Estudian el vínculo de la flora intestinal con peso corporal
Viernes 07 de
Marzo 2014
Relevamiento. Experimento con voluntarios de un equipo de profesionales de la Universidad Laval, Canadá.
Los probióticos son microorganismos vivos que, suministrados en determinada cantidad a través de los alimentos, poseerían un efecto beneficioso sobre la salud. Un equipo de investigadores canadienses publicó en enero un estudio que sugiere que ciertos probióticos presentes en los alimentos podrían ser de utilidad para las mujeres que buscan perder peso.
Investigadores de la Universidad Laval (Canadá) mostraron que las mujeres que tomaban una píldoras que contenían organismos probióticos de la familia de los Lactobacillus rhamnosus bajaron de peso casi el doble que otras mujeres que participaron del estudio, pero que no tomaron el probiótico. Así, verificaron que la modificación de la flora intestinal podría impactar positivamente sobre el peso corporal.
Varios estudios previos habían demostrado que la flora intestinal de las personas con obesidad tendía a ser diferente a la de las personas más delgadas. La explicación: una dieta usualmente alta en grasas y con bajo contenido de fibra promueve el crecimiento de bacterias que conforman una flora intestinal “prosobrepeso”. Eso abrió la posibilidad de plantearse la estrategia de modificar la flora intestinal de las personas con sobrepeso para hacerla más parecida a la del individuo delgado, y de esa manera (obviamente, cuidándose también en las comidas) colaborar en el descenso de peso.
Las mujeres que participaron del estudio, todas con sobrepeso, siguieron una dieta para bajar de peso; la mitad de las voluntarias sumó además una píldora con probióticos. Estas últimas bajaron en promedio 4,4 kilos en 12 semanas, mientras que las sólo hicieron dieta bajaron 2,6 kilos en promedio.
Un aspecto del estudio que aún no ha podido ser explicado es por qué los efectos observados en mujeres no se replican en los varones. “No sabemos por qué los probióticos no han tenido efecto en los varones. Quizás sea una cuestión de dosis o de que el período que duró el estudio fue demasiado corto”, planteó el profesor Angelo Tremblay, investigador de la Universidad de Laval y principal autor del estudio cuyas conclusiones acaba de publicar la revista especializada British Journal of Nutrition.
¿Alimentos funcionales?
Los alimentos funcionales son aquellos que poseen componentes bioactivos que ejercen efectos benéficos sobre la salud, y dentro del grupo se destacan los prebióticos y los probióticos.
¿Cuál es la diferencia? Los prebióticos son fibras solubles o glúcidos complejos que, una vez en el intestino grueso, son degradados por la microflora bacteriana, a la que brindan alimento. Los probióticos, por su parte, son microorganismos vivos, que se nutren de esos prebióticos. Un aspecto importante que hace a la definición de probióticos es que tienen que estar vivos al ser ingeridos, ya sea en forma de alimento o de preparado farmacéutico.
Dentro de los prebióticos, algunos de los más conocidos son los fitoesteroles, presentes en una infinidad de alimentos. “Se trata de colesteroles vegetales que durante la digestión ayudan a que se absorba menos el colesterol proveniente de los alimentos de origen animal”, explica el Alfredo Lozada, cardiólogo especialista en lípidos y ex presidente del Foro Argentino de Lípidos. Del lado de los probióticos, hoy existe un gran número de productos lácteos (leches, quesos, yogures) que contienen distintos tipos de lactobacilos, con probados efectos para la salud intestinal.
Intestino y cerebro
Para el doctor Luis Bustos Fernández, médico gastroenterólogo y actual vicepresidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (Sage), un intestino sano es responsable en gran medida de un individuo sano: “Las bacterias juegan un papel clave en las funciones del intestino. Son como un organismo dentro de nuestro propio cuerpo”. “Sabemos que mantener una flora intestinal adecuada es de utilidad, y ciertas bacterias como los probióticos ejercen influencia favorable en los mecanismos de regulación del tránsito intestinal y del sistema inmune”, añade.
