La vacuna de Johnson & Johnson reduce a la mitad el riesgo de contagiarse el coronavirus
Martes 07 de
Septiembre 2021
La vacuna contra el Covid-19 desarrollada por la empresa Johnson & Johnson fue autorizada para uso de emergencia el 27 de febrero pasado en los Estados Unidos.
En ese país demostró una eficacia del 72% para proteger a la persona contra el coronavirus. Es una de las pocas que sólo necesita una dosis. Como ocurrió con otros inoculantes, la vacuna se siguió investigando en el mundo real después de las autorizaciones en Europa, Canadá, y otros países. Ahora, se difundieron los resultados de un estudio sobre la vacuna de Johnson & Johnson realizado en Sudáfrica que indicó una reducción del riesgo de contraer la enfermedad a la mitad aproximadamente.
Son los resultados de un ensayo en el que participaron casi medio millón de trabajadores sanitarios de Sudáfrica. El estudio “Sisonke” fue parte de una colaboración entre el Departamento de Salud, el Consejo Sudafricano de Investigación Médica, la Fundación de Salud Desmond Tutu, el Centro para el Programa de Investigación del Sida en Sudáfrica, y la empresa Janssen/ Johnson & Johnson. Se usó la vacuna de una dosis para inmunizar a 479.768 trabajadores sanitarios entre mediados de febrero y mediados de mayo.
La gran mayoría de las infecciones que se produjeron fueron leves, según dijo a Bloomberg la científica Glenda Gray, codirectora del estudio. Aún no se publicaron los datos del ensayo en una revista con revisión de pares. El inoculante ya había demostrado eficacia para reducir el riesgo de desarrollar enfermedad grave.
Al igual que la mayoría de la primera generación de vacunas contra el COVID-19 que se desarrollaron el año pasado, el inoculante de Johnson & Johnson fue pensado y probado por su capacidad para prevenir las hospitalizaciones y muertes por la infección causada por el coronavirus. Sin embargo, algunas personas ya inmunizadas pueden contagiarse, y eso ha puesto de manifiesto el desafío al que se enfrentan las autoridades sanitarias hoy para llegar a controlar la pandemia, en un momento en que las variantes de preocupación del virus, como Delta, han provocado rebrotes en diferentes países.
En Sudáfrica, al igual que gran parte de la región africana, se sufrió una tercera ola devastadora, agravada por el escaso número de personas que se habían vacunado cuando hubo viajeros que llegaron con la variante Delta. La autoridad regulatoria de vacunas y medicamentos de ese país había autorizado el uso de la vacuna de Johnson & Johnson en la población en general en abril pasado.
En agosto, la doctora Gray ya había informado que la vacuna de Johnson & Johnson ofrecía una protección del 91% al 96,2% contra el riesgo de muerte, mientras que ofrecía un 67% de protección contra la hospitalización cuando dominaba la variante Beta del coronavirus y alrededor del 71% de protección contra la hospitalización cuando dominaba la variante Delta.
El estudio Sisonke incluyó varias semanas en las que Sudáfrica atravesó una tercera oleada de infecciones por coronavirus, impulsada por la variante Delta. Sus resultados señalan que al reducir el número y la intensidad de las infecciones, las vacunas también pueden limitar la posibilidad de que surjan nuevas variantes.
A través del ensayo, se midieron los avances de las infecciones pidiendo a los participantes que informaran si se les detectaba un resultado positivo. Recibieron alertas diarios de los laboratorios de análisis. Los investigadores también consultaron los sistemas de datos para ver si los participantes habían sido hospitalizado o habían fallecido.
Según un artículo que escribió la doctora Gray con otros investigadores, la realización del estudio Sisonke marcó un hito en el país. “Se habló mucho de las dudas sobre la vacuna antes de que comenzara la distribución de la vacuna COVID en Sudáfrica. En realidad, los trabajadores sanitarios estaban ansiosos por recibir la vacuna. En algunos casos, los trabajadores sanitarios estaban tan desesperados por vacunarse que ocultaron información importante sobre su experiencia anterior de reacciones alérgicas”, escribieron.
Para hacer el trabajo, incluyeron el uso de la plataforma de mensajes Whatsapp. Los grupos de WhatsApp ayudaron a los investigadores de Sisonke a comunicar rápidamente los cambios en el estudio, algo que podría beneficiar también a la distribución nacional de inoculantes. “Normalmente, el tiempo que transcurre entre el diseño de un estudio y su ampliación para llegar a la población sobre el terreno es de años. Sisonke lo hizo en cuestión de 17 días, y reescribió la historia”, sostuvieron.
El 14 de julio pasado, también otro estudio había aportado más conocimiento sobre los beneficios de la vacuna de una dosis. Se encontró que la vacuna desarrollada por la empresa Johnson & Johnson puede dar protección por al menos 8 meses. Se trató de una investigación que realizaron investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos con colegas del centro de investigación que la empresa Johnson & Johnson tiene en Holanda.
A pesar de que una sola dosis ha demostrado alta eficacia, el 25 de agosto, la empresa informó resultados sobre dosis de refuerzo. Una dosis de refuerzo de su inoculante aumentó de manera sensible los niveles de anticuerpos, según datos provisionales de dos ensayos en etapa inicial. La aplicación de la segunda inyección se realizó entre seis y ocho meses después de la primera. Las personas que recibieron un refuerzo vieron que los anticuerpos de unión aumentaron nueve veces más que 28 días después de la primera inyección, dijo la compañía en un comunicado de prensa.
El inoculante está hecho en base a una plataforma de vector viral como también las vacunas Sputnik V del Instituto Gamaleya de Rusia y la de CanSino de China. Participaron 20 personas que habían recibido la dosis de la vacuna y 5 participantes que recibieron un placebo. El trabajo fue publicado en la revista New England Journal of Medicine.
