¿Por qué solo 13 países en el mundo vacunan a los menores de 12 años?
Viernes 03 de
Diciembre 2021
Europa aún no inició la inmunización pediátrica, pero los expertos coinciden en que tarde o temprano se hará efectiva; diferentes estrategias sanitarias de los gobiernos frente a esta población
¿Vacunar o no vacunar a los más chicos? El interrogante se instaló en todos los países del mundo y un número aún reducido ya inmuniza a la población entre 5 y 11 años. En total son 13 las naciones que incluyeron a esta franja etaria en la campaña contra el Covid-19, entre ellas, la Argentina.
El pionero fue Emiratos Árabes Unidos y al tiempo se sumó Cuba. Más tarde, tomaron la misma decisión Estados Unidos, China, Israel, Bahrein, Canadá y Camboya. La Argentina lleva casi dos meses vacunando a menores de 12 años junto a otros países latinoamericanos como Venezuela, Chile, El Salvador y Costa Rica.
En esta limitada lista resalta la ausencia de los europeos. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) recomendó ampliar la indicación para el uso de la vacuna Comirnaty producida por Pfizer en niños de 5 a 11 años recién la semana pasada. En su comunicado oficial, en el que se consignó que los beneficios en este grupo superan los riesgos, aclaró que la última palabra debe ser de la Comisión Europea y cada regulador nacional.
En ese sentido, el pasado miércoles, la presidenta de la Unión Europea, Ursula Von der Leyen, confirmó que la vacuna de Pfizer para niños -cuya dosis será inferior a la utilizada en chicos de 12 o más- estará disponible para su distribución a partir del 13 de diciembre en el viejo continente.
¿A qué se debe la demora en la decisión de los europeos de aplicar la vacuna? Los expertos consultados por LA NACION lo resumen en tres argumentos principales: las prioridades de inmunización en la población, la instancia epidemiológica y el tipo de vacuna. Todos coinciden en que tarde o temprano se inmunizará a todos los niños menores a 12 años.
Cuando se desató la pandemia a fines de 2019, la evidencia daba cuenta de que la población objetivo para proteger de forma urgente debía ser los adultos mayores, los grupos de riesgo y los trabajadores esenciales expuestos a la enfermedad.
“Ha sido una cuestión progresiva y de priorización. Mientras no se ha tenido la capacidad de vacunar a la mayoría de las poblaciones adultas, no tenía mucho sentido plantear como estrategia a la población infantil, porque realmente lo que necesitábamos era vacunar a los que tenían mayor riesgo”, repasó en diálogo con LA NACION el doctor Jaime Jesús Pérez Martín, especialista en salud pública de la Asociación Española de Vacunología.
No obstante, con gran parte de la población adulta inmunizada, los más jóvenes, al no estar vacunados, pasaron a ser vulnerables y a presentar, eventualmente, diagnósticos delicados. “Ahora sabemos que los chicos pueden infectarse y pueden tener cuadros severos”, dijo a LA NACION Paul Offit, pediatra y miembro de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA).
“En Estados Unidos, por ejemplo, los niños representaban el 3% de los infectados cuando el virus llegó al país. Ahora son el 25% de los infectados por ser el grupo que no está vacunado. Y miles tuvieron que ser hospitalizados, un tercio ingresó a terapia intensiva y más de lo que podrías ver con otras enfermedades, como la influenza, murieron”, indicó la especialista.
Además, como sugiere la Organización Mundial de la Salud y coinciden expertos, la importancia de vacunar a los menores recae no solo en su propio bien, sino en el de su entorno para lograr reducir la transmisión intergeneracional. “Los niños pueden ser un terreno fértil para que este virus se reproduzca, cree mutaciones y variantes que sean más transmisibles y menos susceptibles a la inmunidad que producen las vacunas”, afirmó Offit.
El doctor Ricardo Teijeiro, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, suma otra posible razón al desfase en los tiempos de inmunización. “Creo que la seguridad de la vacuna acá no está en discusión. Los europeos están teniendo problemas con la vacunación en adultos. Alemania, por ejemplo, tiene un 30% de la población que no acepta la vacuna. Francia tiene grandes movimientos antivacunas. La discusión es sumamente distinta”, opinó.
El presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, Pablo Moderno, se mostró de acuerdo con el diagnóstico de Teijeiro y defendió la inmunización infantil: “¿Por qué se hace hincapié en la vacunación pediátrica? Porque una vez que empezás a vacunar a los grupos de riesgo, te empieza a aumentar la circulación viral en los menores porque es el grupo que no está protegido”.
El pionero fue Emiratos Árabes Unidos y al tiempo se sumó Cuba. Más tarde, tomaron la misma decisión Estados Unidos, China, Israel, Bahrein, Canadá y Camboya. La Argentina lleva casi dos meses vacunando a menores de 12 años junto a otros países latinoamericanos como Venezuela, Chile, El Salvador y Costa Rica.
En esta limitada lista resalta la ausencia de los europeos. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) recomendó ampliar la indicación para el uso de la vacuna Comirnaty producida por Pfizer en niños de 5 a 11 años recién la semana pasada. En su comunicado oficial, en el que se consignó que los beneficios en este grupo superan los riesgos, aclaró que la última palabra debe ser de la Comisión Europea y cada regulador nacional.
En ese sentido, el pasado miércoles, la presidenta de la Unión Europea, Ursula Von der Leyen, confirmó que la vacuna de Pfizer para niños -cuya dosis será inferior a la utilizada en chicos de 12 o más- estará disponible para su distribución a partir del 13 de diciembre en el viejo continente.
¿A qué se debe la demora en la decisión de los europeos de aplicar la vacuna? Los expertos consultados por LA NACION lo resumen en tres argumentos principales: las prioridades de inmunización en la población, la instancia epidemiológica y el tipo de vacuna. Todos coinciden en que tarde o temprano se inmunizará a todos los niños menores a 12 años.
Cuando se desató la pandemia a fines de 2019, la evidencia daba cuenta de que la población objetivo para proteger de forma urgente debía ser los adultos mayores, los grupos de riesgo y los trabajadores esenciales expuestos a la enfermedad.
“Ha sido una cuestión progresiva y de priorización. Mientras no se ha tenido la capacidad de vacunar a la mayoría de las poblaciones adultas, no tenía mucho sentido plantear como estrategia a la población infantil, porque realmente lo que necesitábamos era vacunar a los que tenían mayor riesgo”, repasó en diálogo con LA NACION el doctor Jaime Jesús Pérez Martín, especialista en salud pública de la Asociación Española de Vacunología.
No obstante, con gran parte de la población adulta inmunizada, los más jóvenes, al no estar vacunados, pasaron a ser vulnerables y a presentar, eventualmente, diagnósticos delicados. “Ahora sabemos que los chicos pueden infectarse y pueden tener cuadros severos”, dijo a LA NACION Paul Offit, pediatra y miembro de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA).
“En Estados Unidos, por ejemplo, los niños representaban el 3% de los infectados cuando el virus llegó al país. Ahora son el 25% de los infectados por ser el grupo que no está vacunado. Y miles tuvieron que ser hospitalizados, un tercio ingresó a terapia intensiva y más de lo que podrías ver con otras enfermedades, como la influenza, murieron”, indicó la especialista.
Además, como sugiere la Organización Mundial de la Salud y coinciden expertos, la importancia de vacunar a los menores recae no solo en su propio bien, sino en el de su entorno para lograr reducir la transmisión intergeneracional. “Los niños pueden ser un terreno fértil para que este virus se reproduzca, cree mutaciones y variantes que sean más transmisibles y menos susceptibles a la inmunidad que producen las vacunas”, afirmó Offit.
El doctor Ricardo Teijeiro, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, suma otra posible razón al desfase en los tiempos de inmunización. “Creo que la seguridad de la vacuna acá no está en discusión. Los europeos están teniendo problemas con la vacunación en adultos. Alemania, por ejemplo, tiene un 30% de la población que no acepta la vacuna. Francia tiene grandes movimientos antivacunas. La discusión es sumamente distinta”, opinó.
El presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, Pablo Moderno, se mostró de acuerdo con el diagnóstico de Teijeiro y defendió la inmunización infantil: “¿Por qué se hace hincapié en la vacunación pediátrica? Porque una vez que empezás a vacunar a los grupos de riesgo, te empieza a aumentar la circulación viral en los menores porque es el grupo que no está protegido”.
Con información de
La Nación