En Argentina, el malestar psicológico alcanzó su nivel más alto en 10 años por la pandemia y la situación económica
Jueves 10 de
Junio 2021
Producto de los 4 millones de infectados, los 83.272 muertos hasta el día de ayer, y la situación económica y social, en Argentina la población evidencia el mayor nivel de malestar psicológico registrado en los últimos 10 años.
El aumento general de la pobreza que según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en nuestro país ascendió al 42% en el segundo semestre del 2020, con un incremento de casi 7 puntos porcentuales respecto del mismo período del 2019 y el de la indigencia, que se ubicó en el 10,5 por ciento, frente al 8 por ciento del mismo período del año previo, tienen mucho que ver con el mal psicológico general que atraviesa Argentina hoy.
Además, el aumento de la precariedad laboral, la caída general en los ingresos, las restricciones para trabajar, circular y la incertidumbre por lo que vendrá, ahondaron la preocupación general de una sociedad que un año y medio después de la llegada del coronavirus, aún ve la salida.
Por todo esto y otras muchas más razones, el año pasado el malestar psicológico alcanzó el valor más elevado de toda la década. El 23,6% de la población urbana argentina manifestó sentir inquietud, agitación, nerviosismo, desesperanza, tristeza y cansancio, según los datos del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) que se expusieron en un Seminario de Cáritas.
“Junto a la pobreza material crecieron considerablemente las múltiples consecuencias psicológicas y afectivas, provocados por la enorme presión emocional que se genera tanto por la enfermedad, como por las medidas asumidas para afrontarla. La escuchada frase ´la gente no da más’ se traduce en una enorme necesidad de contención psicológica. Cáritas también es el oído y el corazón que está acompañando a estas personas, porque los más afectados son los más vulnerables”, explica el informe presentado.
“Además del 23,6% del malestar psicológico, una de cada cuatro personas en el último tiempo prefiere evitar sus problemas o negarlos y este indicador también ascendió a los valores más altos en la línea temporal en análisis (25,6%)”, sostiene Solange Rodríguez Espínola, doctora en Psicología y Coordinadora del Programa Capital Humano y Bienestar del Observatorio.
Según los datos presentados, entre las personas activas mayores de 18 años, que tuvieron un retroceso por la pérdida de puestos laborales, sólo el 43,7% manifestó tener un “empleo pleno” no obstante haber tenido una caída en sus ingresos reales. Otro 44,4% registró “empleo o subempleo precario” y 13,9% estuvo desocupado. Aun así, por el “efecto desaliento” la desocupación real fue del 28,5% por el aumento de la cantidad de activos que pasaron a la inactividad por la falta de ofertas laborales y las restricciones para la búsqueda de trabajo.
Según revela los datos mostrados por la UCA, los pobres poseen mayor incidencia de malestar psicológico en comparación con los no pobres, aunque en 2020 decreció en los pobres y se elevó en los no pobres, por lo que la mayor vulnerabilidad, entre los sectores medios aumentó “la sintomatología ansiosa-depresiva”.
“Los pobres poseen mayor evitación y negación a la hora de afrontar los problemas en comparación con los no pobres. En 2020 las personas pobres elevaron sus guarismos de afrontamiento negativo respecto al año anterior. El año pasado decreció el malestar psicológico levemente en las personas de estrato socio laboral bajo marginal, mientras aumentó en el resto de las categorías”, agregó Rodríguez Espínola.
Por otro lado, los jefes y jefas de los hogares que sufrieron inseguridad alimentaria aumentaron los niveles de malestar psicológico, mostrando un escenario en que, a mayor severidad de inseguridad alimentaria, mayor incremento interanual del malestar. “Las que más padecieron la elevación de los niveles de malestar fueron las jefas de los hogares en los que hubo inseguridad alimentaria severa”, subrayó la experta.
El informe del ODSA de la UCA muestra un claro aumento, no sólo en los niveles de pobreza, sino también en los de indigencia. Caen en la pobreza familias que siempre tuvieron trabajo, pero que hoy no les alcanzan sus ingresos. Nuestra infancia se ve particularmente afectada por esta situación: en Argentina, más de la mitad de los chicos son pobres, porcentaje que alcanza casi el 75% en el Conurbano bonaerense y otras zonas del país. En estos lugares, de cuatro chicos que se sientan a una mesa, solo uno come todos los días.
También cayó el empleo formal. Y las medidas sanitarias afectaron, con mayor fuerza, a quienes contaban con empleos precarios y a los trabajadores de la economía informal. El llamado de Cáritas resalta que Argentina se encuentra ante una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes en la que familias enteras sufren y, literalmente, están muriendo sin asistencia.
“Cáritas hace un llamado a asumir las responsabilidades que a cada uno le compete, para encarar juntos una agenda que responda verdaderamente a las necesidades urgentes. Les pedimos a todos los actores de la vida social, a los dirigentes políticos, a los empresarios, a las organizaciones civiles, a los sindicatos que trabajemos juntos en una agenda común que dé respuestas al drama de los argentinos. Necesitamos de forma urgente poner en marcha el aparato productivo del país, para que crezca la economía y se creen más fuentes de trabajo genuinas. Lo necesitan nuestros hombres y mujeres, para que se recree en sus familias la esperanza en un futuro mejor para sus hijos. Los desencuentros políticos e ideológicos agravan el problema, porque sólo generan más división. Tenemos que unirnos ahora y no perder tiempo en discusiones estériles ni especulaciones electoralistas. No sea que la crisis termine por dejarnos sin fuerzas o que el daño sea imposible de reparar”, agrega.