El abdomen almacena combustible que se traduce en energía y nutrientes, y, junto con los intestinos, participa en la regulación del estado anímico.
Investigadores de la Universidad Laval (Canadá) mostraron que las mujeres que tomaban una píldoras que contenían organismos probióticos de la familia de los Lactobacillus rhamnosus bajaron de peso casi el doble que otras mujeres que participaron del estudio, pero que no tomaron el probiótico. Así, verificaron que la modificación de la flora intestinal podría impactar positivamente sobre el peso corporal.
Varios estudios previos habían demostrado que la flora intestinal de las personas con obesidad tendía a ser diferente a la de las personas más delgadas. La explicación: una dieta usualmente alta en grasas y con bajo contenido de fibra promueve el crecimiento de bacterias que conforman una flora intestinal “prosobrepeso”. Eso abrió la posibilidad de plantearse la estrategia de modificar la flora intestinal de las personas con sobrepeso para hacerla más parecida a la del individuo delgado, y de esa manera (obviamente, cuidándose también en las comidas) colaborar en el descenso de peso.
Las mujeres que participaron del estudio, todas con sobrepeso, siguieron una dieta para bajar de peso; la mitad de las voluntarias sumó además una píldora con probióticos. Estas últimas bajaron en promedio 4,4 kilos en 12 semanas, mientras que las sólo hicieron dieta bajaron 2,6 kilos en promedio.
Un aspecto del estudio que aún no ha podido ser explicado es por qué los efectos observados en mujeres no se replican en los varones. “No sabemos por qué los probióticos no han tenido efecto en los varones. Quizás sea una cuestión de dosis o de que el período que duró el estudio fue demasiado corto”, planteó el profesor Angelo Tremblay, investigador de la Universidad de Laval y principal autor del estudio cuyas conclusiones acaba de publicar la revista especializada British Journal of Nutrition.
¿Alimentos funcionales?
Los alimentos funcionales son aquellos que poseen componentes bioactivos que ejercen efectos benéficos sobre la salud, y dentro del grupo se destacan los prebióticos y los probióticos.
¿Cuál es la diferencia? Los prebióticos son fibras solubles o glúcidos complejos que, una vez en el intestino grueso, son degradados por la microflora bacteriana, a la que brindan alimento. Los probióticos, por su parte, son microorganismos vivos, que se nutren de esos prebióticos. Un aspecto importante que hace a la definición de probióticos es que tienen que estar vivos al ser ingeridos, ya sea en forma de alimento o de preparado farmacéutico.
Dentro de los prebióticos, algunos de los más conocidos son los fitoesteroles, presentes en una infinidad de alimentos. “Se trata de colesteroles vegetales que durante la digestión ayudan a que se absorba menos el colesterol proveniente de los alimentos de origen animal”, explica el Alfredo Lozada, cardiólogo especialista en lípidos y ex presidente del Foro Argentino de Lípidos. Del lado de los probióticos, hoy existe un gran número de productos lácteos (leches, quesos, yogures) que contienen distintos tipos de lactobacilos, con probados efectos para la salud intestinal.
Intestino y cerebro
Para el doctor Luis Bustos Fernández, médico gastroenterólogo y actual vicepresidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (Sage), un intestino sano es responsable en gran medida de un individuo sano: “Las bacterias juegan un papel clave en las funciones del intestino. Son como un organismo dentro de nuestro propio cuerpo”. “Sabemos que mantener una flora intestinal adecuada es de utilidad, y ciertas bacterias como los probióticos ejercen influencia favorable en los mecanismos de regulación del tránsito intestinal y del sistema inmune”, añade.
El abdomen almacena combustible que se traduce en energía y nutrientes, y, junto con los intestinos, participa en la regulación del estado anímico.
Con información de
lavoz