El incómodo comentario en The Lancet sobre el manejo de la pandemia de Covid en Argentina
Viernes 18 de
Marzo 2022
Fue a partir de un paper que el Ministerio de Salud publicó en la revista científica y da cuenta de la eficacia de las vacunas Sputnik V, AstraZeneca y Sinopharm.
El ministerio de Salud de la Nación publicó esta semana un paper en la prestigiosa revista The Lancet, para dar cuenta de la eficacia "en el terreno" en personas mayores de 60 años de las vacunas Sputnik V, AstraZeneca y Sinopharm, utilizadas en el país.
El trabajo muestra resultados positivos y sobre el final -como es habitual en estas publicaciones- un comentarista experto de la revista da su punto de vista sobre la investigación. Ahí es donde algunas afirmaciones dejan un sabor agridulce.
El relevamiento sobre la performance de las vacunas estuvo a cargo de Analía Rearte, directora nacional de Epidemiología, y se realizó entre fines de enero y septiembre de 2021. La eficacia para prevenir las muertes en ese grupo etario fue del 93,7 por ciento con AstraZeneca, 93,1 por ciento con Sputnik V y 85% con Sinopharm.
También comprobaron que la efectividad para prevenir la muerte con una sola dosis fue superior al 80 por ciento en personas de entre 60 y 79 años. A partir de ese dato la ministra de Salud, Carla Vizzotti, aseguró a través de su cuenta de Twitter: “Queda evidenciada la solidez de los datos que nos permitieron, hace casi un año, tomar una de las decisiones más difíciles e importantes de la pandemia en nuestro país: diferir segundas dosis para alcanzar a la mayor cantidad de personas con la primera”.
Sobre el final del artículo viene el comentario a cargo de Edward Mills, profesor asociado visitante de la Universidad de Stanford y profesor adjunto de la Universidad de Ruanda. El experto comienza su texto con un elogio a las vacunas de ARN mensajero como herramienta para frenar la pandemia, cuando en el estudio argentino esas vacunas no son objeto de estudio. Mills incluso señala las críticas que se han hecho sobre la seguridad de las vacunas AstraZeneca y Sputnik V.
“Por esa razón, las vacunas de ARN se han distribuido más ampliamente en entornos más ricos mientras que otras vacunas, como Sinopharm y Sinovac, con algunas excepciones, se han proporcionado en países de bajos y medianos ingresos”, afirma Mills en The Lancet.
“El trabajo de Rearte y sus colegas es una importante contribución que tiene ramificaciones para muchos países de bajos ingresos y medianos ingresos, porque la elección de vacunas disponibles en un país rara vez depende de la magnitud del efecto observado en los ensayos clínicos primarios, sino más bien en las negociaciones de adquisición con varios fabricantes de forma temprana en la pandemia”, agrega Mills.
En su comentario aparentemente elogioso, el experto no deja de poner en evidencia el déficit que ha sufrido la Argentina en el acceso a las vacunas de ARN mensajero, que demostraron ser finalmente las más eficaces para frenar el Covid en todas sus variantes.
La mención a “las negociaciones de adquisición” parecen remitir también -de manera voluntaria o involuntaria- al episodio Pfizer, en el que el Gobierno argentino pasó de tener un lugar de privilegio en un posible contrato con el laboratorio estadounidense -cuando se realizó el ensayo de fase 3 en el país- a echar ese status por la borda.
Existe un consenso considerable entre los expertos en cuanto al hecho de que si Argentina hubiera accedido de forma temprana a los 13 millones de vacunas que Pfizer habría ofrecido en aquel momento, la cantidad de muertes por Covid que dejó la pandemia hubiera sido menor.
Cuando Argentina finalmente firmó su contrato con Pfizer (y también con Moderna), en agosto de 2021, la mayoría de los países sudamericanos ya había sellado su acuerdo, al haber podido superar con anterioridad las controversias legales que en nuestro país supuestamente lo impedían.
El trabajo muestra resultados positivos y sobre el final -como es habitual en estas publicaciones- un comentarista experto de la revista da su punto de vista sobre la investigación. Ahí es donde algunas afirmaciones dejan un sabor agridulce.
El relevamiento sobre la performance de las vacunas estuvo a cargo de Analía Rearte, directora nacional de Epidemiología, y se realizó entre fines de enero y septiembre de 2021. La eficacia para prevenir las muertes en ese grupo etario fue del 93,7 por ciento con AstraZeneca, 93,1 por ciento con Sputnik V y 85% con Sinopharm.
También comprobaron que la efectividad para prevenir la muerte con una sola dosis fue superior al 80 por ciento en personas de entre 60 y 79 años. A partir de ese dato la ministra de Salud, Carla Vizzotti, aseguró a través de su cuenta de Twitter: “Queda evidenciada la solidez de los datos que nos permitieron, hace casi un año, tomar una de las decisiones más difíciles e importantes de la pandemia en nuestro país: diferir segundas dosis para alcanzar a la mayor cantidad de personas con la primera”.
Sobre el final del artículo viene el comentario a cargo de Edward Mills, profesor asociado visitante de la Universidad de Stanford y profesor adjunto de la Universidad de Ruanda. El experto comienza su texto con un elogio a las vacunas de ARN mensajero como herramienta para frenar la pandemia, cuando en el estudio argentino esas vacunas no son objeto de estudio. Mills incluso señala las críticas que se han hecho sobre la seguridad de las vacunas AstraZeneca y Sputnik V.
“Por esa razón, las vacunas de ARN se han distribuido más ampliamente en entornos más ricos mientras que otras vacunas, como Sinopharm y Sinovac, con algunas excepciones, se han proporcionado en países de bajos y medianos ingresos”, afirma Mills en The Lancet.
“El trabajo de Rearte y sus colegas es una importante contribución que tiene ramificaciones para muchos países de bajos ingresos y medianos ingresos, porque la elección de vacunas disponibles en un país rara vez depende de la magnitud del efecto observado en los ensayos clínicos primarios, sino más bien en las negociaciones de adquisición con varios fabricantes de forma temprana en la pandemia”, agrega Mills.
En su comentario aparentemente elogioso, el experto no deja de poner en evidencia el déficit que ha sufrido la Argentina en el acceso a las vacunas de ARN mensajero, que demostraron ser finalmente las más eficaces para frenar el Covid en todas sus variantes.
La mención a “las negociaciones de adquisición” parecen remitir también -de manera voluntaria o involuntaria- al episodio Pfizer, en el que el Gobierno argentino pasó de tener un lugar de privilegio en un posible contrato con el laboratorio estadounidense -cuando se realizó el ensayo de fase 3 en el país- a echar ese status por la borda.
Existe un consenso considerable entre los expertos en cuanto al hecho de que si Argentina hubiera accedido de forma temprana a los 13 millones de vacunas que Pfizer habría ofrecido en aquel momento, la cantidad de muertes por Covid que dejó la pandemia hubiera sido menor.
Cuando Argentina finalmente firmó su contrato con Pfizer (y también con Moderna), en agosto de 2021, la mayoría de los países sudamericanos ya había sellado su acuerdo, al haber podido superar con anterioridad las controversias legales que en nuestro país supuestamente lo impedían.
Con información de
Clarín