Y concluye: “El 12 y 13 de junio se realiza en todo el país la Colecta Anual de Cáritas en el marco de una situación dramática. Millones de hermanos necesitan nuestra ayuda de forma desesperada. Por eso Cáritas invita a colaborar de manera concreta con los más necesitados, convencidos de que es posible lograr una sociedad con igualdad de oportunidades, cimentada en la justicia, la fraternidad y el bien común”.
Además, el aumento de la precariedad laboral, la caída general en los ingresos, las restricciones para trabajar, circular y la incertidumbre por lo que vendrá, ahondaron la preocupación general de una sociedad que un año y medio después de la llegada del coronavirus, aún ve la salida.
Por todo esto y otras muchas más razones, el año pasado el malestar psicológico alcanzó el valor más elevado de toda la década. El 23,6% de la población urbana argentina manifestó sentir inquietud, agitación, nerviosismo, desesperanza, tristeza y cansancio, según los datos del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) que se expusieron en un Seminario de Cáritas.
“Junto a la pobreza material crecieron considerablemente las múltiples consecuencias psicológicas y afectivas, provocados por la enorme presión emocional que se genera tanto por la enfermedad, como por las medidas asumidas para afrontarla. La escuchada frase ´la gente no da más’ se traduce en una enorme necesidad de contención psicológica. Cáritas también es el oído y el corazón que está acompañando a estas personas, porque los más afectados son los más vulnerables”, explica el informe presentado.
“Además del 23,6% del malestar psicológico, una de cada cuatro personas en el último tiempo prefiere evitar sus problemas o negarlos y este indicador también ascendió a los valores más altos en la línea temporal en análisis (25,6%)”, sostiene Solange Rodríguez Espínola, doctora en Psicología y Coordinadora del Programa Capital Humano y Bienestar del Observatorio.
Según los datos presentados, entre las personas activas mayores de 18 años, que tuvieron un retroceso por la pérdida de puestos laborales, sólo el 43,7% manifestó tener un “empleo pleno” no obstante haber tenido una caída en sus ingresos reales. Otro 44,4% registró “empleo o subempleo precario” y 13,9% estuvo desocupado. Aun así, por el “efecto desaliento” la desocupación real fue del 28,5% por el aumento de la cantidad de activos que pasaron a la inactividad por la falta de ofertas laborales y las restricciones para la búsqueda de trabajo.
Según revela los datos mostrados por la UCA, los pobres poseen mayor incidencia de malestar psicológico en comparación con los no pobres, aunque en 2020 decreció en los pobres y se elevó en los no pobres, por lo que la mayor vulnerabilidad, entre los sectores medios aumentó “la sintomatología ansiosa-depresiva”.
“Los pobres poseen mayor evitación y negación a la hora de afrontar los problemas en comparación con los no pobres. En 2020 las personas pobres elevaron sus guarismos de afrontamiento negativo respecto al año anterior. El año pasado decreció el malestar psicológico levemente en las personas de estrato socio laboral bajo marginal, mientras aumentó en el resto de las categorías”, agregó Rodríguez Espínola.
Por otro lado, los jefes y jefas de los hogares que sufrieron inseguridad alimentaria aumentaron los niveles de malestar psicológico, mostrando un escenario en que, a mayor severidad de inseguridad alimentaria, mayor incremento interanual del malestar. “Las que más padecieron la elevación de los niveles de malestar fueron las jefas de los hogares en los que hubo inseguridad alimentaria severa”, subrayó la experta.
El informe del ODSA de la UCA muestra un claro aumento, no sólo en los niveles de pobreza, sino también en los de indigencia. Caen en la pobreza familias que siempre tuvieron trabajo, pero que hoy no les alcanzan sus ingresos. Nuestra infancia se ve particularmente afectada por esta situación: en Argentina, más de la mitad de los chicos son pobres, porcentaje que alcanza casi el 75% en el Conurbano bonaerense y otras zonas del país. En estos lugares, de cuatro chicos que se sientan a una mesa, solo uno come todos los días.
También cayó el empleo formal. Y las medidas sanitarias afectaron, con mayor fuerza, a quienes contaban con empleos precarios y a los trabajadores de la economía informal. El llamado de Cáritas resalta que Argentina se encuentra ante una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes en la que familias enteras sufren y, literalmente, están muriendo sin asistencia.
“Cáritas hace un llamado a asumir las responsabilidades que a cada uno le compete, para encarar juntos una agenda que responda verdaderamente a las necesidades urgentes. Les pedimos a todos los actores de la vida social, a los dirigentes políticos, a los empresarios, a las organizaciones civiles, a los sindicatos que trabajemos juntos en una agenda común que dé respuestas al drama de los argentinos. Necesitamos de forma urgente poner en marcha el aparato productivo del país, para que crezca la economía y se creen más fuentes de trabajo genuinas. Lo necesitan nuestros hombres y mujeres, para que se recree en sus familias la esperanza en un futuro mejor para sus hijos. Los desencuentros políticos e ideológicos agravan el problema, porque sólo generan más división. Tenemos que unirnos ahora y no perder tiempo en discusiones estériles ni especulaciones electoralistas. No sea que la crisis termine por dejarnos sin fuerzas o que el daño sea imposible de reparar”, agrega.
Y concluye: “El 12 y 13 de junio se realiza en todo el país la Colecta Anual de Cáritas en el marco de una situación dramática. Millones de hermanos necesitan nuestra ayuda de forma desesperada. Por eso Cáritas invita a colaborar de manera concreta con los más necesitados, convencidos de que es posible lograr una sociedad con igualdad de oportunidades, cimentada en la justicia, la fraternidad y el bien común”.
Con información de
Infobae