En píldoras o spray: así sería la nueva generación de vacunas contra el COVID-19
Martes 04 de
Mayo 2021
Sin dudas, el traslado y la logística que implica su distribución en todo el planeta son dos de las principales trabas que las actuales vacunas contra el COVID-19 presentan a nivel mundial.
En ese sentido, una reciente publicación da cuenta de que “la próxima generación de vacunas contra el COVID-19 en desarrollo podría presentarse en forma de píldora o aerosol nasal y ser más fácil de almacenar y transportar que el puñado actual de vacunas que forman la columna vertebral del esfuerzo de vacunación mundial”.
Al parecer, una serie de vacunas más nuevas, de laboratorios del gobierno de los EEUU y compañías como Sanofi, Altimmune y Gritstone Oncology, “también tienen el potencial de proporcionar respuestas inmunitarias más duraderas y ser más potentes contra variantes virales más nuevas y múltiples, lo que posiblemente ayude a evitar pandemias futuras, dicen las empresas”, según publicó The Wall Street Journal.
Las vacunas actualmente autorizadas para su uso en los EEUU -Pfizer y su socio BioNTech y Moderna- deben transportarse y almacenarse a bajas temperaturas dada su tecnología de ARN mensajero y requieren dos dosis administradas con semanas de diferencia.
Según los especialistas, “las nuevas vacunas podrían constituir alguna mejora sobre esas limitaciones y adaptarse más fácilmente a los esfuerzos de vacunación en las áreas rurales”. Gregory Poland es profesor e investigador de vacunas en la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, y aseguró que pronto “se verán vacunas de segunda y tercera generación”.
Hay 277 vacunas contra el COVID-19 en desarrollo a nivel mundial, de las cuales 93 se sometieron a pruebas en humanos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mayoría de las vacunas en las pruebas clínicas se inyectan, pero hay en estudio dos formulaciones orales y siete de aplicación vía aerosol nasal.
Muchas de las vacunas de la próxima generación se encuentran en la fase inicial o intermedia de pruebas en humanos, lo que significa que es posible que no estén disponibles hasta entrado 2021 o en 2022. No hay garantía de que las vacunas tengan éxito en las pruebas; de hecho algunas de las empresas que las desarrollan, como Altimmune y Gritstone, nunca lanzaron una vacuna al mercado.
Si se demuestra que protegen de manera segura a las personas contra el SARS-CoV-2, las nuevas vacunas podrían servir como refuerzos en los EEUU, donde se espera que la mayoría de la población adulta sea inoculada para el verano con las vacunas actualmente autorizadas de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson. Los especialistas en enfermedades infecciosas creen cada vez más que se necesitarán refuerzos periódicos para extender la duración de la protección contra el nuevo coronavirus y construir defensas contra las variantes.
Las nuevas vacunas, al parecer, también podrían usarse como vacunaciones primarias en los países que están rezagados en las campañas de inmunización masiva.
“Es de vital importancia en el futuro tener vacunas que sean más fáciles de manejar y que tengan mejores características de cadena de frío”, consideró John Mascola, director del Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas.
Altimmune, de Gaithersburg, Maryland, está desarrollando una vacuna contra el COVID-19 que se administra en forma de aerosol nasal, similar a la vacuna contra la influenza FluMist de AstraZeneca PLC, que es una opción popular para los niños para la inmunización contra la influenza estacional.
“Es una forma muy fácil y eficiente de administrar la vacuna -dijo Scot Roberts, director científico de Altimmune-. No se necesitan agujas ni jeringas”.
La vacuna utiliza una versión modificada de un virus inofensivo llamado adenovirus, que está diseñado para llevar un código genético que instruye a las células del cuerpo a producir la proteína de pico a partir del coronavirus. Esto induce una respuesta inmune, incluida la producción de anticuerpos en la sangre, creando una defensa contra el virus real.
El diseño es similar a las vacunas anti COVID-19 inyectadas de Johnson & Johnson, AstraZeneca y Sputnik V, pero, debido a que la vacuna de Altimmune se administra en forma de aerosol nasal, también podría inducir un tipo de respuesta inmune conocida como inmunidad de las mucosas, que podría ayudar a eliminar el virus del tracto respiratorio, ayudando así a reducir la transmisión del virus por las personas vacunadas, explicó Roberts.
“Tener esta inmunidad de la mucosa que puede bloquear la infección en su camino y también neutralizarla cuando está saliendo; podría ser muy importante desde una perspectiva de salud pública”, amplió.
