Por qué la caída de las reservas se convirtió en el peor enemigo en la "guerra contra la inflación"
Por:
Claudio Zlotnik
Jueves 11 de
Agosto 2022
Hoy se conocerá la inflación récord de julio. El BCRA subirá fuerte la tasa de interés para alinear expectativas. Por qué eso no alcanzará
Algunos gerentes comerciales de las principales empresas líderes reciben al final de la tarde, en sus teléfonos móviles, una actualización del desempeño diario del Banco Central en el mercado cambiario. Ya no alcanza con saber las cotizaciones de los dólares -oficial y alternativos- y el estado de la brecha cambiaria. Para los formadores de precios, la estabilidad cambiaria se mide en función de las reservas que le quedan al BCRA. Dicho de otra forma: si -más allá de los deseos de Sergio Massa-, el Gobierno se verá forzado a una devaluación abrupta del tipo de cambio oficial. Al estilo de lo que sucedió en el lejano febrero de 2014.
La expectativa devaluatoria fue clave en la aceleración de los aumentos de precios. La dinámica inflacionaria, que se recalentó en las últimas semanas, tuvo que ver básicamente con dos cosas: la falta de dólares en el Banco Central y la crisis política en el oficialismo, con una Cristina Kirchner que le retaceó su apoyo tanto a Martín Guzmán como a Silvina Batakis.
Tras la fuerte suba del dólar blue y los dólares alternativos -a picos cercanos a los $350-, Massa reemplazó a Batakis y encontró el respaldo de la vicepresidenta.
Ahora falta que se confirme lo que, para muchos, resulta lo más relevante: que el Banco Central deje de perder dólares y, al contrario, comience a reponer las reservas.
El primer dato positivo después de una mala racha de 12 jornadas consecutivas llegó el miércoles por la tarde: el Banco Central adquirió u$s15 millones, en un día donde el pago de energía disminuyó a "tan sólo" u$s50 millones.
A la espera de la suba de la tasa de interés
Toda la expectativa de esta tarde se la lleva el Banco Central. La chance es que, por segunda vez en un mes, el BCRA suba fuerte las tasas de interés. Lo hizo hace dos semanas, y lo volvería a realizar en la reunión de directores de hoy.
En los bancos creen que esa suba sería de unos 500 puntos básicos, con el objetivo de estabilizar el mercado cambiario y, además, dar una poderosa señal para que baje la cotización de los dólares alternativos.
La vez anterior, esas cotizaciones bajaron del récord de $340-$350 al nivel por debajo de los $300 en el que se encuentran ahora.
Ahora bien, con una brecha que sigue por encima del 100%, es muy difícil que los chacareros y las cerealeras exportadoras liquiden sus divisas en la ventanilla del BCRA.
Desde los principales bancos del sistema financiero están convencidos de que el jueves el Banco Central volverá a subir las tasas de interés. Aguardan una medida categórica, tal como ocurrió hace ya dos semanas, cuando Pesce subió el rendimiento de las Leliq y también de los plazos fijos y las tasas de los créditos.
La clave pasa por encarecer el costo de los créditos en un nivel que le ponga freno al financiamiento "barato" de los productores, que toman pesos del mercado para después dolarizarse.
La gran cuestión es a qué nivel deberían trepar las tasas de interés para que eso suceda. Para que los tomadores de créditos en pesos perciban que pueden perder dinero haciendo esas operaciones.
¿Acuerdo por los dólares para las reservas?
En paralelo a una suba en el costo del dinero, el Gobierno también negocia un acuerdo con las cerealeras para acelerar la liquidación de divisas.
Al asumir, Massa dijo que se enfocaría en conseguir u$s5.000 millones para las reservas. La idea es llegar a un acuerdo con las cerealeras y con otros sectores exportadores, como la minería y la industria.
El ministro considera que si muestra ese resultado -sumado a las medidas que se van tomando, como la suba de la tasa de interés y el canje de la deuda en pesos más el apretón fiscal- todo eso junto va a dar la señal de que la macro puede empezar a ordenarse.
Una tarea que Martín Guzmán no pudo concretar durante su gestión, ya sea por efecto de la pandemia y luego de la guerra en Ucrania; ya sea por la falta de respaldo político del kirchnerismo, como él mismo se encargó de vociferar.
Los precios suben y aparece la mercadería
Un relevamiento de iProfesional por empresas líderes del sector de la alimentación da cuenta de aumentos de precios superiores a la dinámica previa a la renuncia de Guzmán.
No tan fuertes como durante el mes pasado, pero se mantienen en un piso superior al que registraron durante el primer semestre, lo que le da una dosis de preocupación adicional al flamante ministro. Los reclamos de los gremios no tardarán en generalizarse, en este contexto.
Este jueves se sabrá la inflación de julio, que romperá un nuevo récord.
¿Habrá tocado el 8%, como venía midiendo el propio monitoreo diario del Banco Central? Como fuera, la agenda del nuevo ministro tendrá que encarar el tema de la inflación como el eje central, una vez que termine de convencer al mercado que no hay ningún espacio para una devaluación abrupta.
