Revelan por qué las personas con diabetes pueden sufrir cuadros graves de COVID-19
Miércoles 15 de
Septiembre 2021
Los pacientes que tenían diabetes y se contagiaron el coronavirus estuvieron entre los más gravemente afectados desde el inicio de la pandemia.
Con el transcurso de los meses, se determinó que las personas con diabetes tipo 2 casi triplican el riesgo de sufrir complicaciones y morir si desarrollan la enfermedad COVID-19, y por eso están entre los grupos priorizados para acceder a las vacunas contra el COVID-19. En los Estados Unidos, un equipo de científicos encontró una razón para comprender mejor por qué ese grupo de personas puede desarrollar casos más graves si se contagia y aportó la esperanza de una potencial terapia.
En el continente americano, se estima que 62 millones de personas viven con diabetes tipo 2. Este número se ha triplicado en la región desde 1980, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). De acuerdo con el Atlas de la Diabetes, el número de personas con diabetes alcanzará los 109 millones en 2040. Uno de los desafíos de la salud pública es que aproximadamente un tercio de las personas con diabetes tipo 2 no están diagnosticadas, y al momento de detectar la enfermedad ya presentan complicaciones.
Antes de la pandemia, se sabía que la diabetes mal controlada aumenta las posibilidades de mortalidad prematura, así como complicaciones crónicas como enfermedades cardiovasculares, ceguera, nefropatía, úlceras en los pies y amputaciones. Además, las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de presentar tuberculosis, especialmente aquellas con un control glucémico deficiente. En la Argentina, según la última encuesta nacional de factores de riesgo del Ministerio de Salud, el 12,7% de la población mayor de 18 años tiene diabetes.
Con la pandemia del COVID-19, los médicos han observado que ciertos pacientes tienen un riesgo especialmente alto de desarrollar una enfermedad grave o de morir a causa de la infección por el coronavirus. La diabetes de tipo 2 es uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad grave por COVID-19. La investigación que ahora se dio a conocer en los Estados Unidos, que fue llevada a cabo por científicos de la Universidad de Michigan, reveló un motivo del mayor riesgo para los pacientes con diabetes. Fue publicado en la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU.
La responsable parece ser una enzima llamada SETDB2. Esta misma enzima ha sido implicada en las heridas inflamatorias que no cicatrizan en las personas con diabetes. La doctora Katherine Gallagher, de los Departamentos de Cirugía y Microbiología e Inmunología de Michigan Medicine, el investigador James Melvin, y un equipo de colaboradores decidieron investigar una posible relación entre la enzima y la inflamación descontrolada que presenciaron de primera mano en los pacientes de COVID en la unidad de terapia intensiva.
Partiendo de un modelo de infección por el coronavirus en ratones, descubrieron que la enzima SETDB2 estaba disminuida en las células inmunitarias implicadas en la respuesta inflamatoria -que se conocen como macrófagos- en los ratones infectados con diabetes. Posteriormente, los científicos observaron lo mismo en los monocitos-macrófagos de la sangre de personas con diabetes y COVID-19 grave.
“Creemos que tenemos una explicación para que estos pacientes desarrollen una tormenta de citoquinas”, dijo el doctor Melvin. En los modelos de ratón y humano, señalaron Melvin y Gallagher, a medida que la enzima SETDB2 disminuía, la inflamación aumentaba. Además, revelaron que una vía conocida como JAK1/STAT3 regula a la enzima en los macrófagos durante la infección por coronavirus. En conjunto, los resultados apuntan a una posible vía terapéutica.
Había resultados de estudios anteriores del laboratorio que demostraron que el interferón, una citoquina importante para la inmunidad viral, aumentaba a la enzima SETDB2 en respuesta a la curación de heridas. En el nuevo estudio, los investigadores de la Universidad de Michigan descubrieron que el suero sanguíneo de los pacientes de la UCI con diabetes y COVID-19 grave tenía niveles reducidos de interferón-beta en comparación con los pacientes sin diabetes.
