Ómicron y la inmunidad de rebaño: qué porcentaje se necesita para superar la tercera ola
Por:
Irene Hartmann
Viernes 14 de
Enero 2022
Los contagios con la nueva variante se multiplican más rápido pero en un intervalo de tiempo menor. El peso de la vacunación contra el Covid.
De la mano de que la variante Ómicron nos vuela la cabeza con su ingobernable expansión mundial, varios conceptos instalados se van cayendo del mapa Covid. Uno parece ser la inmunidad de rebaño, expresión que por lo menos merece una relectura en esta tercera (o cuarta) ola.
Se oyó de todo en estos dos años. Primero, que un 60%, luego que un 70%, y así hasta 90% de la población inmunizada por vacunas o infección natural sería la clave para que el virus dejara de correr entre nosotros.
Encima, hace unos días, la revista Fortune -más preocupada por el futuro económico postpandémico que por lo sanitario- publicó una nota en la que el médico Gregory Poland, epidemiólogo al mando del equipo de investigación en vacunas de la Mayo Clinic (Minnesota, Estados Unidos), sentenció que, “mientras el virus del Covid-19 siga mutando, hablar de inmunidad duradera es un tema fuera de discusión”.
Inmunidad "duradera" y "de rebaño" parecen, hoy, dos metas inalcanzables, incluso con la omnipresente variante Ómicron riéndose de nuestra ingenuidad.
habló con tres obsesivos seguidores de las curvas que -con distintas posiciones- vinieron aportando mucho a la comprensión local del Covid.
Los tres coincidieron en que la inmunidad de rebaño está lejos de ser un objetivo estático. Debe ser entendido de otro modo.
Del R0 a la manada
Los consultados son el físico Jorge Aliaga (ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y actual secretario de Planeamiento de la Universidad de Hurlingham), el médico Adolfo Rubinstein (ex ministro de Salud de la Nación y magíster en Epidemiología Clínica) y el doctor en Química, especializado en biología molecular y bioinformática, Rodrigo Quiroga (investigador de la Universidad Nacional de Córdoba-Conicet).
Aliaga exhibió sus dotes de profesor y aclaró que, en términos epidemiológicos, no se puede hablar de inmunidad de rebaño sin mencionar el tan nombrado R0, o “número de reproducción básico”.
El R0 es una estimación de a cuántas personas podría contagiar cada infectado. Se deduce de los datos acumulados en el momento del cálculo, la “foto” de transmisibilidad de cierto virus en una población que lleva determinado estilo de vida. No es lo mismo que todos estén en cuarentena que haciendo vida normal. O una comunidad naïve (o "virgen" de inmunidad) vs. "todos vacunados".
A partir del R se concluye qué porcentaje de esa sociedad debería estar inmunizada para que el virus no pueda saltar más de persona en persona. El porcentaje es entendido como un umbral. Lo llamamos "inmunidad de rebaño".
“Las distintas variables, desde cómo es el comportamiento social hasta cuál es el avance de la vacunación y el número de contagiados, fueron generando distintos escenarios en la pandemia. Pero digamos que se entiende que cuando el R es menor a 1, tenés inmunidad de rebaño”, introdujo Aliaga.
Es simple. Si cada persona infectada puede contagiar a “menos” que 1 persona, o mejor dicho, a entre 0 y ocasionalmente 1 persona, el número activo de infectados tenderá a decrecer, ya que, de nuevo, no todos los casos activos infectarán a otro individuo. Algunos no infectarán a ninguno.
"Si tenés menos exposición (todos en sus casas, por ejemplo), te alcanza con un número más chico de personas contagiadas para que el R sea menor que 1. Pero ahora que estamos muy expuestos, lo que baja la probabilidad de contagio es la vacunación”, aclaró.
Lo último es central, ya que se instaló erróneamente que las vacunas no sirven de nada frente a Ómicron.
Encrucijada
“En sarampión, que es altamente transmisible, el R está entre 12 y 15 (cada persona puede contagiar a entre 12 y 15 más). El SARS de Wuhan estaba entre 2 y 3. Entonces se calculó que con el 60% de la población vacunada se llegaría a la inmunidad de rebaño. Sin embargo, aparecieron variantes más contagiosas. Alpha, Beta, Delta, Gamma... todas más transmisibles”, repasó Rubinstein.
Aliaga había explicado que la inmunidad de rebaño depende del R. Si el R cambia con las distintas variantes y escenarios, la inmunidad de rebaño también.
Por eso "la inmunidad de rebaño es un concepto mucho más dinámico que lo que se creía al principio”, apuntó Rubinstein.
Incluso aventuró que “el Covid está tomando características parecidas a la influenza, virus para el que no se habla de inmunidad de rebaño porque hay mucha reinfección y cepas nuevas todos los años. O, si hablás de inmunidad de rebaño, es 'en un momento dado'. No para toda la vida”.