En la Argentina, según ha informado el Ministerio de Salud de la Nación en su página web, la autoridad regulatoria ANMAT tiene en fase de análisis a la vacuna contra el COVID 19 que desarrolló el laboratorio Johnson & Johnson. En Chile, ya tiene autorización de emergencia aprobada por el Instituto de Salud Pública.
Son los resultados de un ensayo en el que participaron casi medio millón de trabajadores sanitarios de Sudáfrica. El estudio “Sisonke” fue parte de una colaboración entre el Departamento de Salud, el Consejo Sudafricano de Investigación Médica, la Fundación de Salud Desmond Tutu, el Centro para el Programa de Investigación del Sida en Sudáfrica, y la empresa Janssen/ Johnson & Johnson. Se usó la vacuna de una dosis para inmunizar a 479.768 trabajadores sanitarios entre mediados de febrero y mediados de mayo.
La gran mayoría de las infecciones que se produjeron fueron leves, según dijo a Bloomberg la científica Glenda Gray, codirectora del estudio. Aún no se publicaron los datos del ensayo en una revista con revisión de pares. El inoculante ya había demostrado eficacia para reducir el riesgo de desarrollar enfermedad grave.
Al igual que la mayoría de la primera generación de vacunas contra el COVID-19 que se desarrollaron el año pasado, el inoculante de Johnson & Johnson fue pensado y probado por su capacidad para prevenir las hospitalizaciones y muertes por la infección causada por el coronavirus. Sin embargo, algunas personas ya inmunizadas pueden contagiarse, y eso ha puesto de manifiesto el desafío al que se enfrentan las autoridades sanitarias hoy para llegar a controlar la pandemia, en un momento en que las variantes de preocupación del virus, como Delta, han provocado rebrotes en diferentes países.
En Sudáfrica, al igual que gran parte de la región africana, se sufrió una tercera ola devastadora, agravada por el escaso número de personas que se habían vacunado cuando hubo viajeros que llegaron con la variante Delta. La autoridad regulatoria de vacunas y medicamentos de ese país había autorizado el uso de la vacuna de Johnson & Johnson en la población en general en abril pasado.
En agosto, la doctora Gray ya había informado que la vacuna de Johnson & Johnson ofrecía una protección del 91% al 96,2% contra el riesgo de muerte, mientras que ofrecía un 67% de protección contra la hospitalización cuando dominaba la variante Beta del coronavirus y alrededor del 71% de protección contra la hospitalización cuando dominaba la variante Delta.
El estudio Sisonke incluyó varias semanas en las que Sudáfrica atravesó una tercera oleada de infecciones por coronavirus, impulsada por la variante Delta. Sus resultados señalan que al reducir el número y la intensidad de las infecciones, las vacunas también pueden limitar la posibilidad de que surjan nuevas variantes.
A través del ensayo, se midieron los avances de las infecciones pidiendo a los participantes que informaran si se les detectaba un resultado positivo. Recibieron alertas diarios de los laboratorios de análisis. Los investigadores también consultaron los sistemas de datos para ver si los participantes habían sido hospitalizado o habían fallecido.
Según un artículo que escribió la doctora Gray con otros investigadores, la realización del estudio Sisonke marcó un hito en el país. “Se habló mucho de las dudas sobre la vacuna antes de que comenzara la distribución de la vacuna COVID en Sudáfrica. En realidad, los trabajadores sanitarios estaban ansiosos por recibir la vacuna. En algunos casos, los trabajadores sanitarios estaban tan desesperados por vacunarse que ocultaron información importante sobre su experiencia anterior de reacciones alérgicas”, escribieron.
Para hacer el trabajo, incluyeron el uso de la plataforma de mensajes Whatsapp. Los grupos de WhatsApp ayudaron a los investigadores de Sisonke a comunicar rápidamente los cambios en el estudio, algo que podría beneficiar también a la distribución nacional de inoculantes. “Normalmente, el tiempo que transcurre entre el diseño de un estudio y su ampliación para llegar a la población sobre el terreno es de años. Sisonke lo hizo en cuestión de 17 días, y reescribió la historia”, sostuvieron.
El 14 de julio pasado, también otro estudio había aportado más conocimiento sobre los beneficios de la vacuna de una dosis. Se encontró que la vacuna desarrollada por la empresa Johnson & Johnson puede dar protección por al menos 8 meses. Se trató de una investigación que realizaron investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos con colegas del centro de investigación que la empresa Johnson & Johnson tiene en Holanda.
A pesar de que una sola dosis ha demostrado alta eficacia, el 25 de agosto, la empresa informó resultados sobre dosis de refuerzo. Una dosis de refuerzo de su inoculante aumentó de manera sensible los niveles de anticuerpos, según datos provisionales de dos ensayos en etapa inicial. La aplicación de la segunda inyección se realizó entre seis y ocho meses después de la primera. Las personas que recibieron un refuerzo vieron que los anticuerpos de unión aumentaron nueve veces más que 28 días después de la primera inyección, dijo la compañía en un comunicado de prensa.
El inoculante está hecho en base a una plataforma de vector viral como también las vacunas Sputnik V del Instituto Gamaleya de Rusia y la de CanSino de China. Participaron 20 personas que habían recibido la dosis de la vacuna y 5 participantes que recibieron un placebo. El trabajo fue publicado en la revista New England Journal of Medicine.
En la Argentina, según ha informado el Ministerio de Salud de la Nación en su página web, la autoridad regulatoria ANMAT tiene en fase de análisis a la vacuna contra el COVID 19 que desarrolló el laboratorio Johnson & Johnson. En Chile, ya tiene autorización de emergencia aprobada por el Instituto de Salud Pública.
Con información de
Infobae