Decadencia
Miércoles 16 de
Diciembre 2020
Por:
LA LECHUZA OLY
Cuenta una historia de quimera que un hombre con cargo en un establecimiento del Estado, que vivió muchos años contiguo a no trabajar, hoy se encuentra perturbado.
El secuaz adlátere de individuos alcanzados por el poder punitivo usufructúa recurrentemente licencias por la contingencia de enfermedad. Sin embargo, se lo ve mucho en la calle, paseando, hablando mal de la gente. Una estafa a los contribuyentes que pagan sus impuestos para que el Estado funcione bien.
De los exiguos compañeros que le quedan, para no quedar vinculados al diseño antijurídico, empollan una presentación para poner en claro la eventual cíclica irregularidad y, de corresponder, impulsar las sanciones pertinentes. “Sobreabundan despropósitos y tergiversaciones del sistema, sus defensas están bajas ante la cualidad de corrección”, dijo convencido un auxiliar de la justicia.
Su derrotero se había vuelto de perfil de pantalla chica de una peli mala de Netflix. “Habría que solidarizarse y ayudarlo, ha perdido su ámbito de dominio personal”, se lamenta un conocido de siempre.
Su fuerte inclinación a sustancias etílicas -casi como un imán al metal-, con todo el tiempo propio del que no labora y una vida espinosa con secuelas evidentes incidieron en un ocaso laboral muy borrascoso. Se escucha que gente buena y cercana intentó ayudarlo, empero, “un día empezó a desvariar, a hacer cosas impensadas”.
“No está bien, debería jubilarse y vivir tranquilo”, cuenta, en la ficción de esta página, un amigo que lo quiere considerablemente.
Muy pocos cercanos sinceros le quedaron, y, los pocos, se empezaron a alejar. No quieren ser sorprendidos por las esquirlas de la inmoralidad y la antijuridicidad.
—“Oh, Papi..” -le explicaron- “estás como sin red, la luz no es un lugar propicio, pueden aparecer las vicisitudes más oscuras ”. Comentario que cayó más fuerte que cachetada de Trasnformers a su lóbrego camino.
Una historia triste, sin dudas. Con ribetes opacos.
Se ampliará.-
De los exiguos compañeros que le quedan, para no quedar vinculados al diseño antijurídico, empollan una presentación para poner en claro la eventual cíclica irregularidad y, de corresponder, impulsar las sanciones pertinentes. “Sobreabundan despropósitos y tergiversaciones del sistema, sus defensas están bajas ante la cualidad de corrección”, dijo convencido un auxiliar de la justicia.
Su derrotero se había vuelto de perfil de pantalla chica de una peli mala de Netflix. “Habría que solidarizarse y ayudarlo, ha perdido su ámbito de dominio personal”, se lamenta un conocido de siempre.
Su fuerte inclinación a sustancias etílicas -casi como un imán al metal-, con todo el tiempo propio del que no labora y una vida espinosa con secuelas evidentes incidieron en un ocaso laboral muy borrascoso. Se escucha que gente buena y cercana intentó ayudarlo, empero, “un día empezó a desvariar, a hacer cosas impensadas”.
“No está bien, debería jubilarse y vivir tranquilo”, cuenta, en la ficción de esta página, un amigo que lo quiere considerablemente.
Muy pocos cercanos sinceros le quedaron, y, los pocos, se empezaron a alejar. No quieren ser sorprendidos por las esquirlas de la inmoralidad y la antijuridicidad.
—“Oh, Papi..” -le explicaron- “estás como sin red, la luz no es un lugar propicio, pueden aparecer las vicisitudes más oscuras ”. Comentario que cayó más fuerte que cachetada de Trasnformers a su lóbrego camino.
Una historia triste, sin dudas. Con ribetes opacos.
Se ampliará.-