Cataratas: la enfermedad que todos vamos a tener y que puede terminar en ceguera
Martes 21 de
Junio 2022
Visión borrosa y encandilamiento son síntomas de una enfermedad cuya prevalencia crece con la edad y de la que nadie escapa. La forma de controlarla es yendo periódicamente al oftalmólogo.
Cuando una persona comienza a experimentar visión borrosa y parece que estuviera viendo como a través de un vidrio empañado, es posible estar frente a un caso de cataratas. “Es la opacificación del cristalino, que es uno de los lentes que tiene naturalmente el ojo humano”, explicó el médico oftalmólogo cirujano Ricardo Pacheco.
Después de los 50 años comienza a subir la incidencia de esta enfermedad y luego de los 60 prácticamente todas las personas tienen un grado de opacificación del cristalino dado que es parte del proceso del envejecimiento natural de las personas.
La catarata en sí termina siendo una ceguera, pero lo importante es que se trata de una ceguera reversible mediante cirugía.
“Esta patología lo que está quitando es visión. Principalmente al paciente le baja la visión y lo otro que nota es que en la noche se encandila. Esto es porque la imagen que le queda al ojo en vez de fluir directamente hacia la retina, por un tema óptico rebota, no fluye directamente y eso provoca que el paciente se deslumbre”, detalló Pacheco a El País.
Todos estos síntomas surgen en el control oftalmológico, que es en el que se diagnostican las cataratas. “A veces los detecta el médico y otras veces es el paciente que lo sospecha”, apuntó el especialista.
De ahí la importancia de concurrir al oculista periódicamente.
“Normalmente, si un paciente es sano y mayor de edad, los controles ideales se hacen una vez al año, siempre y cuando no tenga otra patología asociada”, indicó.
No es lo mismo un paciente de 40 años, que seguramente tenga un trastorno o defecto refractivo o le está apareciendo la presbicia, que uno de 70, en el que es más frecuente que presente cataratas.
“Las cataratas evolucionan de acuerdo a la persona. Hay personas que pueden tener un nivel de ceguera en casi seis meses, como hay otras que han estado cinco o seis años en control y mantienen los niveles de una catarata incipiente, por lo tanto aún no es necesaria la cirugía”, señaló el oftalmólogo a El País.
Una catarata incipiente es cuando ya comenzaron a aparecer algunos signos de la enfermedad, pero los valores de agudeza visual del paciente no se modifican o no interfieren en su vida diaria.
Para este último caso se aconsejan controles cada seis meses.
Dos tipos de cirugía.
¿Cuándo es el mejor momento para indicar la cirugía? “Cuando el paciente tiene una disminución de la visión a niveles que no son aceptables con el tipo de actividad que desarrolla o porque realmente está viendo muy poco, de mutuo acuerdo se coordina la cirugía”, explicó Pacheco.
Existen dos técnicas, la tradicional y la moderna. En la primera se hace una incisión bastante grande en el ojo para sacar la catarata entera, mientras que en la segunda –técnica de facoemulsificación– se realiza un pequeño orificio de unos dos milímetros.
“Un aparatito especial ingresa y lo que hace es fragmentar la catarata dentro del ojo. Como ese aparatito también tiene la función de aspiración, se aspira esa fragmentación del cristalino”, describió Pacheco sobre la técnica que la gente popularmente conoce como láser, pero no es correcto llamarla así. “Sería aplicación de ultrasonido”, corrigió el especialista.
Ambas técnicas son ambulatorias, pero en la más moderna el paciente se recupera más rápido. “En la tradicional tiene una recuperación de un mes y medio o dos, porque es una cirugía que lleva puntos de sutura, mientras que en la más nueva en 24 horas está viendo perfecto”, indicó Pacheco.
El tiempo de evolución de la catarata también es un factor importante a tener en cuenta. Cuanto más avanzada esté la catarata, más dura se pone y más difícil resulta operarla por la técnica más moderna.
“Lo que más llama la atención al paciente es que rápidamente recupera la visión y al otro día está maravillado con lo que puede ver. La recuperación es tan rápida que le permite volver a sus actividades diarias en poco tiempo”, señaló el especialista sobre una cirugía que no tiene contraindicaciones.
Destacó, además, que en cuanto a especialidad y técnicas quirúrgicas, Uruguay está al nivel de los países más desarrollados.
“Realmente no hay diferencia entre que un paciente se opere acá que si lo hace en Estados Unidos o en Europa. Por suerte tenemos toda la tecnología y tenemos todo el conocimiento”, remarcó.