Para mediados de año, la compañía espera los resultados de un estudio en etapa inicial que pruebe si la vacuna induce de manera segura la respuesta inmune deseada.
En tanto, Vaxart Inc. de South San Francisco, California, está desarrollando una vacuna contra el COVID-19 en forma de píldora, que se administra vía oral. Un pequeño estudio en etapa inicial mostró que desencadenaba respuestas inmunes contra el virus y tiene potencial para proteger contra variantes, dijo la compañía en febrero.
Vaxart planea comenzar un estudio de etapa intermedia, o Fase II, de la vacuna en comprimidos a mediados de año, dijo un portavoz de la compañía.
Sanofi y GlaxoSmithKline PLC están explorando conjuntamente posibles vacunas contra nuevas variantes, al tiempo que prueban una versión modificada de su candidata a vacuna COVID-19 inyectable original, que según los estudios no logró inducir una respuesta inmune suficiente en adultos mayores.
Pfizer y Moderna también persiguen desarrollos de segunda generación, incluidas las dirigidas a las nuevas variantes, así como nuevas formulaciones que mejoran el tema del almacenamiento y el envío. Sus vacunas de primera ola, autorizadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en diciembre y más del 90% de eficacia para prevenir el COVID-19, son generalmente seguras, pero requieren dos dosis, así como un envío y almacenamiento a muy baja temperatura y una vida útil limitada una vez descongelada.
WRAIR inició recientemente un ensayo clínico de su vacuna experimental COVID-19 que podría proporcionar una protección más amplia contra las variantes. Eventualmente, los investigadores del Ejército de los EEUU esperan hacer una vacuna para proteger contra todos los tipos de coronavirus en una sola inyección, informó el doctor Kayvon Modjarrad, director del instituto de la rama de enfermedades infecciosas emergentes.
Ese objetivo lo comparte Drew Weissman, profesor e inmunólogo de la Universidad de Pensilvania, quien realizó una investigación crucial sobre la tecnología detrás de las vacunas Pfizer y Moderna y aseguró que teme que puedan surgir nuevas pandemias en los próximos años que involucren patógenos aún más peligrosos que el coronavirus detrás del COVID-19, conocido como SARS-CoV-2.
“Es casi seguro que tendremos más pandemias en el futuro”, dijo.
Otro enfoque hacia la inmunización de próxima generación es estudiar si la combinación de múltiples vacunas COVID-19 existentes es más eficaz que una sola vacuna.
Al parecer, una serie de vacunas más nuevas, de laboratorios del gobierno de los EEUU y compañías como Sanofi, Altimmune y Gritstone Oncology, “también tienen el potencial de proporcionar respuestas inmunitarias más duraderas y ser más potentes contra variantes virales más nuevas y múltiples, lo que posiblemente ayude a evitar pandemias futuras, dicen las empresas”, según publicó The Wall Street Journal.
Las vacunas actualmente autorizadas para su uso en los EEUU -Pfizer y su socio BioNTech y Moderna- deben transportarse y almacenarse a bajas temperaturas dada su tecnología de ARN mensajero y requieren dos dosis administradas con semanas de diferencia.
Según los especialistas, “las nuevas vacunas podrían constituir alguna mejora sobre esas limitaciones y adaptarse más fácilmente a los esfuerzos de vacunación en las áreas rurales”. Gregory Poland es profesor e investigador de vacunas en la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, y aseguró que pronto “se verán vacunas de segunda y tercera generación”.
Hay 277 vacunas contra el COVID-19 en desarrollo a nivel mundial, de las cuales 93 se sometieron a pruebas en humanos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mayoría de las vacunas en las pruebas clínicas se inyectan, pero hay en estudio dos formulaciones orales y siete de aplicación vía aerosol nasal.
Muchas de las vacunas de la próxima generación se encuentran en la fase inicial o intermedia de pruebas en humanos, lo que significa que es posible que no estén disponibles hasta entrado 2021 o en 2022. No hay garantía de que las vacunas tengan éxito en las pruebas; de hecho algunas de las empresas que las desarrollan, como Altimmune y Gritstone, nunca lanzaron una vacuna al mercado.