Para agosto, las consultoras prevén un índice que si bien puede aminorar, se ubicará entre el récord de julio y la tendencia mensual anterior, algunas décimas por arriba del 5%. No hay mucho para festejar, por cierto. Más bien, todo lo contrario.
Alinear las expectativas, seriamente dañadas. Se trata, acaso, de la tarea más difícil, con un Banco Central al límite de sus posibilidades y con la confianza que recién ahora empieza a recomponerse, a fuerza de violentas subas de las tasas de interés, que lógicamente pegan en las expectativas de la actividad económica.
La expectativa devaluatoria fue clave en la aceleración de los aumentos de precios. La dinámica inflacionaria, que se recalentó en las últimas semanas, tuvo que ver básicamente con dos cosas: la falta de dólares en el Banco Central y la crisis política en el oficialismo, con una Cristina Kirchner que le retaceó su apoyo tanto a Martín Guzmán como a Silvina Batakis.
Tras la fuerte suba del dólar blue y los dólares alternativos -a picos cercanos a los $350-, Massa reemplazó a Batakis y encontró el respaldo de la vicepresidenta.
Ahora falta que se confirme lo que, para muchos, resulta lo más relevante: que el Banco Central deje de perder dólares y, al contrario, comience a reponer las reservas.
El primer dato positivo después de una mala racha de 12 jornadas consecutivas llegó el miércoles por la tarde: el Banco Central adquirió u$s15 millones, en un día donde el pago de energía disminuyó a "tan sólo" u$s50 millones.
A la espera de la suba de la tasa de interés
Toda la expectativa de esta tarde se la lleva el Banco Central. La chance es que, por segunda vez en un mes, el BCRA suba fuerte las tasas de interés. Lo hizo hace dos semanas, y lo volvería a realizar en la reunión de directores de hoy.
En los bancos creen que esa suba sería de unos 500 puntos básicos, con el objetivo de estabilizar el mercado cambiario y, además, dar una poderosa señal para que baje la cotización de los dólares alternativos.
La vez anterior, esas cotizaciones bajaron del récord de $340-$350 al nivel por debajo de los $300 en el que se encuentran ahora.
Ahora bien, con una brecha que sigue por encima del 100%, es muy difícil que los chacareros y las cerealeras exportadoras liquiden sus divisas en la ventanilla del BCRA.
Desde los principales bancos del sistema financiero están convencidos de que el jueves el Banco Central volverá a subir las tasas de interés. Aguardan una medida categórica, tal como ocurrió hace ya dos semanas, cuando Pesce subió el rendimiento de las Leliq y también de los plazos fijos y las tasas de los créditos.
La clave pasa por encarecer el costo de los créditos en un nivel que le ponga freno al financiamiento "barato" de los productores, que toman pesos del mercado para después dolarizarse.
La gran cuestión es a qué nivel deberían trepar las tasas de interés para que eso suceda. Para que los tomadores de créditos en pesos perciban que pueden perder dinero haciendo esas operaciones.
¿Acuerdo por los dólares para las reservas?
En paralelo a una suba en el costo del dinero, el Gobierno también negocia un acuerdo con las cerealeras para acelerar la liquidación de divisas.
Al asumir, Massa dijo que se enfocaría en conseguir u$s5.000 millones para las reservas. La idea es llegar a un acuerdo con las cerealeras y con otros sectores exportadores, como la minería y la industria.
El ministro considera que si muestra ese resultado -sumado a las medidas que se van tomando, como la suba de la tasa de interés y el canje de la deuda en pesos más el apretón fiscal- todo eso junto va a dar la señal de que la macro puede empezar a ordenarse.
Una tarea que Martín Guzmán no pudo concretar durante su gestión, ya sea por efecto de la pandemia y luego de la guerra en Ucrania; ya sea por la falta de respaldo político del kirchnerismo, como él mismo se encargó de vociferar.
Los precios suben y aparece la mercadería
Un relevamiento de iProfesional por empresas líderes del sector de la alimentación da cuenta de aumentos de precios superiores a la dinámica previa a la renuncia de Guzmán.
No tan fuertes como durante el mes pasado, pero se mantienen en un piso superior al que registraron durante el primer semestre, lo que le da una dosis de preocupación adicional al flamante ministro. Los reclamos de los gremios no tardarán en generalizarse, en este contexto.
Este jueves se sabrá la inflación de julio, que romperá un nuevo récord.
¿Habrá tocado el 8%, como venía midiendo el propio monitoreo diario del Banco Central? Como fuera, la agenda del nuevo ministro tendrá que encarar el tema de la inflación como el eje central, una vez que termine de convencer al mercado que no hay ningún espacio para una devaluación abrupta.
Para agosto, las consultoras prevén un índice que si bien puede aminorar, se ubicará entre el récord de julio y la tendencia mensual anterior, algunas décimas por arriba del 5%. No hay mucho para festejar, por cierto. Más bien, todo lo contrario.
Alinear las expectativas, seriamente dañadas. Se trata, acaso, de la tarea más difícil, con un Banco Central al límite de sus posibilidades y con la confianza que recién ahora empieza a recomponerse, a fuerza de violentas subas de las tasas de interés, que lógicamente pegan en las expectativas de la actividad económica.