La pregunta sigue en pie. ¿Tiene sentido hablar de inmunidad de rebaño frente a Ómicron?
Cuatro variables
Luego de varios minutos de charla, Quiroga optó por la sistematicidad. Reordenó lo dicho hasta ahora y dijo que prefería hablar de inmunidad colectiva (no "de rebaño"). Señaló cuatro factores distintos.
El primero es “el comportamiento social: cuánto y a qué velocidad crece una variante. Más normalizada está la vida, más eventos sociales y mayor capacidad para el virus de propagarse”.
El segundo es la mencionada “inmunidad colectiva: las vacunas dan una inmunidad importante, pero menor frente a Ómicron. Por eso tiene un crecimiento exponencial en escenarios donde otras variantes se propagaban poco”.
El tercer factor es la “transmisibilidad innata de la variante. En parte depende del R0 y cuándo empiezan a bajar los casos”.
Un paréntesis. Algo central que enfatizó Quiroga (y que ya le había explicado el inmunólogo Jorge Geffner a este medio) es que no está probado que Ómicron sea innatamente más contagiosa.
“Ómicron no es tan transmisible como Delta, variante para la cual precisamos mucha inmunidad colectiva. El problema es que ya arrancamos con un piso más bajo porque la protección que otorgan las vacunas para evitar el contagio es menor”, señaló.
El último factor que abrocha estas cuatro dimensiones se llama "intervalo serial". Según la definición de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es el tiempo que pasa desde que una persona inicia la enfermedad hasta que otra a la que contagió también lo hace.
Susceptibles
“En el caso de Ómicron, el intervalo serial parece ser más corto: los casos aumentan muy rápido, pero no se precisa llegar a una inmunidad colectiva tan grande con esta variante", dijo Quiroga.
Si bien circula que se precisa el 70% de personas contagiadas por Ómicron para superar esta ola, Quiroga opinó que "eso sería así si nadie estuviera vacunado".
En cambio, aunque "las vacunas no evitan la infección, ofrecen una protección parcial" frente a la nueva variante.
En definitiva, calculó, "con un 20% o 30%, a lo sumo un 40% -son estimaciones- de población real infectada (no solo testeada) con Ómicron, los casos deberían empezar a bajar. Algunas jurisdicciones ya están llegando a esos niveles”.
Rubinstein coincidió: "Tiene que ver con el stock de susceptibles (N. de R.: quienes no tienen ningún tipo de inmunidad frente al virus), que con este nivel de flujo no es tan alto".
¿Entusiasma? Quiroga no es de los que festejan antes de tiempo: “La mayoría estamos vacunados y protegidos de la enfermedad grave. Y Ómicron no tiene tanto impacto en internaciones y muertes. Pero hay que seguir en alerta. Podrían emerger variantes nuevas. Y, ya se sabe, tener otras características”.
Se oyó de todo en estos dos años. Primero, que un 60%, luego que un 70%, y así hasta 90% de la población inmunizada por vacunas o infección natural sería la clave para que el virus dejara de correr entre nosotros.
Encima, hace unos días, la revista Fortune -más preocupada por el futuro económico postpandémico que por lo sanitario- publicó una nota en la que el médico Gregory Poland, epidemiólogo al mando del equipo de investigación en vacunas de la Mayo Clinic (Minnesota, Estados Unidos), sentenció que, “mientras el virus del Covid-19 siga mutando, hablar de inmunidad duradera es un tema fuera de discusión”.
Inmunidad "duradera" y "de rebaño" parecen, hoy, dos metas inalcanzables, incluso con la omnipresente variante Ómicron riéndose de nuestra ingenuidad.
habló con tres obsesivos seguidores de las curvas que -con distintas posiciones- vinieron aportando mucho a la comprensión local del Covid.
Los tres coincidieron en que la inmunidad de rebaño está lejos de ser un objetivo estático. Debe ser entendido de otro modo.
Del R0 a la manada
Los consultados son el físico Jorge Aliaga (ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y actual secretario de Planeamiento de la Universidad de Hurlingham), el médico Adolfo Rubinstein (ex ministro de Salud de la Nación y magíster en Epidemiología Clínica) y el doctor en Química, especializado en biología molecular y bioinformática, Rodrigo Quiroga (investigador de la Universidad Nacional de Córdoba-Conicet).
Aliaga exhibió sus dotes de profesor y aclaró que, en términos epidemiológicos, no se puede hablar de inmunidad de rebaño sin mencionar el tan nombrado R0, o “número de reproducción básico”.
El R0 es una estimación de a cuántas personas podría contagiar cada infectado. Se deduce de los datos acumulados en el momento del cálculo, la “foto” de transmisibilidad de cierto virus en una población que lleva determinado estilo de vida. No es lo mismo que todos estén en cuarentena que haciendo vida normal. O una comunidad naïve (o "virgen" de inmunidad) vs. "todos vacunados".
