativa. De hecho, The Economist cree que los vendedores en corto son buenos para los mercados, ya que se los asocia a los esfuerzos para descubrir algunos de los fraudes más grandes del mundo de los negocios. Un ejemplo fue el descubrimiento de las irregularidades de Enron, un gigante energético tejano que implosionó en 2001; otra fue la mala conducta en Wirecard, una empresa fintech alemana que colapsó en 2020. Como Le Maire, los short-sellers en sí tienden a ser poco populares. En 2021, Andrew Left, un vendedor en corto dispuesto a hacer declaraciones, anunció que ya no publicaría “informes breves” después de 20 años de hacerlo, ya que comerciantes minoristas habían compartido su información personal en plataformas de redes sociales y habían enviado amenazas a sus hijos. A la vez, un administrador de fondos de cobertura contó que cuando publica una investigación halagadora sobre las empresas: “Por lo general le gusta a la gente, pero todos te odian cuando eres áspero”.
La venta en corto también es un negocio muy difícil de obtener ganancias. Los rendimientos tienen un máximo, ya que el precio de una acción no puede caer por debajo de cero. Sin embargo, puede aumentar indefinidamente, lo que hace que las pérdidas potenciales sean ilimitadas. Mientras tanto, los fondos de venta en corto tienden a supervisar mucho menos dinero que los tradicionales “solo largos”, lo que limita el alcance de las tarifas de gestión considerables. Sin embargo, luego de hablar con profesionales, existe la sensación de que las formas más fáciles de ganar dinero no los tientan. Están en esto por la adrenalina de la persecución.
En la actualidad, los vendedores en corto (short-sellers en inglés) también conocidos como inversores a la baja, quienes especulan a que los precios de los activos bajen en lugar de subir, vieron cómo mitigaron sus prácticas más audaces. Por ejemplo, los rumores de Le Maire se considerarían como manipulación ilegal del mercado, y las regulaciones implementadas después de la crisis financiera de 2007-2009 harían que tengan que pedir prestadas las acciones antes de venderlas. Sin embargo, los inversores a la baja buscan empresas cuyas acciones creen que están sobrevaluadas, ya sea por la exuberancia del mercado o por un fraude total. Los que tienen éxito describen su trabajo como las de un periodista de investigación que durante meses o años rastrea documentos y habla con fuentes para descubrir malas conductas que otros no han detectado.
Después de haber realizado las apuestas, algunos publican “informes breves”, donde presentan evidencia con la esperanza de que otros inversores vendan y provoquen una caída en el precio de las acciones que tienen como objetivo. Un ejemplo de ello es Hindenburg Research, que el 24 de enero de 2023 acusó al Grupo Adani, un conglomerado gigante indio dirigido por uno de los magnates más ricos del mundo, de manipulación de acciones y fraude. (Adani Group negó las acusaciones, y emitió una refutación de 413 páginas que calificó al informe de Hindenburg como “todas mentiras”). En cuestión de días, las empresas del grupo presenciaron cómo se borraban más de USD100 mil millones de su valor, y una de ellas se vio obligada a cancelar una venta de acciones y debió devolver a sus inversores USD2.5 mil millones.
Es difícil argumentar que están equivocados a aquellos que pasan sus días tratando de descubrir la malversación corporativa. De hecho, The Economist cree que los vendedores en corto son buenos para los mercados, ya que se los asocia a los esfuerzos para descubrir algunos de los fraudes más grandes del mundo de los negocios. Un ejemplo fue el descubrimiento de las irregularidades de Enron, un gigante energético tejano que implosionó en 2001; otra fue la mala conducta en Wirecard, una empresa fintech alemana que colapsó en 2020. Como Le Maire, los short-sellers en sí tienden a ser poco populares. En 2021, Andrew Left, un vendedor en corto dispuesto a hacer declaraciones, anunció que ya no publicaría “informes breves” después de 20 años de hacerlo, ya que comerciantes minoristas habían compartido su información personal en plataformas de redes sociales y habían enviado amenazas a sus hijos. A la vez, un administrador de fondos de cobertura contó que cuando publica una investigación halagadora sobre las empresas: “Por lo general le gusta a la gente, pero todos te odian cuando eres áspero”.
La venta en corto también es un negocio muy difícil de obtener ganancias. Los rendimientos tienen un máximo, ya que el precio de una acción no puede caer por debajo de cero. Sin embargo, puede aumentar indefinidamente, lo que hace que las pérdidas potenciales sean ilimitadas. Mientras tanto, los fondos de venta en corto tienden a supervisar mucho menos dinero que los tradicionales “solo largos”, lo que limita el alcance de las tarifas de gestión considerables. Sin embargo, luego de hablar con profesionales, existe la sensación de que las formas más fáciles de ganar dinero no los tientan. Están en esto por la adrenalina de la persecución.
Con información de
La Nación