Finalmente, como médico recomendó la prevención. “Lo importante es que no se pierda tiempo, que no se dejen pasar los controles oftalmológicos. Cuanto antes se detecte cualquier patología, mejor pronóstico y resultados se van a tener”, concluyó.
Después de los 50 años comienza a subir la incidencia de esta enfermedad y luego de los 60 prácticamente todas las personas tienen un grado de opacificación del cristalino dado que es parte del proceso del envejecimiento natural de las personas.
La catarata en sí termina siendo una ceguera, pero lo importante es que se trata de una ceguera reversible mediante cirugía.
“Esta patología lo que está quitando es visión. Principalmente al paciente le baja la visión y lo otro que nota es que en la noche se encandila. Esto es porque la imagen que le queda al ojo en vez de fluir directamente hacia la retina, por un tema óptico rebota, no fluye directamente y eso provoca que el paciente se deslumbre”, detalló Pacheco a El País.
Todos estos síntomas surgen en el control oftalmológico, que es en el que se diagnostican las cataratas. “A veces los detecta el médico y otras veces es el paciente que lo sospecha”, apuntó el especialista.
De ahí la importancia de concurrir al oculista periódicamente.
“Normalmente, si un paciente es sano y mayor de edad, los controles ideales se hacen una vez al año, siempre y cuando no tenga otra patología asociada”, indicó.
No es lo mismo un paciente de 40 años, que seguramente tenga un trastorno o defecto refractivo o le está apareciendo la presbicia, que uno de 70, en el que es más frecuente que presente cataratas.
“Las cataratas evolucionan de acuerdo a la persona. Hay personas que pueden tener un nivel de ceguera en casi seis meses, como hay otras que han estado cinco o seis años en control y mantienen los niveles de una catarata incipiente, por lo tanto aún no es necesaria la cirugía”, señaló el oftalmólogo a El País.
Una catarata incipiente es cuando ya comenzaron a aparecer algunos signos de la enfermedad, pero los valores de agudeza visual del paciente no se modifican o no interfieren en su vida diaria.
Para este último caso se aconsejan controles cada seis meses.
Dos tipos de cirugía.
¿Cuándo es el mejor momento para indicar la cirugía? “Cuando el paciente tiene una disminución de la visión a niveles que no son aceptables con el tipo de actividad que desarrolla o porque realmente está viendo muy poco, de mutuo acuerdo se coordina la cirugía”, explicó Pacheco.
Existen dos técnicas, la tradicional y la moderna. En la primera se hace una incisión bastante grande en el ojo para sacar la catarata entera, mientras que en la segunda –técnica de facoemulsificación– se realiza un pequeño orificio de unos dos milímetros.
“Un aparatito especial ingresa y lo que hace es fragmentar la catarata dentro del ojo. Como ese aparatito también tiene la función de aspiración, se aspira esa fragmentación del cristalino”, describió Pacheco sobre la técnica que la gente popularmente conoce como láser, pero no es correcto llamarla así. “Sería aplicación de ultrasonido”, corrigió el especialista.
Ambas técnicas son ambulatorias, pero en la más moderna el paciente se recupera más rápido. “En la tradicional tiene una recuperación de un mes y medio o dos, porque es una cirugía que lleva puntos de sutura, mientras que en la más nueva en 24 horas está viendo perfecto”, indicó Pacheco.
El tiempo de evolución de la catarata también es un factor importante a tener en cuenta. Cuanto más avanzada esté la catarata, más dura se pone y más difícil resulta operarla por la técnica más moderna.
“Lo que más llama la atención al paciente es que rápidamente recupera la visión y al otro día está maravillado con lo que puede ver. La recuperación es tan rápida que le permite volver a sus actividades diarias en poco tiempo”, señaló el especialista sobre una cirugía que no tiene contraindicaciones.
Destacó, además, que en cuanto a especialidad y técnicas quirúrgicas, Uruguay está al nivel de los países más desarrollados.
“Realmente no hay diferencia entre que un paciente se opere acá que si lo hace en Estados Unidos o en Europa. Por suerte tenemos toda la tecnología y tenemos todo el conocimiento”, remarcó.
Finalmente, como médico recomendó la prevención. “Lo importante es que no se pierda tiempo, que no se dejen pasar los controles oftalmológicos. Cuanto antes se detecte cualquier patología, mejor pronóstico y resultados se van a tener”, concluyó.
Con información de
El País Uy