Si se demuestra que protegen de manera segura a las personas contra el SARS-CoV-2, las nuevas vacunas podrían servir como refuerzos en los EEUU, donde se espera que la mayoría de la población adulta sea inoculada para el verano con las vacunas actualmente autorizadas de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson. Los especialistas en enfermedades infecciosas creen cada vez más que se necesitarán refuerzos periódicos para extender la duración de la protección contra el nuevo coronavirus y construir defensas contra las variantes.
Las nuevas vacunas, al parecer, también podrían usarse como vacunaciones primarias en los países que están rezagados en las campañas de inmunización masiva.
“Es de vital importancia en el futuro tener vacunas que sean más fáciles de manejar y que tengan mejores características de cadena de frío”, consideró John Mascola, director del Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas.
Altimmune, de Gaithersburg, Maryland, está desarrollando una vacuna contra el COVID-19 que se administra en forma de aerosol nasal, similar a la vacuna contra la influenza FluMist de AstraZeneca PLC, que es una opción popular para los niños para la inmunización contra la influenza estacional.
“Es una forma muy fácil y eficiente de administrar la vacuna -dijo Scot Roberts, director científico de Altimmune-. No se necesitan agujas ni jeringas”.
La vacuna utiliza una versión modificada de un virus inofensivo llamado adenovirus, que está diseñado para llevar un código genético que instruye a las células del cuerpo a producir la proteína de pico a partir del coronavirus. Esto induce una respuesta inmune, incluida la producción de anticuerpos en la sangre, creando una defensa contra el virus real.
El diseño es similar a las vacunas anti COVID-19 inyectadas de Johnson & Johnson, AstraZeneca y Sputnik V, pero, debido a que la vacuna de Altimmune se administra en forma de aerosol nasal, también podría inducir un tipo de respuesta inmune conocida como inmunidad de las mucosas, que podría ayudar a eliminar el virus del tracto respiratorio, ayudando así a reducir la transmisión del virus por las personas vacunadas, explicó Roberts.
“Tener esta inmunidad de la mucosa que puede bloquear la infección en su camino y también neutralizarla cuando está saliendo; podría ser muy importante desde una perspectiva de salud pública”, amplió.
Para mediados de año, la compañía espera los resultados de un estudio en etapa inicial que pruebe si la vacuna induce de manera segura la respuesta inmune deseada.
En tanto, Vaxart Inc. de South San Francisco, California, está desarrollando una vacuna contra el COVID-19 en forma de píldora, que se administra vía oral. Un pequeño estudio en etapa inicial mostró que desencadenaba respuestas inmunes contra el virus y tiene potencial para proteger contra variantes, dijo la compañía en febrero.
Vaxart planea comenzar un estudio de etapa intermedia, o Fase II, de la vacuna en comprimidos a mediados de año, dijo un portavoz de la compañía.
Sanofi y GlaxoSmithKline PLC están explorando conjuntamente posibles vacunas contra nuevas variantes, al tiempo que prueban una versión modificada de su candidata a vacuna COVID-19 inyectable original, que según los estudios no logró inducir una respuesta inmune suficiente en adultos mayores.
Pfizer y Moderna también persiguen desarrollos de segunda generación, incluidas las dirigidas a las nuevas variantes, así como nuevas formulaciones que mejoran el tema del almacenamiento y el envío. Sus vacunas de primera ola, autorizadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en diciembre y más del 90% de eficacia para prevenir el COVID-19, son generalmente seguras, pero requieren dos dosis, así como un envío y almacenamiento a muy baja temperatura y una vida útil limitada una vez descongelada.
WRAIR inició recientemente un ensayo clínico de su vacuna experimental COVID-19 que podría proporcionar una protección más amplia contra las variantes. Eventualmente, los investigadores del Ejército de los EEUU esperan hacer una vacuna para proteger contra todos los tipos de coronavirus en una sola inyección, informó el doctor Kayvon Modjarrad, director del instituto de la rama de enfermedades infecciosas emergentes.
Ese objetivo lo comparte Drew Weissman, profesor e inmunólogo de la Universidad de Pensilvania, quien realizó una investigación crucial sobre la tecnología detrás de las vacunas Pfizer y Moderna y aseguró que teme que puedan surgir nuevas pandemias en los próximos años que involucren patógenos aún más peligrosos que el coronavirus detrás del COVID-19, conocido como SARS-CoV-2.
“Es casi seguro que tendremos más pandemias en el futuro”, dijo.
Otro enfoque hacia la inmunización de próxima generación es estudiar si la combinación de múltiples vacunas COVID-19 existentes es más eficaz que una sola vacuna.
Con información de
Infobae