“El interferón se ha estudiado a lo largo de la pandemia como una terapia potencial, con esfuerzos que van de un lado a otro para tratar de aumentar o disminuir los niveles de interferón”, dijo Gallagher. “Mi sensación es que su eficacia como terapia será específica para cada paciente y para cada momento”.
Para comprobarlo, el equipo del estudio administró interferón beta a ratones con diabetes infectados por el coronavirus y observaron que eran capaces de aumentar la enzima SETDB2 y disminuir las citoquinas inflamatorias. “Intentamos averiguar qué controla SETDB2, que es el regulador principal de muchas de las citoquinas inflamatorias que se sabe que aumentan en COVID-19, como la IL-1B, el TNFalfa y la IL-6”, explicó Gallagher.
“Si miramos lo que controla la SETDB2, el interferón está en el extremo superior, y JaK1 y STAT3 en el medio. El interferón aumenta ambos, lo que aumenta la enzima en una especie de cascada”. Esto es importante, añadió, porque la identificación de la vía presenta otras formas potenciales de dirigirse a la enzima. “Nuestra investigación está demostrando que tal vez si somos capaces de dirigirnos a los pacientes con diabetes con interferón, especialmente en las primeras etapas de su infección, eso puede realmente hacer una gran diferencia”, dijo el doctor Melvin
Melvin y Gallagher esperan que los resultados de este estudio sirvan de base para los ensayos clínicos en curso sobre el interferón u otros componentes de la vía para controlar el COVID-19. Su trabajo también pone de relieve la necesidad de comprender el momento y la especificidad celular de la terapia y de adaptar su aplicación a las condiciones subyacentes de los pacientes, especialmente los pacientes con diabetes.
“Nuestra investigación demuestra que si somos capaces de dirigirnos a los pacientes con diabetes con interferón, especialmente en las primeras fases de la infección, eso puede suponer una gran diferencia”, dijo Melvin.
Como recomendación general, la Organización Panamericana de la Salud, había señalado que durante el manejo clínico de las personas con diabetes y COVID-19, la vigilancia intensiva de la glucemia y el manejo agresivo de la hiperglucemia son cruciales. La hiperglucemia es un factor de riesgo para que se desarrolle un cuadro de COVID-19 grave. Estos pacientes tendrán una hiperglucemia importante debido a la infección, la inflamación y el estrés de la infección. Sin embargo, hay que mantenerse alerta, ya que también pueden producirse eventos hipoglucémicos, que se han observado especialmente al usar la hidroxicloroquina.
En el continente americano, se estima que 62 millones de personas viven con diabetes tipo 2. Este número se ha triplicado en la región desde 1980, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). De acuerdo con el Atlas de la Diabetes, el número de personas con diabetes alcanzará los 109 millones en 2040. Uno de los desafíos de la salud pública es que aproximadamente un tercio de las personas con diabetes tipo 2 no están diagnosticadas, y al momento de detectar la enfermedad ya presentan complicaciones.
Antes de la pandemia, se sabía que la diabetes mal controlada aumenta las posibilidades de mortalidad prematura, así como complicaciones crónicas como enfermedades cardiovasculares, ceguera, nefropatía, úlceras en los pies y amputaciones. Además, las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de presentar tuberculosis, especialmente aquellas con un control glucémico deficiente. En la Argentina, según la última encuesta nacional de factores de riesgo del Ministerio de Salud, el 12,7% de la población mayor de 18 años tiene diabetes.
Con la pandemia del COVID-19, los médicos han observado que ciertos pacientes tienen un riesgo especialmente alto de desarrollar una enfermedad grave o de morir a causa de la infección por el coronavirus. La diabetes de tipo 2 es uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad grave por COVID-19. La investigación que ahora se dio a conocer en los Estados Unidos, que fue llevada a cabo por científicos de la Universidad de Michigan, reveló un motivo del mayor riesgo para los pacientes con diabetes. Fue publicado en la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU.
La responsable parece ser una enzima llamada SETDB2. Esta misma enzima ha sido implicada en las heridas inflamatorias que no cicatrizan en las personas con diabetes. La doctora Katherine Gallagher, de los Departamentos de Cirugía y Microbiología e Inmunología de Michigan Medicine, el investigador James Melvin, y un equipo de colaboradores decidieron investigar una posible relación entre la enzima y la inflamación descontrolada que presenciaron de primera mano en los pacientes de COVID en la unidad de terapia intensiva.