A partir del R se concluye qué porcentaje de esa sociedad debería estar inmunizada para que el virus no pueda saltar más de persona en persona. El porcentaje es entendido como un umbral. Lo llamamos "inmunidad de rebaño".
“Las distintas variables, desde cómo es el comportamiento social hasta cuál es el avance de la vacunación y el número de contagiados, fueron generando distintos escenarios en la pandemia. Pero digamos que se entiende que cuando el R es menor a 1, tenés inmunidad de rebaño”, introdujo Aliaga.
Es simple. Si cada persona infectada puede contagiar a “menos” que 1 persona, o mejor dicho, a entre 0 y ocasionalmente 1 persona, el número activo de infectados tenderá a decrecer, ya que, de nuevo, no todos los casos activos infectarán a otro individuo. Algunos no infectarán a ninguno.
"Si tenés menos exposición (todos en sus casas, por ejemplo), te alcanza con un número más chico de personas contagiadas para que el R sea menor que 1. Pero ahora que estamos muy expuestos, lo que baja la probabilidad de contagio es la vacunación”, aclaró.
Lo último es central, ya que se instaló erróneamente que las vacunas no sirven de nada frente a Ómicron.
Encrucijada
“En sarampión, que es altamente transmisible, el R está entre 12 y 15 (cada persona puede contagiar a entre 12 y 15 más). El SARS de Wuhan estaba entre 2 y 3. Entonces se calculó que con el 60% de la población vacunada se llegaría a la inmunidad de rebaño. Sin embargo, aparecieron variantes más contagiosas. Alpha, Beta, Delta, Gamma... todas más transmisibles”, repasó Rubinstein.
Aliaga había explicado que la inmunidad de rebaño depende del R. Si el R cambia con las distintas variantes y escenarios, la inmunidad de rebaño también.
Por eso "la inmunidad de rebaño es un concepto mucho más dinámico que lo que se creía al principio”, apuntó Rubinstein.
Incluso aventuró que “el Covid está tomando características parecidas a la influenza, virus para el que no se habla de inmunidad de rebaño porque hay mucha reinfección y cepas nuevas todos los años. O, si hablás de inmunidad de rebaño, es 'en un momento dado'. No para toda la vida”.
La pregunta sigue en pie. ¿Tiene sentido hablar de inmunidad de rebaño frente a Ómicron?
Cuatro variables
Luego de varios minutos de charla, Quiroga optó por la sistematicidad. Reordenó lo dicho hasta ahora y dijo que prefería hablar de inmunidad colectiva (no "de rebaño"). Señaló cuatro factores distintos.
El primero es “el comportamiento social: cuánto y a qué velocidad crece una variante. Más normalizada está la vida, más eventos sociales y mayor capacidad para el virus de propagarse”.
El segundo es la mencionada “inmunidad colectiva: las vacunas dan una inmunidad importante, pero menor frente a Ómicron. Por eso tiene un crecimiento exponencial en escenarios donde otras variantes se propagaban poco”.
El tercer factor es la “transmisibilidad innata de la variante. En parte depende del R0 y cuándo empiezan a bajar los casos”.
Un paréntesis. Algo central que enfatizó Quiroga (y que ya le había explicado el inmunólogo Jorge Geffner a este medio) es que no está probado que Ómicron sea innatamente más contagiosa.
“Ómicron no es tan transmisible como Delta, variante para la cual precisamos mucha inmunidad colectiva. El problema es que ya arrancamos con un piso más bajo porque la protección que otorgan las vacunas para evitar el contagio es menor”, señaló.
El último factor que abrocha estas cuatro dimensiones se llama "intervalo serial". Según la definición de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es el tiempo que pasa desde que una persona inicia la enfermedad hasta que otra a la que contagió también lo hace.
Susceptibles
“En el caso de Ómicron, el intervalo serial parece ser más corto: los casos aumentan muy rápido, pero no se precisa llegar a una inmunidad colectiva tan grande con esta variante", dijo Quiroga.
Si bien circula que se precisa el 70% de personas contagiadas por Ómicron para superar esta ola, Quiroga opinó que "eso sería así si nadie estuviera vacunado".
En cambio, aunque "las vacunas no evitan la infección, ofrecen una protección parcial" frente a la nueva variante.
En definitiva, calculó, "con un 20% o 30%, a lo sumo un 40% -son estimaciones- de población real infectada (no solo testeada) con Ómicron, los casos deberían empezar a bajar. Algunas jurisdicciones ya están llegando a esos niveles”.
Rubinstein coincidió: "Tiene que ver con el stock de susceptibles (N. de R.: quienes no tienen ningún tipo de inmunidad frente al virus), que con este nivel de flujo no es tan alto".
¿Entusiasma? Quiroga no es de los que festejan antes de tiempo: “La mayoría estamos vacunados y protegidos de la enfermedad grave. Y Ómicron no tiene tanto impacto en internaciones y muertes. Pero hay que seguir en alerta. Podrían emerger variantes nuevas. Y, ya se sabe, tener otras características”.