Partiendo de un modelo de infección por el coronavirus en ratones, descubrieron que la enzima SETDB2 estaba disminuida en las células inmunitarias implicadas en la respuesta inflamatoria -que se conocen como macrófagos- en los ratones infectados con diabetes. Posteriormente, los científicos observaron lo mismo en los monocitos-macrófagos de la sangre de personas con diabetes y COVID-19 grave.
“Creemos que tenemos una explicación para que estos pacientes desarrollen una tormenta de citoquinas”, dijo el doctor Melvin. En los modelos de ratón y humano, señalaron Melvin y Gallagher, a medida que la enzima SETDB2 disminuía, la inflamación aumentaba. Además, revelaron que una vía conocida como JAK1/STAT3 regula a la enzima en los macrófagos durante la infección por coronavirus. En conjunto, los resultados apuntan a una posible vía terapéutica.
Había resultados de estudios anteriores del laboratorio que demostraron que el interferón, una citoquina importante para la inmunidad viral, aumentaba a la enzima SETDB2 en respuesta a la curación de heridas. En el nuevo estudio, los investigadores de la Universidad de Michigan descubrieron que el suero sanguíneo de los pacientes de la UCI con diabetes y COVID-19 grave tenía niveles reducidos de interferón-beta en comparación con los pacientes sin diabetes.
“El interferón se ha estudiado a lo largo de la pandemia como una terapia potencial, con esfuerzos que van de un lado a otro para tratar de aumentar o disminuir los niveles de interferón”, dijo Gallagher. “Mi sensación es que su eficacia como terapia será específica para cada paciente y para cada momento”.
Para comprobarlo, el equipo del estudio administró interferón beta a ratones con diabetes infectados por el coronavirus y observaron que eran capaces de aumentar la enzima SETDB2 y disminuir las citoquinas inflamatorias. “Intentamos averiguar qué controla SETDB2, que es el regulador principal de muchas de las citoquinas inflamatorias que se sabe que aumentan en COVID-19, como la IL-1B, el TNFalfa y la IL-6”, explicó Gallagher.
“Si miramos lo que controla la SETDB2, el interferón está en el extremo superior, y JaK1 y STAT3 en el medio. El interferón aumenta ambos, lo que aumenta la enzima en una especie de cascada”. Esto es importante, añadió, porque la identificación de la vía presenta otras formas potenciales de dirigirse a la enzima. “Nuestra investigación está demostrando que tal vez si somos capaces de dirigirnos a los pacientes con diabetes con interferón, especialmente en las primeras etapas de su infección, eso puede realmente hacer una gran diferencia”, dijo el doctor Melvin
Melvin y Gallagher esperan que los resultados de este estudio sirvan de base para los ensayos clínicos en curso sobre el interferón u otros componentes de la vía para controlar el COVID-19. Su trabajo también pone de relieve la necesidad de comprender el momento y la especificidad celular de la terapia y de adaptar su aplicación a las condiciones subyacentes de los pacientes, especialmente los pacientes con diabetes.
“Nuestra investigación demuestra que si somos capaces de dirigirnos a los pacientes con diabetes con interferón, especialmente en las primeras fases de la infección, eso puede suponer una gran diferencia”, dijo Melvin.
Como recomendación general, la Organización Panamericana de la Salud, había señalado que durante el manejo clínico de las personas con diabetes y COVID-19, la vigilancia intensiva de la glucemia y el manejo agresivo de la hiperglucemia son cruciales. La hiperglucemia es un factor de riesgo para que se desarrolle un cuadro de COVID-19 grave. Estos pacientes tendrán una hiperglucemia importante debido a la infección, la inflamación y el estrés de la infección. Sin embargo, hay que mantenerse alerta, ya que también pueden producirse eventos hipoglucémicos, que se han observado especialmente al usar la hidroxicloroquina.
Con información de
Infobae